LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Monday, March 31, 2008

EL POEMA DE LA SEMANA: ADONDE IR



DEAMBULAS


A veces te fatigas
y el vacío se inunda
de otros vacíos
…..

Otras veces te arrugas
y el vacío se transmuta
en tu mirada radar
de otras miradas
…..

El cansancio supino
mientras supiste gritar
te hace voltear
y las grietas del cuerpo
se contraen en las del alma
…..

El hastío casi soberbio
y casi sobra
del hastío de Dios
mientras presencia
la barbarie y
el atropello de la curiosidad
te provoca
a quebrarte una uña
y soplar contra la muralla
que rodea la rueda de tu raza
…..

Te cansaste de ser humano
desértico ático
en el ataúd nefelibato
de las voces
porque soñar
es como un columpio malogrado
y abrir los ojos
es como descubrir
la soledad de un zoológico
y volver a cerrarlos es la solución partida
…..

Te cansaste de ser humano
y una mariposa
es el eco de una estampida
¿por qué la vida
es un hueco en la huella digital?
…..

Te cansaste de ser humano
entonces de ser medio animal
y el reloj de arena
gira incesante cual una media verdad
…..

Sin embargo hombre periscopio
embriagado sostienes tu clavícula
y en un suspiro viajas al útero de la espera …..


ALBERTO JAVIER ANGULO CHUMACERO



LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA





Sunday, March 30, 2008

“F” DE FESTIVAL. DE UN ABECEDARIO DEL CINE, POR PETER WOLLEN.

Mussolini Benito
La F –quizá ya lo haya adivinado ud.– es de festival. Los festivales de cine empezaron en la década de los 30, cuando Mussolini fundó el festival de Venecia como parte de su esfuerzo por convertir a Italia en el centro del cine europeo.

Cannes
Después de la guerra, Cannes comenzó a desempeñar un papel similar. Más tarde llegaron Berlín, Edimburgo, Toronto, Toronto, Pesaro y Túnez. Ougadougou, Telluride, Sundance y el Festival del Sol de Medianoche en Finlandia, al norte del Círculo Ártico. El número de festivales empezó a aumentar hasta el infinito.

Venecia


Berlín

Recientemente, en Brasil, Arthur Omar, el pintor y realizador de vídeos brasileño, me contó su teoría de que existe todo un nuevo género de películas: el género de películas para festival. Las películas de este género se hacían especialmente de acuerdo con sus propias normas y tradiciones para ganar premios en festivales. Eran inmediatamente reconocibles como películas para festival por jurados, críticos y público en general. Se habían integrado en la institución del cine.


Antonio Cavalcanti

El cine de festival es difícil de separar de la idea de “nueva ola”. Después de la nouvelle vague francesa, llegaron los nuevos cines de Italia y Alemania: Bertolucci, Pasolini, Fassbinder, Wenders, Syberberg. De hecho, el apoyo al “joven cine alemán” lo organizaron, con gran éxito, Alexander Kluge y Volver Schlöndorff basándose en el modelo de la nouvelle vague francesa. Gradualmente, “las nuevas olas” se extendieron fuera de Europa: se produjo el cinema novo brasileño, bajo el liderato de Glauber Rocha, director de Dios Negro y Antonio das Mortes, que fundió la idea de una nueva ola europea con el proyecto brasileño tradicional, derivado de Cavalcanti, de crear un “cine del noreste”, de las zonas rurales. Más tarde llegó el descubrimiento de la nueva ola china, la nueva ola australiana, la nueva ola taiwanesa, la nueva ola iraní. El término “nueva ola” comenzó, en efecto, a fundirse, con el de “cine nacional”. Ya no representaba una revolución, sino una tradición.


Glauber Rocha

La Cinefilia No Es Patriota

Saturday, March 29, 2008

“E” DE EISENSTEIN. DE UN ABECEDARIO DEL CINE, POR PETER WOLLEN.


¡Eisenstein! trabajando en Octubre (1928)



Y si te perdiste las otras letras...



A: http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2008/02/un-abecedario-del-cine-por-peter-wollen.html


B: http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2008/02/b-de-un-abecedario-del-cine-por-peter.html



C: http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2008/02/c-de-cinefilia-un-abecedario-delcine.html



D: http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2008/02/d-de-danza-un-abecedario-del-cine-por.html





La E, se entiende, corresponde a Eisenstein, otro cineasta arruinado, un creador de imágenes “obsesionado por la escritura” (en expresión de Daney), por el plano como ideograma, por la sincronización del sonido, el movimiento y la imagen. Eisenstein se hizo famoso mundialmente en los días del cine mudo y, como muchos directores de aquel periodo, tenía sentimientos encontrados sobre la llegada del sonido.

Temía que el cine –que se había establecido como arte autónomo durante la época muda– sería recolonizado, por así decirlo, por el teatro y por el diálogo escrito. Decidió, por lo tanto, formular un proyecto completamente diferente para el cine sonoro, uno que se basase en la sincronización de los sentidos, el auditivo y el visual, en los que la banda de sonido interactuase con la imagen, como la música interactúa con la danza.


Eisenstein estudió las primeras películas de dibujos animados de Disney –especialmente las de Mickey Mouse–, donde el gesto y la edición estaban sincronizados con la partitura musical. En Alexander Nevsky, trabajó con su compositor Prokofiev, de la misma manera, para crear un tipo de espectáculo audiovisual integrado. Cuando la tiranía soviética impidió a Eisenstein cumplir sus planes en el cine, esperó poder realizarlos en la ópera. Montó una producción escénica de Wagner, volviendo al gran teórico novecentista alemán de la integración de las artes escénicas (el drama, el espectáculo y la música), no en forma jerárquica, como en la Poética, sino en términos de estricta igualdad.

Straub / Huillet

Daney asumió la postura contraria, la brechtiana: el sonido y la imagen debían estar en conflicto. En el estudio que hace de las películas de Straub y Huillet, Einleitung y Moisés y Aarón, los elogia por su disyunción e sonido e imagen, su insistente heterogeneidad. Sonido e imagen, bromeaba Daney, no estaban “reconciliados”. Como Daney, yo era un gran admirador de Straub y Huillet, con su disgusto brechtiano por las unidades de cualquier tipo. Fue el ejemplo que seguí en mis propias películas. Pero, para mí, el aspecto más significativo de la respuesta de Eisenstein a la llegada del sonido no estuvo tanto en su enseñanza específica como en su giro estratégico hacia la teoría en general. En parte se debió a que, habiendo perdido el favor de los mandos comunistas, y al no poder dirigir, fue empleado como profesor de la Escuela Cinematográfica de Moscú. Pero, fundamentalmente, fue porque estaba intentando formular una nueva estética, comprender un nuevo medio, el cine sonoro, que consideraba completamente diferente del cine mudo; romper con el fetiche del silencio, igual que Straub quería romper con el fetiche de la sincronización. El intento de Eisenstein de combinar la teoría con la práctica cinematográfica me causó un gran impacto. En mi mente iba unido a la transición que Jean-Luc Godard experimentó de la teoría a la práctica, de escribir sobre cine a escribir con el cine, mientras intentaba un nuevo pensar mediante la relación del sonido y la imagen de una nueva forma, como hizo Eisenstein.



Laura Mulvey/Peter Wollen, «Riddles of the Sphinx», 1977

Todavía me aferro a la idea de que la teoría y la práctica van unidas. No considero que mis libros o mis conferencias sean actividades separadas de mi trabajo como guionista o como director. En mis ensayos sobre el contracine, intenté realizar el trabajo preliminar para un cine experimental que resultase oposicional no tanto en forma como en contenido, en significante y en significado. Con Laura Mulvey, empecé a hacer películas, películas experimentales; como dijo Serge Daney, en otro contexto, Eisenstein más que Pudovkin. Después de Mayo de 1968, parece que también Daney podía haber acabado como cineasta de vanguardia, haciendo un tipo de película muy similar: fue uno de los componentes del grupo de cineastas parisinos que es ereunieron en torno a Silvina Boissonas, un grupo en el que se incluyeron Philippe Garrel, que, según Daney, ha sido "el mejor". No estoy de acuerdo.


Jackie Raynal en Deux Fois (1968)


Creo que Jackie Raynal fue una cineasta mucho más significativa, una pionera de la toma larga no editada, y yo prefiero la obra de Biossonas a la de Garrel. Tristemente, Daney abandonó la realización de películas por el viaje, por convertirse, como él dice, en la estrella desconocida de una película solipsista que nadie sino él llegaría a ver, que solo se podía entrever mediante las postales que él enviaba a sus amigos, desde las localizaciones de rodaje, por así decirlo. Daney consideraba a Straub-Huillet y a Godard-Miéville como los cineastas ejemplares de su generación, y luchó, en sus escritos, por evitar que los marginasen. Buscaba un modelo que no fuese ni el de la industria ni, tal como evolucionó, el del festival, por mucha importancia que hubiesen adquirido los festivales, cada vez más desde los días de Antonioni y la nouvelle vague. Comprendió, por supuesto, que Wenders (cuya obra le gustaba) era la quintaesencia del director de festival, pero él no era lo que no podría denominar crítico de festival.


Godard / Miéville



La Cinefilia No Es Patriota

Friday, March 28, 2008

SÁBADO 29 / DOMINGO 30 (7:30 PM) EN EL CAFAE-SE:

Puna (2006), de Hernán Khourian (de la Muestra: El Cine Argentino ataca Lima, organizada por Cinencuentro).
Puedo dividir a Puna sin problemas en dos secciones: la de las imágenes que hablan de manera directa a mis sentidos, que me hablan de densidades y texturas o que me hacen entregarme a la contemplación de luminosidades; en ellas, el miedo de acercarse al objeto o sensación que interesa o fascina no existe… y las otras, las que juegan banalmente con efectos ópticos. Sea un espejo retrovisor, u otro sucio o ensuciado para la ocasión. Se trate de un montaje rápido que no parece tener razón de ser, puesto que no va del punto A al punto B, ni a ningún otro punto que yo sepa, o se trate de lentitudes vacías donde desfilan pobladores como dóciles autómatas.

Dudo que en la práctica los cambios de velocidad de la película sean un tour de force polirrítmico, más bien creo que son un ejercicio mecánico facilón y ocioso, que evidencia precariedad conceptual, y que se desentiende de lo que debería ser su propósito: el examen minucioso y delicioso de las imágenes. En vez del salto hueco de una a otra. Lo veo más como algo impuesto desde fuera que nacido desde dentro. Para decirlo rápido, al ver Puna, mi sensibilidad se ve repelida por la sensación de truco y atraída por la del misterio. La velocidad del montaje con potencia sugestiva funciona en pocos casos aquí, al menos para mi gusto (un ejemplo de cuándo sí funciona para mí: la sucesión de muros de piedra, hacia el final).

Al menos, se trata de una película de pequeños misterios (como la cara del niño en escultura mezclada con las imágenes de los vestidos de plumas), de un cineasta que se abre a un cierto grado de exploración. Puna acierta cuando anula o minimiza la mal llamada distancia ‘objetiva’, ‘documental’, cuando no hace tanto uso de planos lejanos, lo que yo querría siempre es sentir más de cerca la sensualidad y el misterio de la materia. Ya sea con vértigo o con detenimiento. Lo cual pasa, por ejemplo, por ‘sobar’ el ojo de la cámara contra el objeto de tu atención. Lo cual pasa por ser capaz de esperar que el objeto se revele ‘por sí mismo’.


Hombres de espaldas, ataviados con plumas, pelaje de animales, ‘pelaje’ de la vegetación propia del lugar. Valorar esas texturas, hacer que olvidemos que son, o que, mejor, las llamamos ‘plumas’, ‘pelaje’, ‘vegetación’, ese, me parece, es el objetivo. Redescubrir lo que está a la vista y nadie ve.

A Khourian le importa menos la gente que el paisaje, lo que no es ni bueno ni malo. El problema surge cuando intenta retratar a la gente, se nota que algo falla. Tampoco se atreve a retratarlos ‘como paisaje’ (y no lo digo en el sentido de fenómeno pintoresco). Hay un hueco entre su percepción del lugar y sus habitantes. O eso me pareció.

Puna no empieza muy bien. No me refiero a los primeros desenfocados (una mano tapando el lente, cromáticamente, mezcla de blanco, amarillo, rosado, carne y rojo) que son prometedores, sugerentes, sino a ese movimiento de ojo borracho de la cámara por el paisaje cotidiano a plena luz del día. Idea que se repite en el montaje acelerado, donde a menudo parece que lo que cuenta es el efecto, más que otra cosa. Un efecto cuya causa pareciera la voluntad de lograr el efecto en sí mismo. También recuerdo escenas con cámara lenta, con pobladores de la Puna, escenas que me dan la fuerte impresión no de un trabajo experimental, sino de un trabajo publicitario promedio.

Debo decir algo obvio: la razón de ser de cualquier trabajo ‘experimental’ no puede ser otra que la de internarse en un activo extrañamiento, en escurrirse por un agujero más allá de la ceguera del hábito, que desemboque en una mirada nueva. Objetivo que Puna cumple solo a medias.

Puna, en conclusión, oscila entre momentos de investigación de los pequeños misterios de la materia (o de los modos de percepción) y la exhibición más o menos hábil -o torpe- de un aprendiz de brujo.

Mario Castro Cobos

La Cinefilia No Es Patriota


Mediometraje experimental: Puna, de Hernán Khourian -Sábado 29 y domingo 30 de marzo, 7:30pm-. CC CAFAE-SE (Av. Arequipa 2985, San Isidro). Entrada libre.

Thursday, March 27, 2008

ESPECIAL: WES ANDERSON (III) Y LA CANCIÓN DE LA SEMANA

El Río, de Jean Renoir (1951)


Pater Panchali, de Satyajit Ray (1956)

THE DARJEELING LIMITED (2007)

Parada Final

Si hay algo que no deja de sorprenderme en la obra de Wes Anderson, es su brillante capacidad para crear atmósferas y representaciones del mundo. Si The Royal Tenenbaums exhibía un brillo caricaturesco con aparente sarcasmo de trasfondo (con un resultado no muy feliz finalmente), The Aquatic Life se regodeaba en una artificialidad perfectamente ensamblable con el relato.


Ahora, en The Darjeeling Limited, Wes Anderson nos sumerge en el mundo pop. El pop más puro del mundo más pop.

La India que vemos en The Darjeeling Limited es más naif que exótica, nos remite a las pinturas sobre ella hechas por artistas europeos en los años 30, nos recuerda a las películas de Renoir, y también claro, nos devuelve el recuerdo de los Beatles y su periodo místico. El personaje de Jack Whitman eternamente en terno y descalzo es un delicioso guiño al Paul McCartney de la portada del Abbey Road.


Pero no hay mundo pop completo sin música pop.

Anderson ha llenado su film con música de las peliculas de Satyajit Ray, algunos otros autores indios y ha incluido a dos iconos pop de los 60.

Las bandas The Kinks y The Rolling Stones.

Nada sintetiza de forma mas lúdica un libro, una obra de teatro o una película, que una buena canción. Esto es lo que dicen The Kinks en su tema Strangers:

"Where are you going I don't mind

I've killed my world and I've killed my time

So where do I go what do I see

I see many people coming after me

So where are you going I don't mind

If I live too long I'm afraid I'll die

So I will follow you wherever you go

If your offered hand is still open to me

Strangers on this road we are on"

Armando Sakihara

La Cinefilia No Es Patriota


Wednesday, March 26, 2008

ATONEMENT (EXPIACIÓN, 2007) DE JOE WRIGHT


LA DEPURACIÓN DE LA ESTRUCTURA DURANTE LA AUTUMNAL PÉRDIDA DEL AMOR ESTIVAL
Recuerdo con beneplácito soberbio las nada soberbias (y por eso, magníficas) puestas en escena fílmicas de historias románticas de clásicos ingleses como Michael Powell y Emeric Pressburger, y su arquetipo de sencillez lírica “Pasión en la Tormenta” (I know where I am going) con una Wendy Hiller y un Roger Livesey empatizando sutilmente hasta la grandeza mágica de un desenlace inmortal, o los conceptos por momentos exaltados y otros sublimes, no obstante, finalmente muy emotivos de franceses como Jeannot Szwarc y su emblema de la tragedia de lo imposible posibilitado por el vehículo de un sentimiento transgresor del tiempo y el espacio, síntesis de su mirífica “Pide al tiempo que vuelva” (Somewhere in time) con un Christopher Reeve y una Jane Seymour en el umbral de la intercaracterización prototípica, o estadounidenses como Alan Rudolph y su perspectiva ambidiestra sobre el amor onírico trasladado a la realidad errática en “Hecho en el cielo” (Made in Heaven) con un Timothy Hutton y una Kelly McGillis predestinados hasta a través de los gestos; y recuerdo todo eso en una especie de seudopastiche que percibí al contemplar y asimilar la película de Wright.
Partamos de la premisa axiológica de la moral religiosa…
Atonement, literalmente, significa expiación, y qué es una expiación sino un estado catártico de penitencia que fluye tan natural más allá de la recriminación del otro afectado, y a la vez por eso mismo, y más allá del decálogo eclesiástico, aunque inconscientemente también influya, como si fuera inherente en el humano como individuo aunque adherido en un entorno coactivo un nativo amago de sentimientos encontrados entre el albedrío y la culpa, constante que no discrimina períodos por más variopintos que sean.
Wright consigue establecer y delinear un esquema multilateral de aspectos concadenados con musical cirugía.
Como toda arquitectura (construcción sistemática de algo) que es, para bien o para mal, política en aras de mantener una organización u orden y así desarrollar un objetivo cultural o una expresión humana, en la estructura funcional de Atonement subsiste la confrontación tácita de clases sociales y la de integrantes de una misma familia y ¿finalmente? la del humano contra sus emociones que repercutirán trágicamente en sorna por precisamente haberlas aceptado. La confrontación es una clave primaria para intentar descifrar el dedálico enigma de la forma de la conflictiva existencia, porque para llegar al contenido siempre es necesario transitar en los ramificados puentes de la forma estética de un todo, por eso es imperioso elaborar una forma que personalice un estilo y sea un comunicante límpido, simétrico y coherente del contenido, y si la película narra la historia de dos amantes prematuros y paradójicamente tardíos de estratos socioeconómicos opuestos desde el punto de vista erróneo de la hermana menor de la amante, una niña escritora que tergiversa todo ese amorío físicamente efímero (y por eso “amorío”) pero sentimentalmente imperecedero curiosamente para la misma niña durante su proceso expiatorio a la vejez, porque había estado secreta y quizá hasta inconscientemente enamorada del breve amante de su hermana mayor, el hijo de una empleada antigua en la casa de la familia de las dos hermanas, tenemos un espiral subliminalmente gráfico que oscila entre dos carices: la visión alejada y confusa de la niña escritora de algunos incidentes relativos a los amantes, y ulteriormente el esclarecimiento de esos mismos incidentes al ser relatados con el íntimo viraje de la acción directa de los amantes ya sin el censor escaptofílico y lúdico por no decir borroso de un tercero, y lo que es maravillosamente ambiguo es que al final todo es producto de una interpretación de la escritora fundada en cierto modo en algunos hechos, reacciones y posteriores actitudes concernientes a la pareja separada como el desconsuelo de los amantes cuando por una inculpación se lo llevan a él a la prisión, o la participación inevitable de él en la guerra consecuencia de la prisión, o la renuencia de ella para aceptar el deseo de comunicarse y disculparse personalmente por la falsa acusación de la hermana menor, la escritora, y, especulo (de eso se trata todo esto, la misma vida, una reticencia para soñar despiertos), algún diálogo que habrán sostenido las dos hermanas directa o indirectamente y el elegíaco reclamo persistente de la amante contra su hermana menor, la escritora, porque la vida está coloreada según la óptica blanca (recuerden que el blanco es la suma de todos los demás colores, considerando que el negro es la ausencia del blanco) del que la percibe, asimila e interpreta, y Atonement está concebida con fechas y nombres de lugares precisos, y con un sonido que acompaña la música de fondo que es el de una máquina de escribir, hasta que la escritora ya famosa y envejecida mientras es entrevistada por su libro más reciente, confiesa que el final feliz de los amantes reunidos fue una invención literaria de ella para redimirse y completar si eso es posible su expiación por haber sido el dantesco verdugo de la pareja amante inocente que merecía ser plenamente feliz en la realidad si es posible que exista, ergo la película es hasta antes y después de la entrevista el desarrollo de la novela mientras la escribe la hermana escritora, y la recapitula divagante antes de ceder aquella entrevista.


Keira Knightley y James McAvoy, se desenvuelven nada prosaicos desde la primera escena juntos hasta la última quimérica también juntos; ella sofisticada pero sensitiva y apasionada, y él humilde y probo pero firme, y Saoirse Ronan como la adolescente con apariencia de niña que es una precoz escritora y Romola Garai como la escritora de joven tan arrepentida de su falaz acusación, están comedidas hasta el extremo de persuadirnos cronológicamente tanto a la mentira irracional como después a la regresión por remordimiento.

La fotografía es una sucesión casi pictórica desde la luminosidad de un ambiente nada promiscuo en la superficie hasta el melancólico tono frío de un cuadro bélico.

La cámara se mueve a veces magistralmente registrando detalles aparentemente anodinos o aislados pero en realidad acordes en un sentido de una parte a un todo: algunos planos detalle de objetos que pueden significar un grado de correlatividad y esa toma secuencia casi como un paneo invertido y elástico del batallón descansando son herramientas poéticas de una orquesta visual.

La música es un parámetro incidental que va liberando la estructura de la historia y por tanto de la película, con esa característica acústica de la máquina de escribir, y resuelto sin incurrir en un convencional y soterrado melodrama.

El guión adaptado excede en una parafernalia muy “inglesa” como si se tratara de una autoafirmación cultural estereotípica, aunque ese exceso pueda connotarse como una sátira muy fina camuflada en el prólogo. No obstante, más allá de que no haya sido elaborada una reivindicación etno-social de preguerra, el diagrama del triángulo falso de los dos amantes y la hermana menor de la amante fue trazado con sumo cuidado.

Aquí se ha logrado un cine que exhorta a una implementación audaz, aunque poco habitual en la cinematografía industrial, del intelecto y la sensibilidad, es decir es un objeto artístico gélido y cálido al mismo tiempo, en una era en que subsisten campos de concentración para las almas que se sublevan y una guerra entre los partos mentales y la inercia de los días.

¿Con qué me identifiqué en la película? es la interrogante con que finalizaré mi disertación.

Una vez yo experimenté una historia tardía de amor…

…Estaba comprometido con una alumna de la universidad donde trabajé como profesor y que no era mi alumna, pero unas semanas después cuando comenzaron a efervescer los dilemas preconyugales yo me vinculé sentimentalmente con mi mejor alumna ... todo se desbordó hasta que mi novia se enteró. Entonces al final me empujaron a una célere determinación, y opté por la decisión equivocada … me quedé con mi novia. Años después, soy un padre soltero solo.

Aunque sobrevivo, solamente agregaré:

"La vida es aquello que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes". (John Lennon).

y

“No te arrepientas de una decisión, sobre toda de la que tomaste cuando una mujer se arrodilló, lloró y te suplicó, porque todo es irreversible y algún día se hará justicia de bien para el que se compadeció” A.J.A.CH.

ALBERTO JAVIER ANGULO CHUMACERO

La Cinefilia No Es Patriota

Tuesday, March 25, 2008

ESPECIAL: WES ANDERSON (II)

THE DARJEELING LIMITED
Segunda Parada
Hotel Chevalier
La quinta pelicula de Wes Anderson comienza con un corto metraje "para ser exhibido antes de la pelicula". Jack Whitman (Jason Schwartzman) recibe en su habitacion del Hotel Chevalier la sorpresiva visita de su novia (Natalie Portman) recién llegada de U.S.A. Lleva mucho tiempo sin verla, tanto como su estancia en el hotel parisino.
En todo ese tiempo Jack Whitman no ha escrito tanto como le hubiese gustado. Ella, por su parte, le ha extrañado tanto que por momentos parece que ya se cansó de hacerlo. El tiempo en cambio ha sido amable con la pareja, parece no haber dejado huellas, y su paso parece no haber sido más que un paréntesis en la relacion."Parece" es la palabra clave aquí.
Hay un reencuentro, hay una cena, una conversación, besos, abrazos, casi una novela romántica, en el lugar mas romántico del planeta. Y por supuesto, como en la más romántica de las novelas, hay una separación.
Debo confesar que estos 15 minutos me parecieron pura magia, tan entrañables como inusuales en la filmografia de Wes Anderson.
El corto se convierte en la cereza del pastel o más bien en el aperitivo antes de la película.
El joven Jack Whitman llevará su encuentro al papel, y el borrador a un viaje espiritual que realizará con sus dos hermanos a bordo del The Darjeeling Limited.
Armando Sakihara
La Cinefilia No Es Patriota

Monday, March 24, 2008

HOY (6PM), EN LA CAYETANO HEREDIA: FLANDRES, DE BRUNO DUMONT




*Hoy 6 p.m. *Cine Club Universidad Cayetano Heredia *Av. Armendáriz 445 Miraflores *Ingreso Libre
Entrevista con Bruno Dumont
23 mayo 2006
"En el centro del espectador"
Encuentro con el provocador realizador francés que ha llevado en concurso al Festival de Cannes su Flandres.
Cineuropa: ¿Por qué haber elegido contar la historia de dos muchachos de campo en Flandes?
Bruno Dumont: Solamente me interesaba describir una historia con imágenes y sonidos. Flandes es mi tierra natal. Visceral, sensible, irracional. Necesito la tierra para filmar a los seres humanos. Al ser filmada, Flandes restituye un aspecto de la existencia humana. Me hace falta una historia porque las historias son el movimiento natural de nuestras vidas, lo que nos pone en relación uno con otro.
La tierra irrumpe en sus filme como elemento central que influye sobre los destinos y los animales.
En la película la guerra es la expresión del luto de nuestros deseos. Me interesaba sobre todo el sentido mismo de la guerra. No me interesaba en particular la guerra en Irak. Quería mostrar lo que la tv no sabe mostrar de la guerra. El deber del cineasta es aquel de regenerar el papel de la guerra. Mi filme no está terminado, se termina allí donde comienza el espectador. Me gusta trabajar en el centro del espectador, aunque las cosas que se muestran son duras. Era necesario atravesar las tinieblas para ver la luz.
Ud. muestra a menudo cosas duras...
Me acusan de hacer escenas de sexo demasiado crudas, mientras que mi mirada es muy púdica. Hay algo de trágico en la unión de dos cuerpos, la imposibilidad de fundirse que revela una gran soledad. En relación a la violencia en este filme, me parecía que la sugerencia fuera suficiente. Basta la violencia del silencio. Para la película ha utilizado a dos magníficos actores no profesionales. Los he elegido por su cercanía con los personajes de la historia. No les he dado a leer el guión sino que he trabajado sobre su interioridad haciéndolo de modo que exprimieran una parte de sí mismos mientras actuaban. Están en el centro del filme, según lo que dan yo completo la historia, haciendo ajustes.
El presupuesto era superior a lo acostumbrado, aunque más bien bajo. ¿Fue suficiente para exprimir su historia?
Me gusta trabajar sin gastar demasiado. Si tuviera mucho dinero no sabría girar un filme.
Camillo de Marco
La Cinefilia No Es Patriota

EL POEMA DE LA SEMANA: RÉQUIEM PARA NO MORIR

ENTRE LA ELEGÍA Y LA ODA
Para Ricardo Ríos


Esto no es terminal:
La esperanza estimula
el sentido de mi tacto
y puedo tocar las nubes
mientras mis pies
se aferran a la tierra
que se aterra y
a la vez se cautiva
por verse tan voluminosa
en este espejo caminante
que soy yo.

Esto no es terminal:
Pero ¡Dios mío o
diría Dios de nadie!
¿por qué
no arrancas de una vez
mi insaciable sed
de oxígeno
y mis huesos delicados
y mis venas resistentes
y ese soplo de espíritu
del jardín de un invierno
donde el dolor crece
como enredadera
por lo que mi cuerpo
se retuerce hacia adentro
aunque un trino
perpetre en mi tímpano cuerdo
como si fuera primavera.

Esto no es terminal:
La luz recorre cada rincón
de mi alcoba
desde el panorama palpitante
por la ventana abierta
hasta mis ojos abiertos
y la luz no se conjuga con ellos
pero qué importa ahora
si mi alma es verbo
que se conjuga en este sillón viejo.

Esto no es terminal:
Sin embargo a veces
el malestar físico
y el hastío tan humano
me desconciertan
tan lentamente y
me empujan
al claustro voluntario
porque tropezarse
mientras
los automóviles colapsan
es como besar el asfalto
sin estar enamorado
y serle infiel a mi almohada
donde mi cabeza sueña despierta
y mis pies se hacen realistas
al dormirse.

Esto no es terminal:
¡Dios existes o solo te reclamo
aunque dude y también
dude que dudo!
quítame este peso
de la espalda
que mientras ebrio de angustia
cargo esta cruz énea
y me pregunto altisonante
en la frontera hacia la resignación
qué he hecho para merecer.

Esto no es terminal
y si lo fuera
respiro más intensamente
abro los brazos
y me aproximo inmóvil a la imagen del amor.


ALBERTO JAVIER ANGULO CHUMACERO

La Cinefilia no Es Patriota




Sunday, March 23, 2008

ESPECIAL: WES ANDERSON (I)

THE DARJEELING LIMITED (2007)

Primera Parada


Desde el inicio de The Darjeeling Limited sabemos que los hermanos Whitman están embarcados en un viaje espiritual. Ese tipo de viaje espiritual que la gente realiza al más típico de los destinos de los viajes espirituales, la India. Metidos en trenes, montados en buses o autos los tres hermanos Whitman tratarán de reencontrarse, recuperar algún tiempo perdido, reflexionar sobre sus vidas y, finalmente, encontrarse con su madre que ya está establecida en la India.
The Darjeeling Limited es una típica pelicula de Wes Anderson, tanto así que podría resultar ya predecible. Ahora bien, considerando lo impredecible que Anderson siempre ha sido, el resultado no puede ser mas que pura e inspirada diversión.

Aquí está otra vez esa particular vision que Anderson tiene de la familia según la cual solo funciona en la medida de su disfuncionalidad. Al igual que en The Royal Tenenbaums (2001) o en The Life Aquatic (2004), los Whitman disfrutan de una relación familiar regida por códigos, negociaciones y acuerdos cada cual más excéntrico y pintoresco, pero que finalmente constituyen los lazos que los mantiene marginalmente unidos o amablemente separados, todo depende de la droga prescrita que compartan o del menú que uno de ellos imponga a los otros.

El elemento sorpresa ha sido minimizado aquí, en cambio Anderson ha optado por cruzar en el camino de los hermanos Whitman situaciones azarosas casi como avatares del destino, un romance interracial fugaz, un rescate fallido, un funeral traumático y un funeral hindú tradicional, o el encuentro-desencuentro con la madre.

Situaciones triviales y trascendentes a la vez, concebibles de esa manera solo en la cosmovisión de Anderson y que constituyen el verdadero placer de este viaje. Lo demás es solo cielo y tierra.

Armando Sakihara

La Cinefilia No Es Patriota


Parte II:

http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2008/03/especial-wes-anderson-ii.html

Parte III:

http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2008/03/especial-wes-anderson-iii.html

Friday, March 21, 2008

CUANDO DERRAMAR LA SANGRE DEL PRÓJIMO ES EL PAN DE CADA DÍA




Más sobre Redacted, de Brian DePalma. Y sobre El destno de Nunik, de los Taviani




Sangre leída, sangre vista


Dos películas que narran tragedias de nuestro tiempo, como 'Redacted' acerca de Irak y 'El destino de Nunik' sobre el genocidio armenio, actualizan el dilema inagotable entre la verdad de la imagen y la palabra.
Fui a ver la última película de Brian De Palma, Redacted, y me sorprendió ver que trataba del mismo tema que un artículo que publiqué en este diario hace año y medio con el título de El chicle del capitán Gulp: los hechos que rodearon la violación y el asesinato de Abir Kasim Hamza al Yanabi, una muchacha de 14 años, por parte de unos soldados norteamericanos de Mahmudiya, 30 kilómetros al sur de Bagdad.
En aquel momento escribí el artículo porque me daba la impresión que las informaciones periodísticas y televisivas sobre el trágico suceso eran tan fragmentarias y desordenadas que perdían eficacia al llegar al público. En consecuencia, basándose en las noticias, traté de ordenar la secuencia de los acontecimientos de aquel 8 de agosto de 2006. Según un curso inverso: empecé por el final, cuando los asesinos, tras cometer el crimen, estaban asando alitas de pollo para comer, y me remonté al principio, con los soldados alrededor de una mesa bebiendo whisky y jugando a los naipes mientras, según confesiones posteriores, surgía "la idea de ir a una casa iraquí, violar a una mujer y matar a su familia". Entre el final y el principio la idea se llevaba a la realidad con el correspondiente botín: los cadáveres de Abir Kasim y de sus familiares, incluida su hermana pequeña de seis años.
Con este procedimiento quería recoger para el lector lo que a mí me parecía el argumento esencial de éste y otros hechos similares: la imagen del horror situada entre dos imágenes de trivialidad cotidiana. Jugar a los naipes, beber, alardear, ir de caza humana para romper la monotonía, violar, asesinar, quemar y acabar la noche comiendo alitas de pollo. El título aludía a la despreocupación de los acusados durante la causa que se instruyó una vez que los hechos no pudieron encubrirse más y a la tranquilidad irrespetuosa de su defensor, el capitán Jimmie Culp, que estuvo haciendo globitos con su chicle mientras el médico forense describía el estado en el que quedó el cuerpo de Abir Kasim Hamza al Yanabi.

La película de Brian De Palma, un director al que los críticos siempre califican de irregular pero con obras importantes, es sincera y dura; tal vez por esto ha permanecido tan poco en las salas. Aunque no se disimula en absoluto que la materia prima de la película son los sucesos de Mahmudiya se escenifica una trama de ficción, seguramente imprescindible para evitar querellas y problemas legales. Así la representación que propone Brian De Palma, de manera opuesta a la de mi artículo, sigue milimétricamente el orden natural de lo ocurrido aquel funesto 8 de agosto de 2006.

Es una película dura, durísima, pero no morbosa. No hay una violencia obscena en ella. En lugar de recrearse en la violación y muerte, el recurso siniestro más fácil, Brian De Palma prefiere destacar la atmósfera moral que respiran los soldados que son llamados a convertirse en asesinos. Aquella familiaridad entre lo trivial y lo horroroso, que permite que unos hombres jueguen a cartas, violen, maten y coman pollo en el transcurso de un par de horas, se refleja de modo particularmente impactante en la película.

Creo, a este respecto, que es un acierto el tipo de construcción visual ofrecido por el director a los espectadores: una suerte de película dentro de la película, en el que los protagonistas, los soldados que se preparan más o menos inconscientemente para matar, se graban a sí mismos en el curso de esta cotidianeidad vulgar y aburrida que acabará en catástrofe. Unos jóvenes alejados de su medio habitual, desconocedores del país en el que se encuentran, violentados por la instrucción militar son, de acuerdo a lo que muestra Redacted, los mejores candidatos a transformarse en una jauría humana que antes o después necesita sangre.

Lo que ocurre es que en la actualidad los perros de la guerra además de devorar a sus presas se complacen en grabar sus cacerías. Brian De Palma recrea esos documentos tenebrosos y narcisistas, cada vez más frecuentes en todos los conflictos, en los que se busca un coleccionismo de la brutalidad. Cámara en mano lo horroroso parece transformarse en trivial si bien lo cierto -como demuestra Redacted- es que lo trivial se ha transformado en doblemente horroroso.

Con todo no estoy seguro, pese a los tópicos de nuestra época, que esta intimidad entre la trivialidad y el horror, el fundamento de las peores violencias, sea aclarada con mayor verdad por la imagen que por la palabra. Tras ver la película de Brian de Palma no sé si conozco mejor lo que sucedió aquel 8 de agosto de 2006 en Mahmudiya o, por el contrario, llegué más lejos, al menos para mí mismo, al ordenar por escrito las informaciones que circulaban por los medios de comunicación sobre aquel suceso.


Otra película reciente me ha suscitado de nuevo este dilema inagotable sobre la verdad de la imagen y de la palabra, un dilema que, de otra parte, no tenemos por qué resolver ya que contribuye a tensar las cuerdas de nuestra imaginación. Se trata de la conmovedora El destino de Nunik de los hermanos Taviani basada libremente en La casa de las alondras, una novela que afronta con crudeza y lirismo el drama del genocidio armenio a principios del siglo XX.

Aunque de factura completamente diversa a la de Brian De Palma la película de los hermanos Taviani también se adentra en los mecanismos por los que se llega a favorecer una atmósfera irrespirable que conduce inevitablemente al crimen. Sólo que en este caso los criminales, a diferencia de los soldados norteamericanos arrastrados a una lejanía desconcertante, son los soldados turcos inmersos en la proximidad de una convivencia secular con los armenios, rota de pronto por el estallido de la locura ideológica y asesina.

El destino de Nunik es oportuna porque un puñado de otras películas, no demasiadas, y algunas obras literarias rescatan el tabú incomprensible del genocidio armenio perpetrado por las tropas turcas. ¿Cómo puede ser posible, y menos aceptable, que un crimen de tal naturaleza, probado y comprobado, causante de más de un millón de víctimas, sea todavía hoy, casi un siglo después, tan desconocido, tan poco merecedor de resonancia pública, tan disimulado por la mayoría de los países europeos?

Tal como recuerda, una vez más, la película de los hermanos Taviani, el genocidio armenio es el precedente directo del genocidio judío provocado por el régimen nacionalsocialista. En este sentido no sólo fue monstruoso por la cantidad de víctimas causada sino porque se enarbolaron ideas y justificaciones que lo hacen aparecer como un ensayo general de lo que luego sucedería en Alemania: el odio racial, la superioridad mental, la perfección étnica. Alemania ha purgado su responsabilidad en la Segunda Guerra Mundial. La Turquía moderna sólo podrá ser enteramente respetada si afronta con justicia este capítulo negro de su pasado reciente y pide perdón a los nietos de sus víctimas armenias. Bastaría con que los representantes de este gran país proclamaran: "Es verdad. Sucedió". Hubiera sido de desear que el presidente Zapatero hubiese aprovechado la reciente visita del presidente Erdogan para llevarle al cine a ver El destino de Nunik. La alianza de civilizaciones empieza por aquí.


RAFAEL ARGULLOL 20/01/2008 (Diario El País)


La Cinefilia No Es Patriota

Thursday, March 20, 2008

A 5 AÑOS DE LA INVASIÓN DE IRAK




Ayer se cumplieron. Aquí rescatamos un par de textos sobre Redacted, la valiente película militante de Brian DePalma sobre el tema. El primer texto, hoy:
Cómo contar la guerra

Redacted, la última película de Brian de Palma, ha confundido a la mayoría de los críticos norteamericanos desde que se estrenó en Nueva York a mediados de noviembre. Crea límites tan sutiles entre lo real y lo ficticio que los espectadores se desconciertan y se mueven incómodos en las butacas.
El episodio central de la película es la violación de una chica de 14 años, Abeer Qasim Hamza, en Samarra, un pueblo situado 125 kilómetros al norte de Bagdad. Los culpables son cinco soldados norteamericanos que vigilan un puesto de frontera. No sólo la violan. También la matan junto con toda su familia.
El hecho es verdadero pero está contado con un lenguaje de ficción. Y la ficción, a su vez, emplea las herramientas con que se cuenta lo real: un diario de guerra escrito con una cámara de vídeo, fragmentos de noticieros en lengua árabe, páginas de Internet, entrevistas reales a iraquíes ultrajados por el ejército invasor, un documental francés sobre el tenso aburrimiento de la vida en el puesto de frontera... Esa vacilación entre lo imaginado y lo verdadero deja intranquilo al público, inseguro del terreno que pisa.
Al salir del cine, en la escalera a la calle, se oyen algunas discusiones sobre Redacted. Dos parejas se preguntan si la descripción del Mal ayuda a conjurar el mal o si esa exhibición es simplemente un acto de vanidad del realizador. Como si De Palma se hubiera dicho: "Tengo coraje ante el horror. No me detengo".
Pero al afirmar eso se olvida que hablar del horror, aun con el lenguaje más elocuente, no tiene semejanza alguna con estar dentro del horror, con ser una de sus víctimas. El tema ha sido debatido por décadas sin encontrar una salida convincente.
Ya lo exploró Susan Sontag en Regarding the Pain of Others, cuyo título en español es Ante el dolor de los demás. Allí advierte que la representación visual de lo atroz es también una forma de corrupción: refleja lo corrupto y puede corromper a quien lo refleja.
Esta última obra de Brian de Palma es la reescritura de Casualties of War (Pecados de guerra, 1989), en la que el director contaba la violación de otra adolescente durante la guerra de Vietnam. La historia en ambas es la misma y muchos de los episodios se repiten casi como en un espejo. Que De Palma insista sobre el tema, arriesgándose a un desolador fracaso comercial -como lo prueba el escaso público de Redacted-, indica que sus móviles van más allá de lo estético, que está obedeciendo a un impulso moral.
En las dos películas, los soldados involucrados en la violación no saben por qué están donde están, cerca de las avanzadas del Vietcong en un caso y al norte de Bagdad en el otro.
La guerra es para ellos sólo "un trabajo que se debe hacer", un camino en el que avanzan a ciegas, asumiéndose como dueños absolutos de los territorios ocupados. Se sienten con derecho a disponer de los cuerpos que tienen a su alcance: viejos, recién nacidos, niños, mujeres, hasta muertos. Todo lo que ha sido derrotado o sometido les debe sumisión. Se creen todopoderosos, se saben impunes. Están convencidos de que la guerra los sitúa más allá de todo error y de toda conciencia.
Al final de las dos películas, cuando son juzgados por tribunales militares, por jueces del mismo ejército que los ha impulsado a matar, suponen que si son sancionados también son traicionados. Que se los castigue equivale para ellos a ponerse del lado del enemigo.
"Les están haciendo el juego a los vietcongs", dicen en un caso. Y en el otro, como en un eco: "Están colaborando con los insurgentes iraquíes".
En Casualties of War los violadores eran cuatro: uno de ellos se convertía en cómplice por cobardía. El quinto se negaba y denunciaba a los demás. En Redacted son dos los que violan y tres los que se niegan: uno, porque se queda en la barraca, el otro porque quiere documentar lo que sucede; el último porque decide contar lo que ha pasado.
Los personajes son más complejos que en la película de 1989. El que no se mueve del refugio es un lector infatigable de las novelas de John O'Hara. El otro, un hispano que filma en vídeo todo lo que ve, tiene la esperanza de que ese diario visual le abra las puertas de una escuela de cine documental o quizá de Hollywood. El quinto trata de explicar vanamente que lo que traman es desalmado, bestial. Los dos restantes se arrojan, ciegos, al centro de la tragedia.
En su lugar de vigilancia observan y registran todos los días a la chica de 14 años que se dirige a la escuela de la mano de su hermana menor. No toleran que vaya y venga. Las mujeres son sus objetos de caza. Les pertenecen, deben aceptar la brutalidad de sus deseos. No conciben a los demás como seres humanos porque tampoco se piensan a sí mismos como personas. Eligen un blanco y hacia él se lanzan. Sólo buscan aniquilar, saciarse, seguros de que nadie los va a castigar por sus instintos.
En la guerra todo se degrada, todo se despedaza, todo deja de tener sentido. Se entra en la guerra con un fin, un objetivo. Y se sale generalmente con las manos vacías, convertido en alguien que ya no será lo que fue.
La violencia impiadosa de las guerras crea la atracción hipnótica que se vislumbra a veces en las fotografías y en las películas. Cuando es real, cuando golpea en la vida, esa violencia es tan atroz que no se puede narrar. Sólo se narra su fealdad, como en Redacted.
Pero lo que los espectadores quieren ver es la imposible belleza de la violencia, la degradación, la enfermedad de la que se creen a salvo.

TOMÁS ELOY MARTÍNEZ 28/12/2007

La Cinefilia no Es Patriota

Wednesday, March 19, 2008

ESPECIAL: CLOUZOT

El suspenso; ese estado de expectación ante lo que va a suceder y que puede hacer que nuestra respiración se acelere, conoce en el cine pocos maestros. Henri-Georges Clouzot, fue uno de ellos y supo ganarse ese sitial con historias construidas para llevar nuestras emociones al límite.
El maestro nació en Niort, departamento de Deux-Sevres al Oeste de Francia, un 20 de noviembre de 1907. Al terminar sus estudios de secundaria, se manifiesta como un joven de múltiples intereses, como las ciencias matemáticas, el Derecho y una carrera en la Marina de su país, llegando incluso a prepararse para el ingreso a esta última; sin embargo no lo logra por sufrir de miopía. Posteriormente, ejerce la crítica cinematográfica en L’Opinion, y a los veintinueve años se convierte en asistente de dirección de Anatole Litvak y E. A. Dupont, para luego desempeñarse como guionista en diversas películas.
El enfermarse de tuberculosis y otras circunstancias personales lo alejan del cine durante varios años en los cuales consolida sus ideas y expectativas como realizador, las mismas que desarrollaría entre los años 1942 y 1968 con filmes que se caracterizarían por una precisión en el trabajo del suspenso y la puesta en escena. Echemos un vistazo entonces, a los títulos más representativos de este gran director.



Le Corbeau (El Cuervo, 1943)
Una tranquila comunidad del interior de Francia, pierde la calma cuando muchos de sus habitantes empiezan a recibir extrañas misivas anónimas en las que se revelan sus secretos y que sólo son firmadas por alguien que se hace llamar “El Cuervo”. ¿Quién es este ser que parece saberlo todo de todos?
“El Cuervo” es quizás uno de los retratos más sórdidos que se hayan realizado acerca de la vida en provincia, la mayoría de veces relacionada con la figura de un ambiente grato y repleto de paisajes idílicos donde aparentemente nada malo puede ocurrir. Clouzot rebate por completo ese arquetipo, mostrándonos a un pueblo en el que hasta los niños tienen tantos secretos y culpas que cualquier asomo de verdad puede dar inicio al pánico colectivo y la sospecha mutua, situación que deviene incluso en suicidios.
El carácter de omnipresencia y omnisciencia del autor de las cartas, lo hace semejante a un dios, por lo que se puede interpretar la paranoia del pueblo como un temor al castigo divino del que será imposible escapar a menos que se expíe la culpa de quien atrajo esa mala fortuna, en una suerte de pasaje bíblico.
Existe un diálogo sostenido entre los protagonistas acerca del bien y el mal, que resulta antológico: “¿Crees que hay gente que es sólo buena o sólo mala? ¿Piensas que lo bueno representa la luz y lo malo la oscuridad? Pero, ¿Cuándo acaba la noche y empieza el día? ¿Dónde está la frontera? ¿Puedes tú afirmar con completa seguridad en qué lado te encuentras?”.
Esas líneas además de definir el carácter amoral de la cinta y que constituiría un elemento recurrente en la obra del director, también dejaban entrever el clima de un país herido por la ocupación alemana, en la que los valores se encontraban trastocados. Por ello, Clouzot luego de la liberación fue tachado de colaboracionista con el régimen nazi, lo que generó que se le suspendiera en el ejercicio del cine por un espacio de dos años, hasta que retomó su carrera en 1947.


Quai des Orfèvres (En legítima defensa, 1947)

Una desinhibida y ambiciosa cantante de music-hall es el tormento de su marido quien no puede soportar los celos que le produce su actitud. Una noche sospechando que la mujer lo engaña, decide asesinarla junto a su supuesto amante, dirigiéndose a casa de éste. No obstante, una vez allí, sólo encuentra al hombre que yace muerto tendido en el piso de la sala.

Basada en una novela del escritor Stanislas A. Steeman, “En legítima defensa”, es una muestra del más puro film noir con elementos bastante reconocibles: Una mujer que despierta todos los ánimos sensuales; la pesadilla fatalista que persigue al hombre que llegó en el momento menos indicado, expuesto a un azar que lo puede condenar por ser un perdedor. Y es que para el cine negro esta condición de perdedor generalmente no da ninguna tregua. Se puede planificar muy bien un crimen, pero siempre surgirá algo inesperado que cambie el curso del protagonista y que hará que se convierta en víctima de su mala fortuna.

Sin embargo, esta película no sólo aborda los tópicos usuales de esta clase de cine, sino que agrega elementos que la hacen aún más intensa. El director puso en el tapete un tema tan controvertido para la época como la homosexualidad femenina, tratándolo con una mirada abierta, sin ánimo de emitir ningún juicio moral o aleccionador, marcando una clara diferencia con los realizadores de Hollywood que por las limitaciones establecidas en el Código Hays, no construían historias o personajes que no pudieran pasar el filtro de la censura. El Festival de Venecia de 1947, supo reconocer el talento de Clouzot, otorgándole el León de Oro a la mejor dirección, hecho que significó su retorno por todo lo alto, luego de la suspensión sufrida tras la realización de “El Cuervo”.


La Salaire de la Peur (El Salario del Miedo, 1953)

“El Salario del Miedo” es una de las películas donde más se puede apreciar el talento de Clouzot para mantener al espectador en vilo. El suspenso nunca se manejó mejor que en este filme, que además tiene un tono social de denuncia y de reflexión acerca de la lucha por la supervivencia y su aparente inutilidad.

En “Las Piedras”, un pueblito de algún país latinoamericano, se encuentran varados por diferentes circunstancias, muchos extranjeros que están desesperados por emprender el viaje de regreso; sin embargo no tienen dinero y la situación se hace cada vez más insoportable. Inesperadamente, se presenta una oportunidad: La Compañía Norteamericana Southern Oil Company ha sufrido un incendio en uno de sus pozos de petróleo y necesitan cuatro voluntarios para conducir dos camiones conteniendo toneladas de nitroglicerina con las cuales pretenden acabar con el siniestro. Si llegan a su destino se les pagará dos mil dólares a cada uno. Algunos aceptan emprender esta aventura casi suicida. ¿Lograrán culminar la travesía y así conseguir el ansiado dinero?

La historia se divide en dos partes claramente diferenciadas. La primera, en la que se nos presenta al pueblo y sus habitantes, incluyendo a estos extranjeros que sin dinero sólo esperan que algo suceda para escapar de ese calor infernal, de ese espacio en el que dan vueltas sobre la nada y en el que no se reconocen, a pesar de haberse mimetizado con el paisaje como un elemento más en esa fauna sórdida.

En esas circunstancias, los que se imponen son aquellos que se caracterizan por su indiferencia y prepotencia sólo cuando les es conveniente. El francés Mario (Yves Montand) es quien ocupa ese lugar de hombre que no se quiebra en el ambiente hostil, hasta que llega el viejo Jo (Charles Vanel) con su actitud aún más déspota y maneras de jefe de banda, pero con el que forma una amistad extraña - pues en un inicio más parece una relación vertical - basada supuestamente en la confianza mutua que les da tener el mismo origen.

Serán ellos que acompañados por el alegre Luigi (Folco Lulli) y el reservado Bimba (Peter Van Eyck), aceptarán el reto a pesar de su futuro incierto, pues no se resignan a quedarse estancados en ese infierno que es “Las Piedras” decidiendo probar una vez más, como si fuera la del estribo, esa suerte que siempre les fue esquiva.

“No sólo nos pagan por conducir, también nos pagan por pasar miedo”, comenta uno de los protagonistas, acentuando la crítica social que se plantea en toda la película, empezando por el pueblo miserable del que parten los aventureros contratados por una compañía que se aprovecha de la desesperación de los hombres para salvaguardar un pozo de petróleo y a la que no le importa enviarlos sin las mínimas condiciones de seguridad, mostrando así que la prioridad de este tipo de empresas es el interés económico antes que la vida de sus trabajadores..

La segunda parte se desarrolla como una road-movie de acción que es puro suspenso y adrenalina. A la carga maldita envasada en latas comunes y los destartalados camiones que conducen, se les suma el mal estado de la carretera (que más parece trocha) y la accidentada geografía que tienen que recorrer. Clouzot logra transmitir al espectador la sensación de peligro que aguarda a los personajes en cada minuto que transcurre, pues la nitroglicerina es impredecible y todo puede acabar doblando la siguiente curva o simplemente en el próximo metro, haciendo del viaje una verdadera odisea en la que la supervivencia no es una hazaña, sino sólo un golpe de fortuna, incluso para el más fuerte. No obstante, ¿cuánta puede ser la suerte de un perdedor? En 1953, el filme se hizo merecedor a dos galardones: La Palma de Oro en el Festival de Cannes y El Oso de Oro en el Festival de Berlín.


Les Diaboliques (Las Diabólicas, 1955)

Una mujer corre aterrada por un oscuro pasillo, creyendo sentir la presencia de su esposo muerto. Abre la puerta de su habitación y se encierra en el baño para recuperarse del susto, no obstante, se acaba de percatar de algo: su marido yace en la bañera llena de agua, luciendo igual al día en que lo asesinó.

Memorable escena de “Las Diabólicas”, que tal vez sea la película más recordada del autor que nos ocupa por sus acentuados tintes truculentos y por el giro final que toma, dejando una sensación desconcertante y escalofriante a la vez.

Concebida como un thriller psicológico, este filme trata con bastante acierto el sentimiento de culpa presente en aquellos concientes de la dimensión del crimen cometido, temerosos del castigo que les espera. El director se divierte manejando malévolamente como títeres a la protagonista (Vera Clouzot) y a los espectadores que sufrimos con ella - una pobre enferma del corazón - los sobresaltos que vive después de participar, junto a la amante de su marido, en el asesinato de éste.

Si bien la película nos engancha desde un principio por la extraña relación entre los personajes femeninos (la esposa y la amante del marido que sabiendo su condición viven en paz bajo el mismo techo), el suspenso va a un ritmo in crescendo desde la partida de las mujeres a Niort (hecho anecdótico que sea el lugar de nacimiento del director), donde se ha planeado que suceda el crimen. La tensión se desarrolla con la maestría y el pulso del realizador, experto en estos quehaceres, como lo demostrara con creces en su laureada “El Salario del Miedo”, sólo que en esta cinta la culpa puede resultar tan explosiva y mortal como la nitroglicerina.

El director francés disfrutaba creando velos de duda sobre sus personajes, acerca de sus leif motive. En este caso, la estrecha relación entre las protagonistas y la dominación que ejerce una sobre la otra, nos hace pensar que existe algo más entre ellas que la simple solidaridad ante el hombre abusivo, a pesar que en todo el filme no se vea un contacto físico explícito que nos confirme el posible lesbianismo existente como un desencadenante inicial de la trama.

Alfred Hitchcock, ese otro genio del género, también tuvo la intención de adquirir los derechos de la novela homónima de Pierre Boileau y Thomas Narcejac, sin embargo Clouzot se le había adelantado. Nunca sabremos como la hubiera realizado el buen Hitch, sólo conocemos que admiró el resultado conseguido por Clouzot en tanta medida que se dice habría realizado la famosa escena de la ducha en Psycho (Psicosis, 1960) con el afán de superar la filmada por el francés en el clímax de “Las Diabólicas”.


Le Mystère Picasso (El Misterio Picasso, 1956)

“Una obra de Picasso ejecutada delante de nuestros ojos es un milagro que bastaría para justificar la grandeza del cine” decía Francois Truffaut en su libro “Las Películas de mi Vida” y no es para menos. Con “El Misterio Picasso”, Clouzot nos permitió durante algo más de 60 minutos ser privilegiados testigos del proceso creativo de Pablo Picasso, uno de los pintores más importantes del siglo XX.

El director a través de la cámara intenta descifrar el misterio de la genialidad creativa del español que con su pincel parecieran ser uno solo, incansable, como una fuente inagotable de imágenes. Vemos como la pantalla en blanco se va transformando línea tras línea en maravilla. Los trazos que parecieran ser algo en un inicio, acaban como otra cosa totalmente diferente, pero aún más fantástico.

Este documental se filmó registrando el arte del pintor en telas semi transparentes, creando en la pantalla el efecto de lienzo en el que no vemos la mano de Picasso, solo la pintura que se va imprimiendo en ella, en todo momento acompañada con melodías de jazz y flamenco tan pasionales como el artista, que en total realizó para la película 20 obras de arte que destruyera en su mayoría luego del rodaje, añadiendo así un carácter mítico a la cinta.

En “El Misterio Picasso”, Clouzot tampoco pudo abandonar el suspenso. Hay un momento memorable en el que se le va diciendo al genio español que sólo le quedan unos segundos para terminar la pintura que estaba creando. Un primer plano de sus ojos nos muestra el disfrute y la tensión del artista a la par que vemos el tiempo correr. La película ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 1956 y años más tarde en 1984, el gobierno francés la declaró “tesoro nacional”, valorando la verdadera dimensión de esta joya del arte en general.

Leny Fernández

La Cinefilia No Es Patriota