LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Wednesday, January 31, 2007

CICLO DE TARKOVSKI, TODO FEBRERO

Último post de vacaciones.

Este año Tarkovski cumpliría 75 años si estuviera vivo. Luego de la revisión que hicimos de su actividad cinematográfica en Diciembre, el Cinematógrafo de Barranco se anima a programar sus películas los fines de semana de Febrero y, qué gracioso, comentadas por los editores de este blog.

A quienes nos escribieron preguntando dónde podían ver las películas del ruso, esta es una gran oportunidad, sobre todo porque el Cinematógrafo estrena nuevo proyector y, nos aseguran, la calidad de la imagen es bastante superior a lo ofrecido temporadas atrás.

Como adelanto, un pequeño vídeo lleno de imágenes del cineasta con sus amistades, en medio de sus rodajes. Aparecen también fotogramas de todas sus obras -se incluye su primer corto, Los asesinos, adaptación del cuento de Hemingway- y hasta la famosa fotografía con Bresson. También se puede revisar el Dossier Tarkovski que hicimos buscando los links en la columna a su derecha. Recomiendo, especialmente, el texto de Solaris. (FV)

Sábado 10
8 pm
La infancia de Iván (1962)

Domingo 11
8:15 pm El espejo (1975)


Sábado 17
6 pm Nostalgia (1983)

Domingo 18
8 pm Stalker (1979)


Sábado 24
6 pm El sacrificio (1986)

Domingo 25
8:15 pm
Solaris (1972)

Labels:

Monday, January 29, 2007

CICLO DE CINE: VARIOS DIRECTORES

VUELVE EL CINE CLUB CAYETANO HEREDIA

Todo empieza este miércoles. El rush inicial viene a cargo de Truffaut, Von Trier, Godard, Ortega, Rohmer y Mallick. Siempre organizado por nuestro gran colaborador César Guerra y con los comentarios de nuestro antistablishment editor Mario Castro Cobos al terminar las funciones.

Como siempre, las funciones serán los días Miércoles, ahora con horario de verano, a las 5pm, en la dirección de siempre: Av. Armendáriz 445, Miraflores. Para mayores informes pueden consultarnos en esta página o al siguiente correo electrónico:

artecine1@hotmail.com

La entrada es gratuita y gratuito es el adelanto que hacemos en homenaje a este ciclo: incluimos un vídeo sensacional. La audición de los niños para la película LOS 4OO GOLPES, de Truffaut. La frescura de Jean Pierre Léaud es tan relevante que opaca tranquilamente al resto de niños. Con un actor así, estamos salvados. Nos vemos en las proyecciones. (FV)

Miércoles 31 de enero

El Cuarto Verde. Año: 1978. País: Francia Dir: Francois Truffaut. Dur: 94 min.

Miércoles 7 de febrero.

Europa. Año: 1991. País: Dinamarca Dir: Lars Von Trier. Dur: 112 min.

Miércoles 14 de febrero.

Nuestra Música. Año: 2004. País : Francia Dir: Jean- Luc Godard. Dur: 80 min.

Miércoles 21 de febrero

Caja negra. Año: 2002. País: Argentina Dir: Luis Ortega. Dur: 81 min.

Miércoles 28 de febrero

Cuento de Verano. Año: 1996. País. Francia Dir: Eric Rohmer. Dur 113 min.

Miércoles 7 de marzo.

Badlands. Año: 1973. País: EE.UU. Dir: Terrence Malick. Dur: 95 min.

Labels:

Saturday, January 27, 2007

LA AUTOCRÍTICA ARGENTINA 3



Tercer y último texto (por ahora) de artículos recientes que han sido discutidos una y otra vez en la comunidad gaucha. Claudia Von, nuestra amable amiga en Buenos Aires, nos envió este artículo en el que, una vez más, se ofrece una mirada crítica con respecto al muy respetado cine argentino. Demasiado respetado, según muchos de ellos. No hay que sorprenderse por ello, ni tampoco por ver que en el interior de El Amante existen visiones contrapuestas sobre un mismo tema. (FV)



La tristeza de los niños ricos
(de El Amante, 174)


El Nuevo Cine Argentino está enfermo de gravedad. Pero no, no es que está gravemente enfermo sino que la gravedad es su enfermedad. O a lo mejor sí, la cosa es, además, grave y entonces podemos decir que el NCA esta enfermo de gravedad de gravedad. Gravemente enfermo de gravedad.

Lo que hace diez años era un soplo de aire fresco y libertario se está convirtiendo en un aroma rancio, de encierro. Las películas nacionales dirigidas por jóvenes parecen hechas por gente vieja, amargada, triste, fatua, atormentada con la muerte y el dolor, despojada de vitalidad y con aires de importancia. Que las películas sean graves y solemnes no quiere decir necesariamente que sean malas o que no tengan valores: la historia del cine tiene sobrados ejemplos de obras maestras que no se caracterizan justamente por su liviandad. Sin embargo, llama la atención que un cine que tenía la pretensión de renovar la escena, que ponía patas para arriba una cinematografía totalmente pretenciosa, impostada y artificiosa, ahora repita algunos de los errores de sus antecesores.
Es verdad que, a diferencia de la generación anterior, los nuevos directores saben donde ubicar la cámara y cómo moverla, tienen una formación heterogénea y actualizada y en general son honestos y aman genuinamente su oficio. Pero la sucesión de películas en las cuales la gracia brilla por su ausencia es llamativa: como si les hubieran extirpado el sentido del humor o el impulso vital o ambas cosas a la vez.

La lista de títulos que incluyen alguna o más de las características que he mencionado es sorprendentemente larga. Incluye películas que me gustan mucho (Nacido y criado), películas que me gustan algo o bastante (Los suicidas, Como pasan las horas, Como un avión estrellado, Nordeste y Agua), otras que me mantienen en la duda (El custodio), decepciones (Fantasma, Géminis) y películas que me provocan un rechazo total (Monobloc, Cuatro mujeres descalzas, Extraño, Perro amarillo, Mientras tanto).
Muchas de ellas son sombrías inevitable y legítimamente. En otras uno advierte como una especie de caparazón, como si a sus autores les diera miedo la exposición y se refugiaran en la seriedad, construyendo sistemas inmunes a la crítica más sofisticada. Hay una crítica brutal, que rechaza cualquier cosa que se aparte de los caminos convencionales y que considera un valor estético positivo la cantidad de espectadores alcanzada. A la crítica culta (incluyo a esta revista), le resulta muy difícil señalar características negativas del NCA sin sentirse parte de la contra, como si la sinceridad se tomara como traición. Otra característica de la crítica culta es que se siente automáticamente seducida por los “programas” estéticos. Las películas programáticas, aquellas que toman una decisión excluyente sobre la puesta en escena previamente al rodaje, son evaluadas positivamente, como si una decisión inalterable y la incapacidad absoluta de permitirse encontrar la forma durante la filmación fuera un mérito y no una arbitrariedad.

Un buen ejemplo de película programática lo encontramos en Monobloc, la segunda obra de Luis Ortega. El realizador de Caja negra tiene el talento suficiente como para crear un universo original y propio. El trabajo de la cámara es notable y la utilización de los colores probablemente no tiene antecedentes en el cine nacional. Lo que construye Ortega con estas habilidades es lo más parecido que vi en mi vida a la nada absoluta. Monobloc rechaza de plano la idea de relacionarse de alguna manera, por más vaga y lejana que sea, con el mundo real.
Pedir alguna semejanza entre la vida tal como la conocemos cotidianamente y la película no implica, como el director sugiere en sus victimizadas declaraciones, que haya que sumergirse en algún tipo de costumbrismo. Por el contrario, implica el desafío de recrear las experiencias de una forma creativa en la que, por ejemplo, el dolor de la renga y la angustia de la moribunda sean referentes de algo conocido y no elementos decorativos de una vidriera chic.
Monobloc no dice nada sobre el mundo ni sobre el dolor ni sobre la angustia; tampoco sobre la realidad cotidiana ni sobre la extrañeza que nos provoca el mundo. Todo sucede en un planeta desierto, donde solo interactúan tres, y por momentos cuatro, actrices que desgranan diálogos improbables y desganados mientras repiten rutinas rigurosamente calculadas por el guión (el fernecito, los chapuzones, las aceitunas, los viajes en auto, etc.). Estéticamente deslumbrante, sus planos se asemejan a tableaux vivants en los cuales la cámara, frontal, sin profundidad, se desplaza horizontalmente, contemplativa e inerte. La crueldad y el goce por la humillación –dos elementos que siempre rinden bien-- se ensañan con el personaje de Graciela Borges, una moribunda a la que se hace innecesariamente subnormal (su mejor frase es “Quiero acariciar el pony”).
La película es absolutamente impenetrable a la crítica ya que construye con éxito lo que se propone: gente que sufre en un ámbito irreal, cuidada planificación estética y aires de tragedia. Lo que hay que rechazar es el sistema elegido. Lo que hay que decir es que Monobloc es una película que no habla de nada, un artículo snob, un gadget lujoso.

Otra característica que comienza a aparecer es la autorreferencia, lo que no sería escandaloso si no se tratara de jóvenes que van por su segunda o tercera películas. En Monobloc, una película que rechaza toda referencia concreta al mundo real, Ortega pone forzadamente en uno de sus diálogos el título de su primera película, actúa su madre y las canciones que se escuchan son las de su padre, como si su universo personal fuera lo único que valiera la pena rescatar de la realidad.
El caso se hace más dramático en Fantasma, la tercera obra de Lisandro Alonso. Aquí, todo gira en torno al director: las personas que circulan en la locación, la locación, lo que hacen, nada tiene sentido a menos que refiera a Lisandro Alonso. Fantasma es una película centrípeta: el punto donde confluyen los radios es el director mismo y su obra, algo que no es necesariamente malo pero que en este caso roza lo absurdo ya que la mencionada filmografía consta de sólo 2 (dos) películas. Extraordinarias, a mi modo de ver, pero dos. Nuevamente, como Monobloc, Fantasma trata sobre nada, no refiere a nada, es un objeto cerrado en sí mismo, que rechaza el mundo exterior, real, sólido, político y social. Blindada a fuego a la crítica, la obra recibió no una ni dos sino tres críticas laudatorias en El Amante.

Las películas de Ortega y Alonso pueden ser ejemplos extremos de una estilización auto protectora pero en la mayoría de los títulos mencionados se puede detectar un temor parecido. No las une el modo de producción sino el espanto. El espectro de financiación abarca desde la más rabiosa autogestión hasta el camino tradicional del crédito y el subsidio pasando por todas las instancias intermedias. No es un problema de condicionamiento ante el proveedor de dinero sino de pánico a la exposición personal. Son películas miedosas, retraídas, contenidas, en las que pasan cosas espantosas (si no es que no pasa nada) pero, sin embargo, sin emociones.
De risas ni hablemos, el humor está vedado y la parquedad es vista como un valor expresivo como si la palabra fuera veneno. (Después del combo Un oso rojo, Extraño y El custodio llegué a pensar que Julio Chávez había enmudecido y no iba a sonreír nunca más pero un WIP de la nueva película de Ariel Rotter me devolvió la confianza en sus músculos faciales). Toda esta seriedad impostada va conformando un nuevo qualité, un estándar cómodo, que garantiza cierta recepción crítica y una favorable acogida en el circuito de los festivales. La angustia, no como síntoma, sino como elemento contrafóbico y, para colmo, generador de prestigio; la estilización como sistema; el programa estético como recurso automático.

El panorama sería desolador si no pudiéramos echar mano a algunos contraejemplos que nos indican que otro cine es posible. Este año hemos visto películas graciosas y luminosas, como Ana y los otros, Opus, Porno. Hasta Derecho de familia, con sus pretensiones de renovar el mainstream y su apego a cierto costumbrismo, muestra la vitalidad y el dinamismo que todo movimiento renovador requiere. Son películas realizadas por personas inteligentes y no hay rasgos más demostrativos de la inteligencia que la capacidad de mirarse desde afuera y no tomarse demasiado en serio, de reírse, de curiosear y de dejarse sorprender.

Como lo hiciera en su momento fundador, el Nuevo Cine Argentino deberá salir otra vez a la calle, contactarse con el mundo real, ensuciarse con sus calles mugrientas, respirar su aire viciado y volver a reír. Ser libres otra vez, eso es lo que necesitamos. Y si no, que venga una nueva generación a escupir sobre nuestra tumba, que bien merecido nos lo vamos a tener.
(Gustavo Noriega)

Friday, January 26, 2007

EL OSCAR MÁS POLÉMICO

Sin duda, el discurso que causó más revuelo en las últimas décadas (y quizá en toda la historia del OSCAR) fue el que soltó Michael Moore el año 2003 tras recibir esa horrible estatua debido a su muy buen documental Bowling for Columbine. Traducimos algunas de las frases que soltó en aquella oportunidad, bastantes claras de todas maneras:

...A nosotros nos gusta las cosas que no son ficticias y vivimos en tiempos ficticios, vivimos en tiempos donde tenemos resultados electorales ficticios, donde se eligió un presidente ficticio. Vivimos en tiempos donde un hombre nos manda a la guerra por razones ficticias... Estamos en contra de esta guerra...

Shame on you, Mr. Bush! Shame on you! You´re time is up...!

Lástima que, al final, el discurso de Farenheit 9/11 terminó por cerrar aún más las defensas de los norteamericanos conservadores y G.W. Bush fue reelegido aún con mayor número de votos que en la elección anterior. No importa, este vídeo es ya un documento histórico, y no solamente por la cara de pelotudo que tiene Adrien Brody o por las palmas de Scorsese. (FV)

Labels:

LOS CINES DE ENTONCES



Más premonitoria que la frase "Yo soy otro" del joven Rimbaud resultó la posibilidad de juntar a los antiguos colaboradores de la revista Nave de Locos. Luego de culminar los estudios de Literatura, Fernando Rodríguez se largó a hacer la maestría a España y ahora dicta alguna rareza en una universidad norteamericana. Desde allá, atento a nuestra página, nos envía sus recuerdos de los años intelectualoides en que estudiantes de la ciudad salíamos afanosos a ver el último ciclo de cine polaco. O sea, la época en que teníamos Filmoteca. Tiempos aquellos. (FV)



NOWHERE FAST

La ciudad de por sí ya es melancólica. No tiene gran cosa, aparte del café Starbucks, un museo, el Ackland, donde lo más decente es un cuadro semidesconocido de Rubens, bares y restaurantes baratos desparramados por la calle Franklin, una oficina de correos con la bandera de Estados Unidos ondeando siempre y una intersección de calles (East Franklin y South Columbia) donde se concentra lo poco de vida urbana existente. Lo único que salva los larguísimos fines de semana es el Varsity Theater, un cine con dos salas cuyo mayor lujo es poder llegar caminando hacia él, ya que el resto de cines de Chapel Hill está en centros comerciales a los que solo se puede llegar en coche o en autobús…

El Varsity me recuerda aquellos cines cochambrosos que aún sobreviven en Lima, con la excepción de que aquí no hay películas hindúes, pulgas ni travestis. O a los cines de barrio de mi niñez: el cine Fiori, donde vi Halcón, película en la que Silvester Stallone gana un campeonato de pulseo junto a su hijo, pero donde nunca llegué a ver Pirañas IV (así, en romanos), porque la cola era inmensa; el cine Latino, ahora convertido en templo evangélico, al que se llegaba tomando la 36, fue donde vi Los Aristogatos y Fuerza Delta con Chuck Norris.
En mi adolescencia, cuando el VHS había hundido el negocio de los cines (no recuerdo a nadie que fuera al cine a inicios de los 90, excepto que quisiera sacar plan), el cine Roma entró en decadencia también. El Roma había tenido sus buenos años, sobre todo en los años 80, cuando la gente todavía iba al Parque de la Reserva y la gloria era almorzar en el Aquarium, un restaurante repleto de pesceras ornamentales que, lujo de lujos, tenía televisión a color. En el Roma vi Batman, no el de Peter Nolan, no el de Schumacher, sino el de Tim Burton; y Bruce Wayne no era Christian Bale, ni Val Kilmer, sino Michael Keaton. El canto de cisne del Roma fue cuando, en los últimos años de la década del noventa quiso convertirse en multisala de películas no comerciales: pasaban películas europeas tipo Herencia o alguna de Kieslowski. Como en esa época yo también pasaba por mi etapa seudointelectual caí por el Roma a ver Trainspotting, la primera película de Ewan McGregor que vimos en Lima (quien diría que una década más tarde iba a ser Obi Wan Kenobi) y que nos vendieron como La naranja mecánica de los noventa. Inclusive los bisoños de entonces repetíamos aquel eslogan hasta la saciedad frente a nuestros padres, que –dichosos ellos- habían visto la original de Kubrick en su etapa universitaria y se reían a nuestras espaldas.
Similar estrategia (ganar un público cautivo apelando al cine europeo) emprendió el cine San Isidro, al que fue a ver Tesis de Alejandro Amenábar (hace diez años, que no es moco de pavo). Tuve que volver a ver la película tiempo después, porque lo único que recuerdo de ese visionado fue el pésimo sonido de la sala y cómo el ruido del tráfico de la Javier Prado se colaba por todos lados. No volví nunca más al cine San Isidro (pero sí al Superba). Ahora, todos lo saben, es templo evangélico. El Roma o el llorado San Isidro fueron solo el inicio de mi romería por salas de cines no comerciales.
El siguiente paso fue la Filmoteca de Lima, ubicada en el Museo de Arte. Grandes jornadas las de la Filmoteca. No solo te encontrabas con media PUCP allí (compañeros de aula y hasta profesores jóvenes llevando del brazo a las compañeras más bonitas), sino que de vez en cuando también te chocabas con alguna celebrity. Allí vi a Marco Aurelio Denegri, siempre acompañado de mujeres de seis puntos para arriba, o al detectiloco Ramón García. También a algún crítico como Ricardo Bedoya o al profesor Huayhuaca. En la Filmoteca se hacían nuevas amistades o se fortalecían las ya hechas. ¿Quién no acabó, saliendo de la Filmoteca, en el Queirolo de Quilca? ¿Quién no soñó con encontrarse con aquella muchacha esquiva a la salida de alguna película especialmente significativa y abordarla? Eran tiempos también en los que uno creía, ingenuamente, que las chicas inteligentes solo por serlo eran más atractivas y que era un delito de lesa intelectualidad fijarse en una muchacha que no hubiera visto Los juncos salvajes de Techiné.
El otro point era el Centro Cultural PUCP en Camino Real y por allí asomamos la cabeza también. En la sala azul admiré Hanna Bi, cuando a Kitano te lo vendían como el Tarantino japonés o todos íbamos como borreguitos a ver su película, que gracias al cielo no decepcionaba (a propósito: ¿alguien me puede jugar la OST de Hanna Bi?). Pero lo mejor de esos tiempos (ya estoy como Leo Ramírez Lazo presentando El festival del bolero) eran los ciclos organizados por la Filmoteca. Nada como ir a una fiesta del centro federado y empezar la charla con la Jimena, Fiorella o Ana Laura de turno diciendo: ¿Fuiste a ver la muestra de cine chino? Lo más seguro es que te dijera que no, entonces te ofrecías a acompañarla a la Filmoteca en una próxima oportunidad. Luego, si te ganabas su confianza y estabas en racha ella te confesaba que no iba a la Filmoteca no porque no quisiera ni porque le faltara plata (total, la entrada costaba 5 soles con carnet universitario), sino porque bajar hasta el centro en combi desde la Molina le daba pereza y no tenía con quién regresarse y por Wilson había hartos pirañitas y fumones. Todo esto encajaba a la perfección en tu discurso de macho-comprensivo-sensible-limeño.
Otro recuerdo bonito de la Filmoteca fue un año, en una fecha cercana a veintiocho de julio, minutos antes de las siete dijeron que se cancelaba la función, pero al rato empezó a correr el rumor de que iban a proyectar una película sorpresa para todos los que no fueran lo suficientemente aguafiestas como para quitarse rápido. ¿Verdad o mentira? Como éramos idealistas y antifujimoristas (ya se habían tumbado al Tribunal Constitucional) y el cine era lo único en lo que creíamos, junto a la prosa de Charles Bukowski y la poesía de Alejandrita Pizarnik, esperamos. Total, tampoco había mucho que hacer en casa. Tomar la 13 antes de las 9 de la noche era tristísimo. Al final, casi una hora después, valió la pena esperar: nos pasaron El abuelo de Garci y fue una de las pocas veces en que he visto aplaudir a la gente al acabar una película.
Las otras ocasiones en que he presenciado el fenómeno han ocurrido en lugares remotos, lejos del Perú, en ciudades en las que nunca pensé vivir. La gente aplaudió al final de Un tranvía llamado deseo en la sala de cine Saide, en la calle Olite, en Pamplona, España, en una ciclo de cine clásico (y yo terminé comiendo un pepito en un bar de tapas en Carlos III luego de tamaña experiencia). La otra vez ha sido hace dos domingos, 14 de enero del 2007, en la segunda sala del cine Varsity al final de la proyección de Children of Men. No sé si en la primera sala la gente aplaudió lo mismo al final de The Good Shepherd.
Fui a ver Children of Men para matar el final de la tarde del sábado y salir a una hora de caballeros, o sea las 9 de la noche. Más allá de la película, del guion o de la puesta en escena, fui siguiendo a la actriz que venero: Julianne Moore. Por si acaso advertiré a otros devotos de la señora Moore que su personaje muere antes de la primera media hora de la película, pero su actuación es igualmente de altura, como nos tiene acostumbrados (esa desaparición repentina me hizo recordar inmediatamente a la de Samuel Jackson en Deep Blue Sea, a quien un tiburón se lo zampa de un solo bocado). Por otra parte, he confirmado mis sospechas de que Clive Owen tiene unos pies casi tan grandes y feos como los de Uma Thurman gracias a un primer plano de los mismos y que Michael Caine puede hacer de viejo hippie sin que aquellos roles de adulto mayor responsable y paternal (Las leyes de la casa de la sidra), de papá de Nicole Kidman en Hechizada (gran fracaso del pesado de Will Ferrell a quien solo soporto en Una noche en el Roxbury) o de tío gay refinado (Miss Simpatía) le pesen en absoluto.
De vuelta a casa, en Millcreek, no mucho, me consolé con mi ya clásico atún con mayonesa y esperando encontrar alguna película memorable en la televisión, algo como La mosca o Duro de matar, esa película de Bruce Willis que en España todo el mundo conoce como La jungla de cristal. ¿Será por los acabados del edificio Nakatomi (que en la realidad se llama Fox, vid http://en.wikipedia.org/wiki/Fox_Plaza )?
(Fernando Rodríguez M.)

Tuesday, January 23, 2007

OSCAR: TODAS LAS GANADORAS A MEJOR PELÍCULA

Odiamos el Oscar. Amamos el Oscar. El Oscar nos da náuseas. El Oscar nos arranca lágrimas. Soñamos con el Oscar. Dejamos de verlo por años. Hollywood es la gran lavadora de cerebros y un criadero de talentos. Todo es verdad. Cómanse la contradicción. (MCC)


Es cierto, la cinefilia no es hollywoodense, para esta página, no-hay-banda... y sin embargo, oímos un sonido. Nueva edición de los premios de la Academia, los premios donde no hay Jurado sino son los propios gremios quienes eligen a sus ganadores. La ceremonia es el 25 de Febrero y la anfitriona de este año es la deliciosa Ellen Degeneres. Como adelanto, un vídeo en donde verán a todos los anteriores ganadores al rubro Best Picture of The Year. (FV)

Labels:

Monday, January 22, 2007

LA AUTOCRÍTICA ARGENTINA 2


CUANDO EL CINE DE AUTOR NO LLEGA A CONVENCER

Una vez más, la discusión se arma en las listas de cine provenientes desde Argentina. El celebrado "nuevo cine argentino" tiene aristas que, al parecer, los Festivales de Cine no ven. Rescatamos extractos de un correo del empresario argentino Rafael Val cuestionando este cine que a otros tanto nos gusta, pues la discusión es sana y la pregunta siempre rondará nuestra cabeza con respecto al cine peruano que aún no nace: ¿qué tipo de cine queremos? Ahí va...

(...)

Veo mucha ingenuidad en muchos de los realizadores argentinos, al pretender que su obra sea reconocida y olvidarse de un punto crítico: El cine es arte, pero también es industria (negocio).

Lo Positivo

- Tenemos la cifra más alta de estudiantes de cine per cápita a nivel mundial, lo que en teoría indica la existencia de un caldo de cultivo de mucho talento.
- Somos los principales productores de cine en Latinoamérica.
- Tenemos un talento humano reconocido a nivel mundial.
- Podemos ser la principal generadora de productos audiovisuales de la región.
- La historia cinematográfica y cultural de Argentina es reconocida y admirada en muchas partes del mundo.


Lo Negativo

- No podemos ganar territorio en el extranjero con nuestras películas.
- El promedio de las películas argentinas no supera los 5 puntos, salvo excepciones.
- No entendemos cómo se mueve la industria a nivel global.
- No creemos en el márketing ni en la publicidad de las películas que hacemos, ergo, no las publicitamos como lo indica el ABC.
- Todos quieren ser Fellini o Spielberg, pero nadie quiere pagar el derecho de piso ni el aprendizaje.
- Somos celosos y siempre creemos que nos van a cagar.
- No podemos armar equipos de trabajo sin caer en una lucha de egos y poderes.
- Miramos con desdén a la televisión y criticamos sus productos sin entender o saber que Argentina exporta contenidos televisivos a más de 100 países.
- Queremos inversores que produzcan nuestras ideas sin chistar y nos ofendemos cuando nos hacen alguna sugerencia porque “no voy a manchar mi dignidad y cambiar la obra como la concebí”.
- No utilizamos como aprendizaje la rica escuela de cine publicitario que tenemos y que formó a grandes directores como Carlos Sorín, Luis Puenzo y Fabián Bielinsky (QEPD) entre otros.



Acabo de regresar de Las Vegas donde se realizo uno de los principales mercados de programas de televisión y películas. Estuve con directivos de HBO y Disney, entre otros. Todos coincidieron que Argentina está en un momento justo (por el cambio de dólar a peso) para producir, pero que no tiene proyectos buenos... ¡Leyeron bien! ¡Tienen dinero para producir pero no encuentran buenos proyectos! Confían en el talento argentino y están dispuestos a asumir riesgos, pero no ven buena base en las ideas, guiones, etc.

Pol-Ka y 4 Cabezas está haciendo buenos negocios en América y Europa. Promofilms quiere producir más y exportar más. Los compradores de Europa y Latinoamérica me preguntaban: ¿Qué pasa con el cine argentino que está tan deprimido y depresivo? ¿No producen comedias o buenas historias? ¿Por qué todo el cine argentino es acerca de la marginalidad y los desaparecidos? No sabía qué contestarles. Sólo atiné a decir que es la influencia del tango en nuestra personalidad. En fin…

La industria está en un momento efervescente. Vi muchos realizadores buscando, por ejemplo, producir contenidos para los celulares. Es un mercado que se viene muy fuerte. Otra punta es el mercado hispano- estadounidense que, además de producciones mexicanas, quiere otras cosas y siempre puede conseguir recursos. Los documentales están en su apogeo nuevamente a nivel mundial. Tenemos mucho por mostrar y hacer en ese rubro. A veces para llegar al ansiado largometraje hay que hacer cosas en el medio de las cuales no podemos estar muy convencidos, pero es parte del camino a recorrer.

Sé que muchos se van a sentir ofendidos por esto que digo, pero da mucha bronca e impotencia leer de las frustraciones que se vive aquí y ver que afuera hay interés en nuestros productos y que estamos produciendo y realizando material que no le interesa a nadie, ni a nosotros mismos.

Hace dos años estuve en la oficina de James Cameron, que tiene su propia productora. ¿Cuántas personas creen que trabajaban? ¡Sólo 3 personas! Una secretaria, un guionista y él. Ustedes dirán: “¡Pero es James Cameron!” y sin embargo esa estructura la tiene desde que comenzó hace más de 20 años y mucho antes de Titanic. Cameron me dijo: “Lo que importa es la idea, después quien y cómo se hace”. El tipo recibe guiones que su guionista selecciona, después se lo pasan a él y evalúan los costos de cada producción. De ahí, comienza el peregrinaje para conseguir financiación. En la mayoría de las producciones, Cameron sólo hace de productor ejecutivo.

Dejemos de volar con la megaproducción y pensemos en algo pequeño al comienzo. En buenas historias financiables. En un guión sólido. En algo prolijo y con temática internacional. En Argentina se hacen demasiados cortos que quedan en el cajón de los recuerdos. No compiten ni ganan en festivales. ¡NO SIRVE! Es dinero tirado a la calle para saciar el ego del realizador. ¡De las universidades de cine de Argentina salen egresados que no saben hacer un presupuesto! ¿Cómo van a armar un proyecto si no tienen idea de lo que cuesta hacerlo? Se están formando directores que se frustran cuando salen a la realidad y que luego se convierten en docentes... ¡que forman a otra camada de directores frustrados!

Otro dato. La industria porno está creciendo a niveles nunca antes pensado apoyado por la venta en Internet. Brasil, por los bajos costos, está acaparando mucha producción europea. Si quieren filmar, el porno tambien es válido.

Tengo el listado de los estrenos argentinos del 2006. Se estrenaron muchas películas, pero la mayoría no superó la semana en las salas comerciales. La que batió los récords fue la de Bañeros y eso marca una realidad que, nos guste o no, debemos aceptarla: El publico le teme al cine argentino. Teme pagar una entrada y encontrarse con un bajón. El publico quiere ir al cine a pasarla bien, no a hacerse mala sangre. Analicen las estadisticas de los ultimos 5 años y saquen sus propias conclusiones.

Tenemos que dejar de hacer cine berreta para los amigos y los criticos! ¡Hay que hacer cine para el público! Hitchcock decía que lo unico importante era ver la sala llena y que el publico salga contento, después lo que diga la crítica no era importante. ¡Acá pareciera que es al revés! Se hacen películas para que los críticos y los amigos nos elogien y el publico nos dé la espalda.

Sé que estas líneas van a molestar a varios, pero es lo que pienso. Saludos a todos.



Rafael Val

Saturday, January 20, 2007

SUSAN SONTAG Y LA FOTOGRAFÍA (Y ACASO EL CINE)



La obsesión que Susan Sontag tenía por la fotografía la llevó a enunciar -y, posteriormente, discutir- conclusiones sobre la fotografía y su ineludible lazo con la era moderna. Leyendo bien el siguiente texto, ¿cuántas de estas observaciones pueden valer también para el cine? La revisión teórica, social y artística del quehacer cinematográfico es aún tarea pendiente para nuestros cineastas, pero especialmente para los futuros realizadores, aquellos que deberán superar a las promociones anteriores. (FV)
Por Susan Sontag
Traducción de Aurelio Major
1. La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma.
2. Es la manera ineludiblemente "moderna" de mirar: predispuesta en favor de los proyectos de descubrimiento e innovación.
3. Esta manera de mirar, que tiene ya una dilatada historia, conforma lo que buscamos y estamos habituados a notar en las fotografías.
4. La manera de mirar moderna es ver fragmentos. Se tiene la impresión de que la realidad es en esencia ilimitada y el conocimiento no tiene fin. De ello se sigue que todos los límites, todas las ideas unificadoras han de ser engañosas, demagógicas; en el mejor de los casos, provisionales; casi siempre, y a la larga, falsas. Mirar la realidad a la luz de determinadas ideas unificadoras tiene la ventaja innegable de dar contorno y forma a nuestras vivencias. Pero también -así nos instruye la manera de mirar moderna- niega la diversidad y la complejidad infinitas de lo real. Por lo tanto reprime nuestra energía, nuestro derecho, en efecto, a refundar lo que deseamos refundar: nuestra sociedad o nosotros mismos. Lo que libera, se nos dice, es notar cada vez más cosas.
5. En una sociedad moderna las imágenes realizadas por las cámaras son la entrada principal a realidades de las que no tenemos vivencia directa. Y se espera que recibamos y registremos una cantidad ilimitada de imágenes acerca de lo que no vivimos directamente. La cámara define lo que permitimos que sea "real"; y sin cesar ensancha los límites de lo real. Se admira a los fotógrafos sobre todo si revelan verdades ocultas de sí mismos o conflictos sociales no cubiertos del todo en sociedades próximas y distantes de donde vive el espectador.
6. En la manera de conocer moderna, debe haber imágenes para que algo se convierta en "real". Las fotografías identifican acontecimientos. Las fotografías les confieren importancia a los acontecimientos y los vuelven memorables. Para que una guerra, una atrocidad, una epidemia o un denominado desastre natural sean tema de interés más amplio, han de llegar a la gente por medio de los diversos sistemas (de la televisión e internet a los periódicos y revistas) que difunden las imágenes fotográficas entre millones de personas.
7. En la manera de mirar moderna, la realidad es sobre todo apariencia, la cual resulta siempre cambiante. Una fotografía registra lo aparente. El registro de la fotografía es el registro del cambio, de la destrucción del pasado. Puesto que somos modernos (y si tenemos la costumbre de ver fotografías somos, por definición, modernos), sabemos que las identidades son construcciones. La única realidad irrefutable -y nuestro mejor indicio de identidad- es cómo aparece la gente.
8. Una fotografía es un fragmento: un vislumbre. Acopiamos vislumbres, fragmentos. Todos almacenamos mentalmente cientos de imágenes fotográficas, dispuestas para la recuperación instantánea. Todas las fotografías aspiran a la condición de ser memorables; es decir, inolvidables.
9. Según la perspectiva que nos define como modernos, hay un número infinito de detalles. Las fotografías son detalles. Por lo tanto, las fotografías se parecen a la vida. Ser moderno es vivir hechizado por la salvaje autonomía del detalle.
10. Conocer es, sobre todo, reconocer. El reconocimiento es la modalidad del conocimiento que ahora se identifica con el arte. Las fotografías de las crueldades e injusticias terribles que afligen a la mayoría de las personas en el mundo parecen decirnos -a nosotros, que somos privilegiados y estamos más o menos a salvo- que deberíamos sublevarnos, que deberíamos desear que algo se hiciera para evitar esos horrores. Hay, además, otras fotografías que parecen reclamar un tipo de atención distinto. Para este conjunto de obras en curso, la fotografía no es una suerte de agitación social o moral, cuya meta sea incitar a que sintamos algo y actuemos, sino una empresa de notación. Observamos, tomamos nota, reconocemos. Ésta es una manera más fría de mirar. La manera de mirar es lo que identificamos como arte.
11. La obra de los mejores fotógrafos comprometidos socialmente es a menudo condenada si se parece demasiado al arte. Y a la fotografía tenida por arte se le puede condenar de modo paralelo: marchita la emoción que nos llevaría a preocuparnos. Nos muestra acontecimientos y circunstancias que acaso deploremos y nos pide que mantengamos distancia. Nos puede mostrar algo en verdad horripilante y ser una prueba de lo que es capaz de tolerar nuestra mirada y que se supone que debemos aceptar. O a menudo simplemente nos invita -y esto es cierto en casi toda la fotografía contemporánea más brillante- a fijar la vista en la banalidad. Fijar la vista en la banalidad y también paladearla, recurriendo precisamente a los mismos hábitos de la ironía que se afirman mediante la surrealista yuxtaposición de consabidas fotografías en las exposiciones y libros más refinados.
12. La fotografía -insuperable modalidad del viaje, del turismo- es el principal medio moderno de ampliación del mundo. En cuanto rama del arte, la empresa fotográfica que hace más amplio el mundo tiende a especializarse en temas al parecer provocadores, transgresores. La fotografía puede estar diciéndonos: esto también existe. Y eso. Y aquello. (Y todo es "humano".) Pero ¿qué hemos de hacer con este conocimiento, si acaso es un conocimiento, digamos, del ser, de la anormalidad, de mundos marginados, clandestinos?
13. Llámese conocimiento, llámese reconocimiento; de algo podemos estar seguros acerca de esta modalidad, singularmente moderna, de toda vivencia: la mirada, y el acopio de los fragmentos de la mirada, nunca pueden completarse.
14. No hay fotografía definitiva.

Friday, January 19, 2007

CINE Y POESÍA



Una de las más gratas alegrías que nos viene trayendo el verano es el fugaz retorno de la poeta Lena Retamoso, una de las amigas más queridas y divertidas que conservamos desde la Facultad de Letras. Ella guarda celosamente el secreto de su segundo poemario, pero antes de regresar a New York, nos otorgó la libertad de subir algunos de sus viejos poemas, al menos aquellos que tienen algo que ver con el cine.
A este paso, Nave de Locos volverá prontamente a la vida.
(FV)

L´oiseau et la pierre

A la Filmoteca
Olvidaste la lluvia rozándome tus labios
como luna abierta como grillo desalmado
con mi recuerdo de pie cayendo en tu mejilla
bajo el oscuro tibio de mar que se quejaba
-Él era un hombre sentado en un verso-
sus labios en las hojas, árbol con puntas de miedo
untándote la noche
abriéndote su seno
lágrima de luz
entre palmas invierno
-Ella y sus rodillas de tímida butaca-
sobre césped de nubes acostando tu voz
ella caminante de ausencias en los dedos
resbaladiza cintura que solo el sueño muerde
El mismo deseo abrimos tantas veces
la misma piel
elmismo aire
este silencio
*
A Hiroshima mon amour, de Alain Resnais

Hablabas

espacio tembloroso enfermo de instantes

luna como cuello de tierra atravezado

mar en tus dedos junto

náufrago

silencio

de arena

*
Te estás yendo. Las palabras aterrizan rotas cuando escribo, mi vientre está frío, muerto, como el olvido. Todo encuentro es una espalda inmensa. Todo roce, la tumba que yo quiero.

"Tú y yo", es esta cercanía mi mundo, mi lectura, mi poema; mi dolor y mi impulso. Cercanía hecha de sombras negras que de la muerte me aleja.

*
A Robinson Díaz

Mientes
con el dolor de no saber
quién vive en tu cuerpo
(Poemario Milagros de Ausencia, 2002)

Wednesday, January 17, 2007

DIARIO (PRIVADO) DE UN CINÉFILO

0.0.
Lo primero que recuerdo, cuando me recuerdo como un ratoncito dentro de un enorme cine, es justo a los ratoncitos Bernardo y Bianca, los recuerdo tan bien que los recuerdo mejor que a mis compañeritos del kinder. Te los podría sacar, si quieres, en este momento, de mi bolsillo, y se pasearían por mí, y empezaría a hablar con ellos. ¿Quieres? Pero fue poco después, a los nueve, cuando tuve una experiencia más compleja en la escala evolutiva. A diferencia de los ratoncitos, que obviamente habían tomado vitaminas para ser más grandes allá en la pantalla grande, no estaba preparado para lo que se me venía. Había una vez en Lima un cine muy grande y de lujo, el Cine Roma, que era un cine profundamente azul. Al niño que yo era se le hundían los zapatos al pisar la alfombra. Me cercioré de que no iba a hundirme más (había perdido de vista mis zapatos) y entonces seguí caminando a pasitos hundidos.



0.1.
No necesitas ser un niño para aburrirte con 2001. Eso es posible a cualquier edad. Era la historia de la humanidad, contada desde un punto de vista inhumano. O casi. Pero una imagen me despertó de mi letargo. El astronauta ya anciano, habitante de la nave espacial, está en espera de algo. Entonces se transforma. Ahora es un feto cósmico, de ojos inteligentes, que se acerca y que amenaza con salirse de la pantalla. Estoy aterrado. Ese feto pone en duda todo cuanto me habían enseñado hasta ahora. Me tomará sus buenos años descifrar las implicancias del mensaje. Yo que acababa de hacer mi Primera Comunión apenas el año pasado.


0.2.
La Filmoteca de Lima era el templo cinéfilo. Son años enteros de mi vida los que no se explican sin esa sola palabra: Filmoteca. Ahí vi Solaris. Ahí conocí el planeta pensante. La mujer de Kelvin estaba muerta y no lo sabía. Al darse cuenta y al no poder soportarlo, se suicida. Pero es un (hermoso) pensamiento corpóreo, no puede morir. Resucita convulsionada. Yo, como Kelvin, la prefiero a ella por encima de todas las verdades científicas.




0.3.
Con frecuencia me da por pensar que el actor más sublime que he visto es un burro. Desde que nace hasta que muere, de dueño en dueño, Balthazar va al azar (la película se llama así, Al azar Balthazar). La inocencia de un animal como un santo y un sabio y un niño y un ángel que nos ve como tristes animales ya sin ninguna inocencia. No hay nadie, además, que sea más tiernamente humano que él en toda la película. Bresson es el antídoto moral para los estúpidos amantes de los efectos especiales y los actores engreídos. Y más importante, sin ese hambre de pureza (en medio de la nada del vicio y del mal) que se encarna en Balthazar, la existencia no es sólo ciego azar, sino, necesariamente, un asqueroso error. Para Bresson la plenitud con que cada uno de nosotros sueña o soñó no pertenece a este mundo.



0.4.
Carrie tiene la menarquia. El agua enrojece y ella grita como loca sin saber qué pasa. Necesita desesperadamente ayuda. Sus compañeras la lapidan con doscientas toallas higiénicas.


0.5.
En mi viejo cuadernito lo tengo todo apuntado. En él llevo la cuenta de las películas que he visto desde 1996, mi año 1 de cinéfilo. Le película que más amo en el mundo: la vi primero el lunes 24 de mayo de 1999, luego la vi el martes primero de junio, y por último dos días después, el jueves tres. La segunda y la tercera vez ni siquiera almorcé y tuve que hacer un viaje de casi 80 minutos para llegar a mi destino. La vi tres veces en diez días. Quería estar absolutamente seguro de que era la mejor película que había visto en mi vida. L'Atalante no es una película, para mí es un milagro. Es un sueño, de principio a fin. Es poesía pura. Hay imágenes que parecen arrancadas del otro lado, ese al cual sólo tenemos acceso en raros, escasos momentos, y esa es la razón de fondo por la que seguimos vivos. No cabía en mi pellejo. Casi me sentía levitar.

0.6.
Sé por experiencia que hasta las mejores se pueden caer en una segunda, tercera, cuarta visión. Pero ésta no. Seguía igualita, fresca y mágica, carnal y celestial. Cada vez era una nueva primera vez, un estado de gracia. La vanguardia rusa, precursora del neorrealismo italiano, pionera del realismo poético francés, naturalista y surrealista al mismo tiempo, cómo pudiste, Jean Vigo. Eres esa frase de Shakespeare. Estamos hechos de la misma materia que nuestros sueños. Rimbaud del cine. Más Rimbaud que Rimbaud para mí. Si yo pudiera ser una película, o si pudiera vivir dentro de una, me encantaría ser o vivir en L'Atalante. Si una mujer me hace sentir alguna vez lo que sentí con esta película, hasta sería capaz de intentar quedarme con ella por el resto de mis días.





0.7.
¿Es ésta la mejor película de la historia del cine? No jodas. Me pareció una película fría, cerebral, antipática, pesada, enfática, jodidamente hábil, eso sí, pero en general, sin alma. Welles podrá ser un genio -vaya palabra- pero no encuentro en él la entrega incondicional donde un ser humano (llámese artista) se está jugando la vida. A Welles tal vez le ocurrió lo que al protagonista: nunca desnudó su secreto. Cuélguenme de los huevos si quieren, cinéfilos del mundo. Adelante. No me gusta Ciudadano Kane.


La propia película parece el mitológico Xanadu del Emperador Kublai Khan y el sueño transcrito en verso del poeta inglés Coleridge. Kane, perdón, Welles, quedó atrapado como Kane dentro de su magnífico palacio. Nunca pudo hacer otra película como ésta. Su alucinante carrera se detendría en más de un sentido justo ahí. Y Kane, como historia, siempre me ha parecido la glosa, en dos horas laberínticas, de estas inteligentes palabras: De qué le sirve a un hombre conquistar el mundo si pierde su alma.



0.8.
He creído entenderla por completo, he creído no entender nada de ella, la he visto con excitación, con enojo, con curiosidad, con impaciencia, con fascinación, con aburrimiento, ahora la siento como creo que es; tan calculada como anárquica, tan abierta como hermética, tan cachosa como desesperada, algo torpe en su experimentalismo audaz, y en definitiva genial, única, irrepetible. Soporta sin inmutarse la mayor cantidad de visiones y lecturas cruzadas. Last but not least, Un perro andaluz es la puta madre de todos los video clips para mí. No sé cómo no la pasaron hasta ahora en MTV. Y de paso, se trata del rompecabezas que contiene la matriz de toda la obra del tío loco de Luis Buñuel, modesto discípulo del Divino Marqués.



0.9.
Estaba solo, en casa, encerrado en mi cuarto, cómodamente envuelto en mi frazada, cuando la vi. No solamente lloré, sino que sollocé. Johnny got his gun es, entre tantas cosas, una metáfora de todos los dolores y de todas las mutilaciones que no escogimos. ¿¡Qué mierda es la humanidad!? La historia del hombre-muñón hasta hoy me sigue obsesionando. Como en las mejores películas de guerra, es una película que está contra la guerra: que sólo puede ser entendida como el clímax de un trágico error que se disfraza siempre de justo y necesario. Parece tonto decirlo, pero no, es al contrario, lo cobarde es NO DECIRLO: el único campo de batalla real, es el corazón del hombre. Es inútil buscar la salvación, o la perdición, en otra parte. Mientras tanto, Johnny sigue siendo mutilado porque es nuestro pan con sangre de cada día.




0.10.
Esta tarde el cielo tiene los colores de un musical, y esa chica me mira como si los de maquillaje le hubieran puesto lágrimas artificiales. De pronto hay un silencio de película muda que nos amenaza y nos seduce de manera siniestra. El día pasó demasiado rápido: se ha esfumado como el recuerdo de un sabor fantasma o un olor hipnótico. Probablemente haya sido editado por un poeta con amnesia. No seguiré la mejor tradición del cine negro: ella continuará con vida. Por supuesto, se trata de un pésimo final; pero, con suerte, su conciencia (es una hipótesis) la matará lentamente. No te pierdas la secuela y la precuela. Pronto en las mejores salas. Aproveche el 2x1.





0.11.
La gente que trabaja ahí -para ellos es un TRABAJO- me mira con sonrisas torcidas que delatan sin disimulos lo que piensan de mí. Es la cuarta vez que voy a ver Pulp Fiction en tres semanas, la película pop soñada, la película con la que sin darme cuenta empiezo a ser cinéfilo. Voy tímido y avergonzado como si me hubiera enamorado de una puta o de la chica más hospitalaria del barrio. Pero ellos jamás sabrán lo que es bailar el twist con Uma Thurman. Pobres.




0.12.
La guerra es el estado normal de la civilización civilizada. Las hay mortalmente vitales, algunas duran francamente demasiado. Como una enfermedad que sólo se cura con la muerte. 700 años, por ejemplo, hablando de Irlanda. Una guerra subterránea, de catacumbas, negada por el gobierno británico, cubierta por el velo de la distracción, de la indiferencia. Agenda Secreta posee un regusto kafkiano sin apoyarse en dimensión metafísica alguna. Ken Loach es un cineasta comprometido, cuando otros nunca tendrán la menor idea de lo que significa esa palabra. La Historia secreta bajo la Historia oficial es la historia siempre a descubrir. La rabia contra el Poder que se sabe impune es un sentimiento que aprecio. Esa rabia, unida a la frase de Marco Aurelio: "La mejor manera de vengarse de un enemigo es no parecérsele", es y será el germen del cambio. Y Loach no ha perdido ni la fe ni la esperanza ni la rabia.




0.13
Voy con una nueva amiga al cine. Como yo ya he visto la película (hace muy poco), es imposible evitarlo: dedico parte de mi tiempo a observarla. Veo que su rostro se transforma, sus ojos se agrandan, se encienden, se humedecen, veo matices de emoción que no le conocía. Se concentra de tal forma, se sumerge, está lejos, está sentada a mi lado, sé con toda certeza que me será imposible dirigirle la palabra por las próximas dos horas. Siento algo como un cordón umbilical entre sus ojos y la pantalla. El resto del universo no tiene la menor importancia para ella. La veo firmemente perdida en el fondo de ese laberinto, pero -para bien y para mal- parece completamente decidida a recorrerlo hasta el final. Y aunque permanece casi sin moverse (y si hace algún movimiento es sólo para regresar a la posición anterior), temo que alguna fuerza oscura -aprovechando la sala oscura- la arrastre, se la lleve, así que la miro de vez en cuando para comprobar que sigue ahí, y por si tal vez necesita (y quiere, nunca se sabe) que la rescaten.




0.14.
Desde niño miraba la luna, sentía muchas cosas pero no podía decirlas. Una de ellas es que la sentía como a una persona, su presencia era muy fuerte para mí, había un deseo de tocarla, no sólo de mirarla. Y algunas almas gemelas con las que me encontré después, se encantan con la luna y hasta sonríen cuando la miran, tanto como yo. Por eso la luna de Mèliés, con su cara de engreída estúpida lunática parece una variación chistosa y no menos mágica que mis sensaciones en relación a ella. Es una, pensándolo bien, luna más bien medio marciana. Así y todo yo prefiero viajar con Mèliés que en el Apolo XI. Es que con el primero, no hay viaje de vuelta.



(Mario Castro Cobos)

Tuesday, January 16, 2007

VIDEO DE LA SEMANA: EMMANUELLE BÉART

Aunque nuestras pasadas, actuales y futuras parejas se quejen, Emmanuelle Béart es tan espectacular que no podemos evitar pelearnos por ella, aunque ni sepa que existimos. Esta reciente publicidad solamente nos da un poco, muy poco, de su imposible belleza. Provecho.

Monday, January 15, 2007

COCKTAIL DE MUJERES FANTASMA (en envase de película)


TOP TEN

DIEZ.- Naomi Watts en Mulholland Drive, de David Lynch, 2001.
Lon Chaney, David Bowie, Naomi Watts. Pensarán que estoy loco pero creo lícito afirmar que Naomi tiene tantos rostros excitantes, ángulos inéditos, matices delicados y momentos inolvidables, experimentando, casi inadvertidamente tal número de transformaciones, de lujuriosa multiplicidad de veras única, que en este papel irrepetible, tatuado en la memoria, es la heroína posmoderna, la víctima dark y naïve que nuestros sueños, que gustan ser precisos, andaban buscando. Su actuación es la de un camaleón en un laberinto, saltando de repente al otro lado del espejo. Los sueños más blancos provocan pesadillas horribles que sólo cesarán pistola en boca, como si fuera una flor con abejas de metal o una pastilla que se dispara. Mulholland Drive es un film brillante y sombrío sobre la muerte de los sueños. Naomi sufre, se divierte, llora, sueña, se enternece y se excita, goza, tiembla, ama y odia a muerte, como ninguna. David Lynch siempre será demasiado para Hollywood. La fábrica de sueños, en su mediocridad fastuosa, raramente tolera exploradores tan radicales y consecuentes.


NUEVE.- Mia Kirshner en Exotica, de Atom Egoyan, 1994.
No tocar. La fuerza alucinógena y ritual de un travelling, lento y largo se apodera de nosotros. Impregnada de reminisencias paladeables a lo Lolita, refleja, en fragmentos sobre un vacío abierto a la incertidumbre y en apariencia (sólo en apariencia) desordenados, que interactúan con el subconsciente, una historia sumergida que se revela insinuándose, que se penetra bordeando, que se ilumina como un cuerpo desnudo en la sombra. Una historia es, tal vez no más (sobre todo ésta) que un mosaico de pequeñas sensaciones impalpables en el océano (siempre y nunca el mismo) de la mente y su misteriosa vida en movimiento. Ella, disfrazada de colegiala, absorta, en el goce de sí, entrega su doble, su sola imagen a los soñadores inmóviles, contando con su cuerpo para contar una historia, o para ser pantalla viviente en la que se proyectan edificios de fantasía. El hombre que va a verla, que ve lo que sólo él ve, es la otra mitad de esa historia. La regla dorada (como un pez) del Club Exótica reza que ningún cliente puede tocar ninguna parte de los cuerpos de las bailarinas, presencias voluptuosamente curativas en la atmósfera fantasma. Violar, con extrañeza, con indecisión, dicha regla, precipitará el dominó del drama. La memoria posee la arquitectura más laberíntica, elusiva, imprevisible y exótica. Egoyan, cómo no, disgusta a los que saben poco o nada de las posibilidades reales del cine. Un arte escandalosamente joven, apenas si explorado.


OCHO.- Emmanuelle Béart en Un coeur en hîver, Un corazón en invierno, 1992, y Nelly et M. Arnaud, El placer de estar contigo, 1995, de Claude Sautet).
Cuerpo de mujer, rostro de niña. Emmanuelle es tan linda, tan linda, tan linda, que a veces duele mirarla. No es linda, por favor, en un sentido corriente y fácil, sino en el más puro y angelical, que tu alma ensuciable y sucia y ensuciada y ensuciadora sólo comprenderá (tal vez) en cuanto la hayas visto así, con un aire sincero y desarmante de inocencia, con su gesto de boca infantilmente carnosa en forma de corazón y asombrados y asombrosos ojos enormes tan dulces, tan transparentes, que quiebran cualquier intento de ironía. Transmite una sensación de integridad, tan cierta, tan fuerte como su belleza, que transporta. El alimento corporal más elevado, carne celeste, para las fantasías más inconfesables, no tanto por pervertidas, sino por indeciblemente hermosas, por increíblemente delicadas. Sautet hace que broten orquídeas del páramo cotidiano. Con su estilo invisible es capaz de, en una mirada, verlo todo. El amor recién nacido no sabe pronunciar su nombre. El director ausculta gestos mínimos, que significan a menudo demasiado, pero que abandonan rápidamente la superficie. El drama de lo no-dicho, tan parecido a la vida. La frustración y la incomunicación convertidas en conocimiento infinitamente compasivo del alma humana, en poesía.


SIETE.- Sean Young en Blade Runner, de Ridley Scott, 1982.
Se trata de un nuevo modelo, de lo más avanzado, lo último, lo más reciente, vanguardista y audaz. La tecnología es un helado con sabor a Dios. Le hicieron creer que era humana. No lo es, pero vaya si lo parece; hola, bella androide. Sus recuerdos no son suyos: le fueron implantados. Todo falso, nada real, excepto una lágrima al descubrir la verdad. ¿Puede un robot ser humano? ¿Puede un humano ser robot? Si alguien lo sabe, que me lo diga. Tal vez los robots nos sobrevivan y sean más humanos que nosotros. Cuando la ciencia ficción llega más lejos, sólo unos pocos años luz por delante del realismo standard.


SEIS Y CINCO.- Carole Bouquet y Angela Molina en Cet obscur objet du désir, Ese oscuro objeto del deseo, de Luis Buñuel, 1977.
Algunos sí que se despiden bien. Surrealista, soleada, socarrona y triunfal, de lo más juvenil, la última película de Buñuel se pasea con sabio impudor por los meandros de los mitos de la mujer-objeto y del ángel-puta, exponiéndolos con la irrefrenable exactitud de una radiografía, además del gesto atlético y soberbio de esquizofrenia narrativa, estampado en dos actrices muy distintas encarnando un único papel. Hazaña perturbadora, lograda limpiamente. Dos o doscientas no importan, jamás sabremos, de todas formas, quiénes son ellas. Difícil olvidar a Fernando Rey lloriqueando como un niño chiquito al no poder desamarrar el cinturón de castidad de yute que lo priva de "hundir el bastón de jade en el valle de oro". Fuerza, Caballeros. Nuestro sexo era el débil.


CUATRO.- La Muñeca en Grandeur Nature, Tamaño Natural, de Luis G. Berlanga, 1976.
Un hombre va al aeropuerto. Recoge una caja. Es una muñeca. Vivirá un romance con ella. Es la mujer perfecta. No come. No habla. Qué envidia. Ve cintas pornos con ella, se baña con ella, hace el amor con ella... y hasta se casa con ella. Desopilante y melancólica escena final, cuando él provoca un accidente de auto, en donde ella "muere". Sí. Lo engañaba. No es posible, ya no se puede confiar ni siquiera en las muñecas. La única película francesa de Berlanga es la que más me gusta de las suyas, por su elegante desenvoltura, su finura escabrosa y su sátira feroz. Conduce el chiste hasta límites salvajes con pulso relajado y seguro. Espero que a mí me vaya mejor que a Michel Picolli. Deséenme suerte; también yo acabo de encargar mi muñeca.


TRES.- Natalia Bondarchuk en Solaris, de Andrei Tarkovski, 1972.
Un océano pensante puede materializar los más profundos deseos. La mujer muerta de Kelvin de pronto aparece, acostada en la cama, al parecer, viva. Al ser y no ser, al no estar ni viva ni lo contrario, y al no poder soportar esta situación, al descubrirlo más tarde, se suicida. Pero es un hermoso pensamiento corpóreo (o tal vez sea más que eso), no puede morir. Resucita entre convulsiones en largos planos extraños que se sostienen sin cortes. Kelvin (no es el único), la prefiere a ella más que a todas las verdades científicas. En Tarkovski, el cine, si es algo, tiene que ser una aventura metafísica. El hombre busca su esencia, su espíritu, desesperado y solitario en medio de un mundo brutal y ajeno.


DOS.- Kim Novak en Vertigo, de Alfred Hitchcock, 1958.
Tengo miedo de caer. Como ese genio inmortal llamado Stendhal, Hitch era un caballero romántico que el azar enmarcó en cuerpo de cerdito. Aquí se quita la coraza. Por completo. La fantasía gótica parte de la pesquisa detectivesca para jugar primero a la explicación sobrenatural, y luego, a la simple vulgaridad del crimen. No faltan los siempre hábiles toques de humor y de ironía, seguramente para poder respirar mejor entre fantasmas. La colorida fotografía enriquece decisivamente una historia abismal y necrófila. Los rasgos físicos de Kim Novak son a la vez vulgares y sublimes. Eso es peligroso porque puede hacerla doblemente irresistible. Aunque tiene corazón, carece de identidad. Es el hueco en el centro del espiral. Por eso, verla morir, es despertar.


UNO.- Marlene Dietrich en Die Blaue Engel, El Ángel Azul, de Josef Von Sternberg, 1930.
Diosa corruptora, vaciadero de culpas, caja de Pandora, con las piernas abiertas o entreabriéndose. No sé ni me importa si el abismo nazi equivale en alguna curva o turgencia a las piernas de leyenda de Lola-Lola. El escenario. Un Berlín demasiado alegre. La situación. Por defender a sus alumnos de un peligro moral, el digno y severo profesor acude a increpar a la heterodoxa educadora de cabaret sus métodos de "enseñanza". Ella, con su indiferencia de gato lamiéndose desarmará al docente convirtiéndolo en alumno; y qué maestra: le dará una lección de vida (de muerte) que tomará la forma final de matrimonio con cuernos y un payaso asesino chillando kikirikí. Porque ud. lo ha pedido, profe. Película barroca y viscosa en los albores del cine sonoro, fue leída muy mal por críticos de todos los pelajes. Porque el caos habita tanto el alma de los reprimidos como de los promiscuos. Oh, Marlene, qué hubiera sido de mi infancia sin tus piernas. Por eso y por otras cosas bendigo a mi vieja tele en blanco y negro.

(Mario Castro Cobos)

Saturday, January 13, 2007

PRIX DU JURY - OJO DE VIDRIO 2006

El domador puso su cabeza
en la boca del león
yo
yo puse solamente dos dedos
en la garganta del Bello Mundo
No tuvo tiempo de morderme
Jacques Prevert


Mariposa negra, a quien alguien comparó con Exótica, ganó cuatro categorías. El Ojo de Vidrio absoluto es para ella. No hay más. Es nuestro cine ... (¿o es el cine de otros?)
¿Madeinusa? Bien, gracias, discreto debut ¿y? ...
Lo demás, la constatación del crepúsculo cinematográfico que nos cubre hasta asfixiarnos.
El Bello Mundo debería mordernos.
Seguimos esperando al 'cine'.
Alonso Izaguirre
Coordinador delegado Jurado Nacional Premio Ojo de Vidrio 2006



MIEMBROS DEL JURADO

Alonso Izaguirre - Diario Perú.21
Gabriel Meseth - Revista Godard!
Paco Pulido - Página Agenciaperu.com
Luis Carlos Burneo - Blog del Cinematógrafo
Laslo Rojas - Página Cinencuentro.com
Julia Gamarra - Blog La Cinefilia no es Patriota


RESULTADOS
MEJOR PELÍCULA PERUANA DEL 2006, SEGÚN SU ASPECTO TÉCNICO
GANADORA: Madeinusa.
Por hacer de la Utopía Arcaica un retablo for export, con color estándar de postal musical.
TRIBUTO A LA MAYOR VEROSIMILITUD
GANADORA: La Prueba.
Jimena Lindo y Pietro Sibille a punto de tener sexo.
MEJOR ESCENA KITSCH
GANADORA: Mariposa Negra.
Ivonne Frayssinet entrena a Melania Urbina para hacer cositas ricas.
MEJOR ESCENA SUBCONSCIENTEMENTE CÓMICA
GANADORA: Mariposa Negra.
Al abrir la puerta del salón del hotel, Melania Urbina se golpea la vista con la parodia de Montesinos hecha carne.
MEJOR ESCENA LÉSBICA
GANADORA: Mariposa Negra.
Frayssinet y Urbina se sienten como si besaran a las ranitas de La Prueba.
MEJOR DEBUT AFRODISÍACO
GANADORA: Chicha tu madre.
Karen Dejo como bailarina electro-dark.
MEJOR ADAPTACIÓN DE OTRA FUENTE
GANADORA: Peloteros.
Remake barato de Mañana te cuento para el público C/D, ambas dirigidas por el travieso Gustavo Sánchez.
MEJOR ENTONACIÓN RUTINARIA DE UN ACTOR O ACTRIZ
GANADORA: La prueba.
Gianfranco Brero, sea Marlon Brando o bodeguero de La Escondida, siempre suena igual.
MEJOR ESCENA ERÓTICA SUBDESARROLLADA
GANADORA: Madeinusa.
Magaly Solier y el capitalino en demostración interracial del sexo al paso.
ONE-LINER DEL AÑO
GANADORA: Mariposa Negra.
“Palomita… ya me están dando ganitas otra vez” Ivonne Frayssinet dixit.
MEJOR PELÍCULA SOBREVALUADA POR UNA ELITE LIMEÑA BIENPENSANTE
GANADORA: Madeinusa.
MAYOR ORIGINALIDAD EN EL NOMBRE PARA PERSONAJE DE FICCIÓN
GANADORA: Peloteros.
"Vargasllosita", personaje interpretado por Cristian Ruiz.
MAYOR AUTENTICIDAD EN LA CONCEPCIÓN DE UNA PELÍCULA
GANADORA: Peloteros.
Porque la inquietud de un grupo adolescente no es un tema manido y Mañana te cuento fue sólo un borrador pituco.
MEJOR DIRECTOR CONSERVADOR O LIBERAL (EN EL PERÚ ES IGUAL)
GANADOR: Sandro Ventura
Por su huesudo intento de farsa dramática y entusiasmo independiente.
EN CONSECUENCIA...
Tanto el Jurado como el Público eligieron a MARIPOSA NEGRA como la justa ganadora. Debido a esto, les ofrecemos a continuación una nueva revisión sobre la última película de Francisco J. Lombardi. Agradecemos a todos los que participaron y esperamos tenerlos de vuelta para la Segunda Edición del Premio Nacional Ojo de Vidrio, Versión 2007.
Si quiere conocer los resultados del Público, ingrese aquí:
Si quiere revisar nuevamente todas las candidaturas iniciales, ingrese aquí:
LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA