LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Tuesday, September 30, 2008

HI-HIP: ¡QUE VIVA EL EJÉRCITO PERUANO! O, VIDAS PARAELAS (2008), DE ROCÍO LLADÓ



Disfrazado de producto comercial, esta propaganda redentora de la imagen del Ejército peruano ante la escarmentada sociedad bosqueja ser una película de reflexión, pero sufre de tal inocencia que queda bien como una superproducción escolar dedicada al día castrense, queriendo mostrar ambos polos de la violencia valiéndose del cursi divorcio de una amistad que desquebraja por las circunstancias borrascosas del terrorismo. El resultado arroja un paralelismo ridículo entre la violencia protectora (el ejército) y la violencia subversiva (los terroristas) en carnes de los protagonistas: Felipe (Óscar López Arias) y Sixto (Renzo Schuller), tomando como base al deber y a la convicción en ambos para alegar que las armas se levantan sólo para hacer justicia, mas no para ajusticiar.
Digo ridículo por la hechura de paporreta en la alternancia de las “vidas paralelas” de los opuestos protagonistas, intercalándolos en situaciones clisés cual esclavos de sus estereotipos; además de los parlamentos solemnes recitados como fallos concienzudos y aleccionadores de la razón militar hacia una sociedad indiferente, que se entiende proclive a caer en el mismo cataclismo si tan sólo se le punza la llaga. Es que si el guión lo hace –en este caso cuesta creer que alguien escribió algo- un capitán del Ejército, ¿se puede esperar una perspectiva amplia del conflicto o solamente queda atenerse a la unilateralidad de los que se avergüenzan de su parte en el capítulo real, y por eso lo reescriben tan magnánimo que produce rechazo por calculado? Ergo, que el tema esté manido a no más, por diversas fábulas urbanas de tinta roja desde hace décadas, lo hace aparte una historia tan predecible como para desenlazarla sin equívocos con tan sólo verla 20 minutos como máximo. Vidas Paralelas es maniquea, pero sobre todo, aburrida.



Empero mejor hablar de ella en sus aspectos no cualitativos con los que sí marca estadísticas resaltantes, como el de ser la primera película producida por un ente estatal como lo es el Ejército Peruano, en conjunto con una institución universitaria como “Alas Peruanas”, la cual también es primeriza en esas lides, además de ser la parte a cargo del presupuesto, compuesto por la holgada suma de 600 mil dólares, más locaciones facilitadas por las fuerzas militares en gratuidad, siendo esta su asignación en la coproducción.

Por si fueran pocas las nuevas, la universidad -ahora productora- antes mencionada anuncia la implementación de una Escuela de Cine en su campus a propósito de esta entrega, que sirve como excusa para el lanzamiento de tan ambiciosa gestión. En Lima, iniciativas como esa lloran por reflejos, pues centros que imparten lecciones de cine existen a cuentagotas, son casi invisibles; en cambio, proliferan las Facultades de Comunicación y Periodismo, que sirven cursillos de teoría y práctica en vídeo, representando un penoso simulacro de lo que es hacer un film en sus reales condiciones. ¿Cómo pensar en hacer una industria si no existe siquiera una cuna de cineastas? ¿Por qué pedimos dinero si lo que nos falta es material humano? Primero es lo primero, señores. Muchos de los que logran estrenar sus óperas primas lamentablemente hacen su “debut y despedida”, añadiendo más cabezas caídas a la larga lista de proyectos fallidos a cargo de jóvenes promesas. La precariedad del sistema educativo o escasez de granja de autores queda sometido a la vergonzosa exposición cuando cineastas peruanos con títulos extranjeros presentan sus películas que terminan siendo de las más destacadas de los años últimos en lo que a cine nacional respecta, como los casos de Chicha Tu Madre, del “argentino” Quattrini; Madeinusa, de la “española” Llosa o Días de Santiago, del “gringo” Méndez. Con ejemplos tan clarificadores como esos no hay mucho que detallar.


Volviendo a la película para hablar de su contexto ochenteno, rememoro atribulado que por esas fechas la sierra peruana, principalmente, fue sumida por las manifestaciones terroristas del grupo Sendero Luminoso, que ultrajaron cuantos pueblos pudieron a la vez que aniquilaban las enclenques resistencias de los campesinos, responsabilizándose de los decesos de miles de indios (70 mil aprox. según el informe final de la comisión encargada: CVR) durante caóticos 12 años. Sobre este negro episodio de la historia republicana peruana medita la película, pretendiendo lograr conciencia social, de la recapitulación y el recuerdo ensangrentado de esta tragedia civil, aspirando así a prevenir vestigios de reedición, pero con apelación a la fórmula para sensibilidades pueriles, adormecedora por la ufanía del cachaco solidario, que como héroe perjudicado hace sus pataletas formales en la escena final: una cita judicial, en la que la directora Rocío Lladó hace un cameo mediocre por su casi silabeo de los pocos parlamentos encargados. Esta escena final dice en palabras lo que las escenas previas dijeron plano a plano, o sea una redundancia pedante por lo que el mensaje significa en sí, una solicitud de gratitud pública para con los armados, aparte que denuncia de desmemoriados a los civiles por castigar a los héroes anti-subversivos con el olvido, casi acuñándonos la culpa del por qué no tienen estatuas ni bustos en las plazas.


Cito una involuntariamente jocosa frase que la directora dijera sobre una de sus referencias: “Apocalipsis now está entre mis referentes, aunque tuvimos sólo un helicóptero en lugar de un montón” (sic). Esta oración tiradísima de los pelos ventila el cáncer maligno que fue para los que conformaron este proyecto la alarmante falta de ubicación o ego inflado cual dirigible, no teniendo en cuenta, al parecer, que otros aparte de ellos mirarían el filme y sacarían sus propias conclusiones, muy distantes a las que manifiestan con su altanería, por cierto.

Esta mínima película universitaria vale más como parte del conjunto de los 5 largos, que conforman la entusiasta arremetida del cine peruano en sus propias salas, que como obra individual por mediocre que sea, perturbada por defectos primarios de artesano amateur. Si la producción hubiera dispuesto de docenas de helicópteros más, igualmente no tendría ningún parentesco ni señalación con la obra de Coppola, que no diferencia solamente de Lladó en los recursos económicos, para su pena, y para gracia mía.

Aún así, Vidas Paralelas tiene la adversa batalla por recuperar los miles de dólares invertidos, apelando a sus 39 copias para exhibirse en 41 salas en todo el país. Habría que ver si es que la gente opta por dejar su conciencia social en manos de esta cofradía castrense-universitaria muy poco carismática. Por parte mía, despavorido siento desde mi butaca vivir otro terrorismo, que ha cambiado las bombas por sonatas de bombo en celuloide.

John Campos-Gómez

La Cinefilia No Es Patriota



Monday, September 29, 2008

DOS MÉTODOS, DOS CINES. KIAROSTAMI HABLANDO DE FIVE.


Al hacer el primer film, Madera, dos métodos podían llevarnos al resultado final. El primero era el camino lógico, el camino del cine, el camino de la industria; beneficiarnos de la experiencia y la pericia de los otros. Este método de trabajo nos dice que para que la madera se rompa y se desintegre en el momento justo, es necesario diseñar un explosivo a control remoto, -así, el pedazo de madera puede ser roto en dos en el momento justo-. Ahora el trozo de madera está roto en dos. Algunas olas más altas se suponen por llegar llevando uno de los trozos mar adentro y dejando al otro en la orilla, al que las olas no fueron capaces de arrastrar mar adentro. Esto se puede lograr, por ejemplo, con el uso de una pequeña barrera temporal. Puedes bloquearlo y luego liberarlo en el momento preciso. Las olas más altas pueden llevarse el primer trozo de madera de la escena, mientras el otro puede quedar fijo en la orilla y entonces no podrá ser llevado por las olas. El primer trozo puede ser jalado con un hilo invisible por alguien sentado fuera de cuadro –en un bote, por ejemplo– muy lentamente más allá del horizonte hasta quedar fuera de cuadro. Esto es algo que puede ser logrado simplemente a través de técnicas cinemáticas y efectos especiales.

El segundo método es más simple y también más complejo. Este es muy diferente de la aproximación cinemática, que involucra la cooperación de varios técnicos y distintas personas con distintas habilidades. Este es un trabajo escrito y no necesita un equipo. Uno o dos acompañantes son suficientes. En este método de trabajo, necesitas que la tierra, el agua y el viento cooperen. Necesitas un viento suave. Necesitas una buena ola. Los jugadores de backgammon dicen: “Como caigan los dados es lo que cuenta”. Me gustaría contar una historia que acabo de recordar. Se dice que, en tiempos antiguos, un filósofo en India, inventó el ajedrez después de mucho meditar, y lo presentó al Maharajah, que quedó tan impresionado con este juego mental y lógico de la guerra que se lo presentó al Rey Persa como símbolo de la inteligencia india. Y haciendo esto, el Maharajah entregó un desafío filosófico. Bozorgmehr, el sabio Visir del Rey Persa, Anowshirvan, descifró los secretos de este complicado juego, y la lógica guerrera detrás de él. Él decidió responder al filósofo indio de la misma forma. Por tanto, en respuesta al ajedrez, inventó el backgammon, con dos pequeños cubos llamados dados. Este juego toma todo el control fuera del jugador y le muestra que hay otros factores que contribuyen al destino de uno, aparte de la habilidad, la inteligencia y la experiencia, factores de los que muchos de nosotros no nos percatamos. Bozorgmerh llamó al juego Pandnaamak y lo envió a la corte del Maharajah.

Él quería enseñar al joven filósofo que hay otros factores que contribuyen al juego aparte de la habilidad y la experiencia. Estos factores, como los dados, pueden sacudir nuestra vida en cualquier punto y una persona sabia es aquella que admite estos accidentes en el juego. Estos poderes ocultos son conocidos como la suerte o el destino o, en último término, como la voluntad de Dios o el libre albedrío. Yo creo en la combinación de estas cosas, tanto en la buena como en la mala suerte como elementos de un patrón secreto.

No puedo negar el rol de este patrón secreto –el rol del accidente–, la ocurrencia o el poder del destino, ni en mi vida personal ni en mi trabajo. Debo confesar que hay momentos en todos mis films, que no son hechos por mí. Esto no es humildad. En mi opinión, Five debe ser observada con esto en mente, todo Five. La diferencia entre el cine ‘bien hecho’ y éste se parece a la diferencia entre el ajedrez y el backgammon. En mi opinión, el ajedrez no admite a estos poderes innegables. Todo está regido y controlado por los dioses de la escena –el productor y el director–. No siendo un jugador de backgammon respeto a los jugadores de backgammon. La razón por la que los jugadores de backgammon se jactan es –yo creo– que confían en su suerte y la admiten como un parámetro determinante en el juego porque realmente, en mi opinión, si imaginamos la vida sin este parámetro, perdemos algo de nuestro sentido de realismo.

Ahora, el trabajo con el digital ayuda muchísimo en relación a esta clase de cine que es más sobre la performance y relacionado con patrones ocultos. Para mí, quien no cree en la narrativa literaria en el cine, el intervalo del making of de Five, fue para mí una oportunidad de ser la audiencia. Durante este tiempo, pude contar mi historia personal como si yo fuera la audiencia. En mi opinión, sentado en un asiento del cine, se ha acostumbrado a la audiencia a una pereza mental. Cada miembro de la audiencia en su vida diaria, y en cada situación, puede entender lo simple y a veces lo complicado que ocurre en torno suyo. Curiosidad e inteligencia son dos importantes factores que alimentan la imaginación humana, y el resultado es el auto-entendimiento.


Abbas Kiarostami


La Cinefilia No Es Patriota


Sunday, September 28, 2008

LO ESCUCHO, MAESTRO


Yo no pienso demasiado en lo que estoy haciendo mientras trabajo, pero trato de sentir algo, de ver sin explicaciones, de atrapar algo y de estar tan cerca como pueda de eso... Es todo.
El pensamiento es un terrible enemigo. Debes tratar de trabajar no con tu inteligencia, sino con tus sentidos y con tu corazón. Con tu intuición.
Robert Bresson
La Cinefilia No Es Patriota

Thursday, September 25, 2008

ATENCIÓN; HOY: GODARD! 17, EN EL CENTRO CULTURAL ESPAÑOL


Póngase alegre, como Albert Finney, y lea Godard!: MENÚ. Dossier Sidney Lumet + Especial Relaciones Peligrosas (Before the Devil Knows You´re dead, Fotoportada) + (2) Crónicas sobre el XII Festival de Lima + Críticas de Cartelera + Ezequiel Acuña escribe sobre Anton Corbijn + En la Ciudad de Sylvia, de José Luis Guerín + Entrevista con Patricio Guzmán + Bollywood en el Perú + Dino Risi + Sydney Pollack = godard! 17.

Venga y vea, la cita es hoy, a las 6 y 50 de la tarde, en el Centro Cultural de España (Natalio Sánchez 181, Santa Beatriz). Como parte de la presentación, César Miranda, crítico de la revista, estrenará en exclusiva su corto El Águila y el Cazador.


La Cinefilia No Es Patriota

Tuesday, September 23, 2008

ROBERT BRESSON: NOTAS SOBRE EL CINEMATÓGRAFO (I)




Desembarazarme de errores y falsedades acumulados. Conocer mis medios, estar seguro de ellos.


La facultad de hacer buen uso de mis medios disminuye cuando su número aumenta.



Controlar la precisión. Ser yo mismo un instrumento de precisión.



No tener alma de ejecutante. Encontrar, en cada toma, un nuevo toque para lo imaginado. Invención (reinvención) inmediata.



Realizador o director. No se trata de dirigir a alguien, sino de dirigirse a uno mismo.



Nada de actores.
(Nada de dirección de actores).
Nada de personajes.
(Nada de estudio de personajes).
Nada de puesta en escena.
Sino el empleo de modelos, tomados de la vida.
SER (modelos) en lugar de PARECER (actores).



La Cinefilia No Es Patriota

Monday, September 22, 2008

NO SEAS ¡TONTO! O Notas en torno a En la ciudad de Sylvia, de José Luis Guerín, o un ejemplo del cine distinto y fascinante que aburre a algunos

Qué necesidad loca –y en muchas ocasiones, hasta estúpida– de espectacularidad. ¿La respuesta más inmediata, inconsciente y animal de un público ineducado, consumista e impaciente in extremis? ¿Mera falta o desarrollo insuficiente de la imaginación? ¿Incapacidad de la gente para generarse por su cuenta y riesgo sus propias ‘aventuras’? No sé. Sacudimientos superficiales por doquier. Eso veo. Y qué temor (o mejor: qué incomprensión, disfrazada de temor), decía, y qué temor a la apacible, sutil y generosa cotidianidad, a lo que llaman cotidianidad, que no es otra cosa que la vida misma. ‘Cotidianidad’ que envuelve todo lo demás, que contiene sin esfuerzo todas las sorpresas, a condición de que aprendas a esperar y a observar y a actuar en el momento preciso. En resumen. Cuánto temor a la falta de ‘historias’ –como castillos de juguete que hemos de recorrer aunque en el fondo ya nos sepamos el recorrido y sus posibles variaciones de memoria–. Hasta la sorpresa, en el fondo, así, está controlada.

Pero, ¿y si partiendo de lo más increíblemente 'simple', se puede acceder a lo más complejo? ¿no lo hicieron tantos en el cine, como Ozu, Bresson, ahora Pedro Costa, los Straub, Portabella, el Erice de El sol del membrillo, Kiarostami en Five dedicated to Ozu, y hasta hace poco Robert Kramer? Entonces, me parece que si alguien siente respeto por el valor real de la palabra artista, nada más lógico y humilde, y ambicioso, que volver a empezar desde el principio, desde cero, o casi, desde el origen, así que, por ejemplo: por qué no filmar, simplemente, en una ciudad determinada, unas calles y unos rostros. Expresiones, gestos. Tan solo momentos. Embriones de historias, o, si quieres, sensaciones, en primer plano. ¿La historia es lo sustancial? Sensaciones que nos hacen flotar, soñar despiertos, somos estimulados a percibir especialmente matices gestuales, disposición de diferentes rostros y cuerpos en un espacio dado, y nos volvemos testigos de mensajes no verbales de seres desconocidos.

Esto es lo que, en buena medida, hace Guerín en su nueva película. ¿El documental de un platónico? –Si me permiten la chistosa expresión–. El encanto grácil, el aleteo de lo fugaz, lo sugerido, lo inacabado, está presente casi a cada instante. No tal vez una profundidad escondida y sí una rica superficie que depende de la propia participación activa y la capacidad de simple observación. Partir de un registro documental presuntamente objetivo, solo para poner en escena el ensueño delicado y poético de un soñador mirando rostros y fantaseando y haciendo bocetos y siguiendo al verla (al volver a verla de pronto) a la mujer soñada… Y claro. Hay una larga serie de temas.



La pintura ‘en’ el cine. O cómo la pintura ‘es’ cine. Cuando, filmar una cara, un gesto, un instante, es, definitiva e inevitablemente, pintura, algo que debes tener muy en cuenta; y también es, cómo no, en esencia, nada más y nada menos que cine. La historia del cine: vista como la historia de una serie de rostros revelando lo humano. En la película En la ciudad de Sylvia esta verdad palpita hermosamente. Y con aparente sencillez. Perdónenme, amantes y esclavos y adictos de la narratividad. No saben lo que se pierden. El mejor efecto especial de todos, el rostro humano. El más bello paisaje; la mejor trama.

En la ciudad de Sylvia y el arte del retrato. ¿Qué le dice un rostro a una mirada? O que le puede hacer decir una mirada a un rostro. (Y lo escribe alguien que acaba de pasar hace poco varias horas contemplando retratos de entre 1400 y 1600 y tantos, retratos que pueden superar de manera radical, qué curioso, la ‘exactitud’ y ‘objetividad’ de la fotografía. Y luego sales a la calle y cada rostro te impresiona como único. Pero, volvamos.) Y no olvido el arte del esbozo. Algo menos, pero algo más, que una historia. Y mirar y mirar, siempre mirar. ¿Sugerir no es a veces mejor, más satisfactorio que contar? ¿El misterio irreductible (y no soy un mistificador) acaso se puede contar? El arte del paladeo del instante, y, naturalmente, y en consecuencia, el arte de vivir en la colmena perceptiva de cada pequeño e inabarcable instante irrepetible. La opción tomada. Liberarse de una historia en el sentido más convencional del término. Liberar una estructura de telarañas. Necesitas no tener una historia para tener, para volver a tener, mejor, a ser una mirada. El arte de contar una mirada. La manera de mirar, maravillada de la maravilla que no maravilla a todos; que casi no haya una historia.

Para tenaces observadores de micro-acontecimientos, En la ciudad de Sylvia solo puede ser, o aproximarse, a la categoría feliz de delicia constante, casi sin interrupción. Mirar (incluso ‘documentalmente’) es soñar. Estamos fuera. Aunque, claro, esto es realista, siempre vemos a los otros desde fuera. Carecemos de datos, sobre él, sobre ella, sobre cada persona que vemos. Qué nos queda entonces. La perspectiva es otra. Cuentas con espacio para proyectar tu propia historia.

Alguien dirá. Vista como una película de superficies, qué me da esto, pues qué profundidad puede existir aquí. Pero nos mueve, nos conmueve, nos remueve. ¿Por qué? La profundidad o el aburrimiento se llama el espectador, en buena medida. ¿Por qué En la ciudad de Sylvia me dejó flotando (o seguí flotando en ella), casi en estado de beatitud, al terminar la proyección? ¿Cuál es, en qué consiste, el poder de esta película? ¿Por qué me embriaga?


El esquema chico busca chica, chico sigue chica, chico se equivoca (según parece) de chica; no puede ser más simple, y casi tonto ¿verdad? Y al mismo tiempo el tema es uno de los más ricos que existen en cuanto a posibilidades de desarrollo. La estrategia de Guerín consiste en crear un personaje masculino que nos sirva de ojos, y poco más.

Otro tema, naturalmente presente, qué es una ciudad. En este caso, Guerín eligió Estrasburgo por ser una ciudad tranquila y peatonal y no muy ‘idiosincrática’, que es amable para con los movimientos de los actores principales, y donde jugar con cierto azar parece ser más cómodo. Un lugar no tan poblado que te permita soñar (y filmar tu sueño sin perderte en un laberinto). Una ciudad. Un bosque, un territorio, un teatro, una colección de cuerpos que respiran cotidianidad y misterio, transparencia e impenetrabilidad a la vez, un bosque de cuerpos que se ofrece (y se niega) casual, amable, indiferente, ambiguo, inconsciente, fugaz. Y la ciudad es también una serie de sonidos que le dan forma… Y la ciudad es femenina…

Caras, gestos. ¿Puedes sentir a alguien, su vida, su esencia, solo al recorrer sus facciones? Un viejo deseo, y una posibilidad…


Crash (1996), de David Cronenberg

Exotica (1993), de Atom Egoyan


La incomprensión. El espectador, o cierta clase de espectador, a decir verdad, la mayor parte de espectadores, sienten el vacío cuando su mirada no es teledirigida, cuándo no se le dice expresamente qué mirar y qué sentir. Ejemplos sobran. Crash (1996) de David Cronenberg, o Exotica (1994) de Atom Egoyan vienen a mi mente como ejemplos de películas que en la subdesarrollada Lima provocaron enorme incomprensión. Como si ese dejar espacio libre para que uno pueda pensar, vagar, vivir en esos espacios, pasear su mirada por el plano, fuese una locura o una estupidez. ¡El cine también es una experiencia arquitectónica, pictórica, sensorial, plástica! ¡Cómo es que no lo saben! Incomprensión para películas, hablando del más reciente Festival de Lima, tan retadoras como La mujer sin cabeza de Lucrecia Martel o Liverpool de Lisandro Alonso, porque no cuentan una historia, o porque la historia que cuentan es muy pequeñita. Repito: el cine cuenta lugares, estados, atmósferas, climas, texturas, estados, colores, volúmenes, geometrías, resplandores, sombras, silencios, temblores, éxtasis, anonadamientos…

Detalles que pueden ser lo más delicioso y voluptuoso. Como uno de los momentos más gloriosos e inolvidables de En la ciudad de Sylvia, que se produce cuando se nota (y se imagina, también, más allá de lo que se puede ver) a Pilar López de Ayala empapada de sudor, en medio del viaje en tren, al lado del presunto acosador y de hecho mal disimulado perseguidor.

Pero, fieles por un momento al mito, deberemos decir que la mujer ideal (tal vez ‘renacentista’) por definición no puede ser nunca jamás encontrada. O el juego ha sido encontrarla y no encontrarla. La búsqueda potencial de una mujer es la búsqueda de todas las mujeres, un rostro buscado, mil encontrados, todos perdidos, o guardados en la memoria. La fantasía de la mujer ‘ideal’ pasa necesariamente por la más estricta poligamia…




Y no es para dar la contra a otros comentaristas, pero a mí me parece que la mujer más ‘animal’ (en el mejor sentido, aclaro) puede ser más incluso interesante que la angelical (o tal vez dependiendo del estado de ánimo). Es la otra cara de Sylvia (que tiene tres, como veremos). Las mutaciones del rostro de la chica más ‘animal’ en la discoteca… Ella merecería otra película (y no sería platónica). Ella es, sin duda, otra posibilidad de goces (y tormentos) que no tiene por qué ser descartada.



My Winnipeg (2007), de Guy Maddin
¿Se sabe lo que es la belleza? se pregunta en algún momento, la voz narradora en off de My Winnipeg (otra de las obras cinematográficas más valiosas estrenadas en 2007), la alucinante película documental y fantástica y biográfica -freudiana hasta el tuétano-, del genial canadiense Guy Maddin. La sola pregunta reajusta la película entera. La belleza es un límite de la experiencia humana. Ante ella cantamos de dicha, o enmudecemos. La belleza, además, no está completa sin la fealdad… esa es la pequeña revelación.

La Casa es negra (1962), de Forugh Farrokhzad

Dicho sin malicia, pero ¿la belleza de los protagonistas en la película de Guerín no contamina la película de irrealidad? En cierta medida, ¿no conspira contra su autenticidad? ¿No es todo, o casi todo, demasiado bonito aquí? Guerín responderá que no ha hecho una película naturalista y recurrirá a la palabra poesía, a la expresión ensueño poético para definir su película… Acaba siendo feo para varios, sin embargo, que demasiado en la película sea tan bonito. Y, en último término (y esto Guerín lo sabe bien), hay una necesidad ineludible de enfrentarse también a la fealdad, y no solo a la belleza.

La tercera cara. Hay una imagen de En la ciudad de Sylvia que puede pasar desapercibida en todo su valor, me refiero a la de la mujer con el rostro deforme y monstruoso, esperando el tren entre otras más, hacia el final. La imagen me recuerda de inmediato el 'documental' iraní La casa es negra (1962), de la poeta Forugh Farrokhzad. El punto en que la belleza no puede competir con la fealdad. El punto en que, a partir de la contemplación tenaz de la fealdad, emerge otra belleza… ¿Metafísica?

“Cuando veo una mujer hermosa no puedo dejar de pensar en su desgracia oculta” dice Baudelaire. Perversamente, el futuro de Sylvia podría ser esa imagen…


El Silencio antes de Bach (2007), de Pere Portabella


Hay por supuesto una manera más profunda de entender lo que es bello: lo necesario, lo que es como es y no de otra forma. Por eso, hablando de películas incomprendidas, no puedo dejar de mencionar en estas líneas a la no solo poderosamente bella sino absolutamente necesaria para Europa, y para nosotros también, que somos, queriendo y sin querer, espiritualmente, ‘europeos’: El silencio antes de Bach, de Pere Portabella; la Europa que sí tiene que ser encontrada, que no puede perder sus valores más sublimes y más genuinos, película que nos permite tocar la raíz del humanismo en Occidente a través de la figura y la obra de Bach. El espíritu de un artista que atraviesa las épocas, misteriosamente, lo cual es mostrado en su estricta materialidad (la interpretación de la música); una ciudad sublime de sonidos construidos contra las limitaciones económicas y la consabida estupidez ambiente. Sin duda, mi película española favorita de 2007. En la ciudad de Sylvia es la otra.

En suma: En la ciudad de Sylvia se ofrece al goce del espectador más activo en la contemplación, al observador sutil de micro acontecimientos; no es una obra al servicio de una historia que contar, sino a provocar, por encima de todo, una serie de sensaciones, ponerlas en primer plano, interrogarlas; ahí está su valor y su fuerza. Proyectar y llenar los espacios con tu propia fantasía en un campo de observación real (la ciudad, sus calles) es menos el mirar del deseo, que el deseo de mirar, el deseo de mirar como fin y no necesariamente como mero principio de una linda historia con principio, medio y final.

El cine moderno defiende ese ‘menos’ que es más. Tienes que vaciar un recipiente para llenarlo de otra cosa. (Como dicen los budistas: tienes que estar vacío para estar lleno.) Este es el cine que nos reconcilia con la vivencia de ese gran desconocido cotidiano: el tiempo. Es que acaso, no tenemos, ni tendremos nunca, nada más.

Mario Castro Cobos
La Cinefilia No Es Patriota
Otro texto sobre En la Ciudad de Sylvia:

Friday, September 19, 2008

UN VALIENTE HACIENDO CINE. ENTREVISTA CON LISANDRO ALONSO

Un cine de observación, un cine de la imagen tiempo, como explicó Gilles Deleuze (un cine de visión más que de acciones). Un cine que parte del contacto con lo real más que de cualquier dramaturgia. Un cine que no tiene miedo de acercarse a la cotidianidad, al tiempo ´real´. Un cine que explora sensaciones complejas en la entraña de los actos más simples. Una vivencia del espacio, una experiencia plástica, pictórica, una mayor libertad para moverse por el plano, una mayor libertad para con el espectador. Libertad que ofende las cadenas de algunos y de varios, según se ve. ¿Se toman en serio el cine? Pues entonces, damas y caballeros, vean más cine de Lisandro Alonso ( y de Tsai, de Apichatpong, de Hou, de los Straub, de Portabella, de Costa, de Kawase, de Serra…) y lean a Deleuze, a Schrader, a Tarkovski, a Bresson. Incluso lean a Bazin, en especial lo que dice sobre el Neorrealismo. Vean más películas, y entérense de una buena vez de lo que significa el cine moderno. Mejor tarde que muy tarde. (M.C.)

Esta entrevista no hubiera sido posible sin la amable complicidad de:

http://elaguainmovil.blogspot.com/


La Cinefilia No Es Patriota

Tuesday, September 16, 2008

A PROPÓSITO DE ANGEL-A (2005), DE LUC BESSON

Coincidencia de la vida. En este caso fueron dos: París y André.

Hace varios años atrás, París, esa fascinante ciudad, recorría mis ojos, su brillante cielo iluminaba mi cabeza y mis pensamientos viajaban a mil por hora. De pronto, Luc Besson salta a la cartelera nuevamente con Angel-A. Y dentro de esta historia de ficción, un personaje impresionante: París, con sus secundarios: André y Angela.

Todos dirán que estoy loco o que mis opiniones no concuerdan con la realidad, pero para mí, París tiene el papel principal. Y con esas consideraciones, me referiré a ella en primer lugar:

Eiffel. Cómo no recordar en las postales de amor a la Torre Eiffel. Aquella pieza de 300 metros de altura desde la cual se puede observar sin dificultad (a menos que la visites en invierno como lo hice yo por mi mala suerte) la gran Ciudad Luz, con su Sena serpenteando y sus barcos restaurantes. Desde lo alto, encontramos a André suspendido en el aire, rogando que lo dejaran vivir. Este personaje, de origen marroquí, imploraba al cielo que le den otra oportunidad, y es que meterse con la mafia no es bueno ni acá ni en París. Los matones le dan otra oportunidad. Continuemos.

Puentes. Un puente. Dos puentes. 37 puentes en París que cruzan el Sena. Sobre alguno de ellos pasé en auto. Cómo imaginar que Besson filmaría muchos años después: Angel-A. En la cual André y Angela conversarían sobre infinidad de cosas. Sobre el amor. Sobre declaraciones de amor. Cómo un hombre puede declarar su amor a un ángel convenciéndonos de que puede ser verdad. ¿Nos convenció? Quién no quisiera enamorarse de un ángel. ¿Existen los ángeles y nosotros no lo sabemos? Quizás sí, quizás no. Eso no importa, lo que importa es el amor. El amor que promulgaba André como si fuese ley, ley de algún ser supremo. Entonces, creo que valió la pena pasar por algún puente en París, el amor estuvo allí, esperando a que alguien lo filmara para el mundo. Y, ¡por qué no!

Cafés. Un café o quizás dos. Ya no recuerdo a cuántos fui. Sólo recuerdo que eran serios, para gente mayor, para personas que reflexionan de la vida, para André y Angela, para adictos a la intuición mental y sicológica. Pero no toman café, toman vino. Vino siempre tomé. Todos toman vino. El vino es bueno para el corazón. El lugar es bueno para la mente. Para sentarse y conversar y confesarse. Tal y como lo hizo Angela con André. André no lo pudo creer. Y de pronto el cenicero voló. Se levantó de la mesa. El cigarrillo apareció de nuevo. Llora. Lloro. Todos lloramos. Y es que cuando uno se da cuenta que estaba equivocado se arrepiente y se siente mal. Todos nos equivocamos. André es buena persona y comprende. Angela es un ángel. Todos los ángeles comprenden, ¿por qué no? Y todo se vuelve más claro. Todo se convierte en algo blanco, brillante, como la impecable fotografía en blanco y negro que no nos deja salir de contexto y nos encierra en un mundo solitario, con Andréses y Angelas y matones y Parises y franceses.

Entonces, ¿cuándo empezó la película? No recuerdo muy bien, sólo recuerdo a un París exuberante, tranquilo y perfecto, como siempre lo fue. ¿La película? Sí, estuvo bien, un poco romántica, un poco imperfecta, un poco de todo. Angel-A tiene historia, una increíble, pero lo que mejor tiene, es un vestido de gala llamado París.

Y la otra coincidencia: André. Mi buen amigo francés que vive en Le Puy en Velay, un nombre largo para una ciudad tan linda.

Paco Pulido Spelucin

La Cinefilia No Es Patriota

Friday, September 12, 2008

EL POEMA DE LA SEMANA: AL BORDE DEL EROSCIDIO


AL BORDE DEL EROSCIDIO
Los escépticos de almohada
aquellos que no creen
que un pétalo
ni un hueso
ni una hada
poseen un alma
expectoran que
la pericia indisoluble
en la retina
nos debe iluminar
la neurona más matemática
para afirmar antropocólicos
durante la campanada muda
en el pálpito horizontal
que una sola persona
no nos colma ni la vejiga
ni el tímpano desagrietado
ni el intestino de una rodilla
aunque tal vez o es seguro
que nos colma el resquicio invertebrado
de la frente
o la fuente mandibular de una pestaña
o la muela ojerosa de una sonrisa tuerta
o la fosa nasal lampiña de un orgasmo
o el feretricio incubadoralicio
del renatalo de la primera muerte
o el azul postprieto de una mejilla
esquizofrénica
o el esquema zoológico con freno en la canica
o el estoma de una emoción atada como hebilla.
Insular mi periplo psicolingüe
demostradomeha,
a pesarde una coexistencia
de escepticismo y bandera
y precisamente por el efecto metadeífico
de la experiencia imborrable
aunque el peso de un futuro inconexo
intente desdibujar el irreversible
arquisacro vampirismo dactilar de un beso,
que siempre en el otro hemisferio
del reflejo amputado por el azar
pero respirando telépata
y sintiéndose más grande que entero
a veces a unos metros del pie leso
y otras veces a kilómetros
del reloj endomiomagnético
existe una sola persona
que por un instante inunda
cuando el infinito
cabe en el laberinto de una caricia
sabia de sincronía eidético-cardíaca
el anticipado recuerdo,
y aunque hubo amoríos cuasiamores
de uña y sílaba
y amores cuasiamoríos
de sílaba y uña
y habrán otras relaciones
que hagan recordar el olvido,
jamás desaparecerá el perihelio.
Me atrevo a darle coces
a las notas musicales de este poema
pero no me atrevo a seguir fingiendo
el adiós más flemático
en la historia de
las crucifixiones enjauladas
y no me atrevo a seguir fingiendo
una mueca de bardo complacido
por los túneles acropolitas
de la más dosificada serotonina
como si el placer pleno de la quintaesencia
lo cual la felicidad plurilateral
sólo agible para el psicótico visionario de la belleza
se pudiera reintegrar
como si se regenerara la epidermis de una piedra
y no me atrevo a seguir fingiendo
la ecuanimidad inexacta
de una espina sembrada en el desierto
porque existió, existe y existirá
una sola persona que pudo curarme sin sexo
y en mi sexagenario si la provocación continúa
haciéndolo una realidad partida y confusa
lloraré apoyado en aquella pared
como si el corazón llorara para mantenerse despierto
como si todavía tuviera veinticinco años
como si aquellas dos bocas todavía lentas y predestinadas
como si detenerse en la fricción incendiaria
todavía fuera el primer más genuino y más intenso beso
y como si por primera vez amara de semivacía a obesa todavía
el alma.
¿Por qué ontopatología indescifrable
dejamos pasar la única oportunidad
de sentirnos íntegros a conciencia cabal
y vencer la dualidad múltiple prioritaria:
Benevolencia-abyección
dilección-animadversión
sentimiento-concúbito,
por el resto de la vida vehemente
y dejar de reemplazar erráticamente un concepto por otro?
Dos personas ubicuas en cada célula de un te amo dicho tarde.
ALBERTO JAVIER ANGULO CHUMACERO
La Cinefilia No Es Patriota



Thursday, September 11, 2008

LOS CRÉDITOS Y EL CINE: HOY A LAS 7, CONVERSATORIO EN TELEFÓNICA


Hoy, a las 7 de la noche, en la Av. Arequipa 1155, el Diseñador Gráfico Jimmy Morales y yo, presentaremos el libro

UNCREDITED



Autores: Gemma Solana / Antonio Boneu
Editorial: Index Book
Año de publicación: 2007. 320 páginas.
Idioma: Castellano
País de origen: USA
Incluye DVD con los títulos de crédito animados
De libre acceso en la Mediateca de la Fundación Telefónica


La relación entre el diseño gráfico y el cine es tan antigua como la necesidad que ha tenido el séptimo arte de disponer de una imagen de marca. Las secuencias de títulos de crédito han “empaquetado” las películas desde hace más de 100 años y aunque casi todo el mundo las ha visto, muy pocos las han considerado desde el punto de vista gráfico. Todas han sido diseñadas por alguien pero solamente algunas han merecido algún reconocimiento.

Uncredited ofrece un análisis crítico de las secuencias de apertura más representativas del cine, a nivel global, que permite descubrir el trabajo tipográfico y compositivo de diseñadores anónimos o raras veces acreditados. Un análisis que, además de revisar a los más conocidos, como Saul Bass, Pablo Ferro, Maurice Binder o Kyle Cooper, descubre las incursiones en esta especialidad de diseñadores de prestigio, como Tibor Kalman, Milton Glaser, David Hillman, Juan Gatti o Simon Taylor.

Este volumen reúne más de 1.000 películas y más de 300 secuencias de títulos, de más de 150 creadores. Una obra imprescindible para tener un conocimiento global de una de las especialidades gráficas más conocidas y menos reconocidas; el background de las tendencias actuales e, inevitablemente, futuras del diseño gráfico en movimiento. Además, el libro incluye un DVD con una selección de los títulos analizados en el libro en formato QuickTime.

La relación entre el diseño gráfico y la imagen en movimiento es tan antigua como lo es el cine. Los títulos de crédito casi siempre fueron obra de diseñadores gráficos, fuese cual fuese su denominación laboral. Desde los inicios, los cineastas primero y los estudios después, contaron con “rotulistas”, “dibujantes”, “artesanos”, y otras “especies” que diseñaron los títulos con diligencia, novedad y estilo. La gran mayoría de ellos eran desconocidos o sus nombres cayeron en el olvido y lo único que queda de ello es…Uncredited.

“En la nueva cultura visual que nos rodea la letra pierde importancia comunicativa ante la imagen”; esto es, la letra deja de ser una unidad legible para convertirse en una imagen sugerente." (Marshall McLuhan)


Una obra de arte en sí misma: los créditos de apertura de Se7en, de Kyle Cooper
La Cinefilia No Es Patriota

Saturday, September 06, 2008

HOY, CINE SUIZO, EN TELEFÓNICA

Aunque no figuran en la muestra Tanner ni Goretta, tendremos, no obstante, la oportunidad de ver si el cine suizo actual posee algo de la gracia precisa de un reloj cucú o la finura de un delicioso chocolate. Fundación Telefónica y el Grupo Chaski presentan, a partir de hoy, una muestra que nos reconectará con la filmografía de un país a la que no ha sido tan fácil acceder. La cita es cada sábado, a partir de hoy y por dos meses, en el local de la Fundación Telefónica (Av. Arequipa 1155), a las 6 de la tarde.
Sábado 6 de Setiembre

Soufflé, de Elena Rutman (2002, 10 min). Una pareja en espera de invitados a comer. La esposa ha planeado cuidadosamente un soufflé, lo que requiere una gran atención. El film logra crear alguna analogía entre el menú y el estado emocional de la pareja.


Cuando llegue mi hombre, de Oliver Paulus y Stefan Hillebrand (2003, 78 min). Paula es una limpiadora en un centro comercial en Alemania y lleva una vida normal. Conoce a Mustafá, un amigable guardia de seguridad de nacionalidad turca. A los 30 años, ella quiere un hombre en su vida, por lo que elige a Mustafá, sin que éste se dé por enterado. Mientras Paula tiene planes amorosos con él, Mustafá tiene otras cosas de que preocuparse ya que su familia lo está presionando para que regrese a Turquía y se case. Cuando Mustafá se va de Alemania abruptamente, Paula lo sigue hasta Turquía, pero no encontrará lo que busca sino algo mucho más interesante. Cuando llegue mi hombre es una comedia sobre encontrar el romance y a uno mismo en los lugares más inesperados.

Sábado 13 de Setiembre


Exit, de Benjamín Kempf (2002, 10 min). Erika tiene cáncer y quiere morir con dignidad. Ruedi, su esposo, no quiere vivir sin ella, por lo que deciden morir juntos. Todo está preparado pero, de pronto, Ruedi duda. Una reflexión sobre el “suicidio asistido", en vena tragicómica.


Más bien el sur, de Vincent Plus (2002, 71 min). Un joven padre recién divorciado intenta reconciliarse con su esposa e hijo. Acompañado por un compañero de trabajo, quien piensa que va a tomarse unas cortas vacaciones frente al mar, aparece inesperadamente en la pequeña casa del sur de Francia donde su familia se ha mudado. Demasiado ansioso para volver a casa y demasiado presionado en dar una explicación, arrastra a todos a un fin de semana explosivo y revelador.

Sábado 20 de Setiembre


La escalera, de Frédéric Mermoud. (2004, 22 min). Una adolescente descubre sus primeras emociones amorosas. Parte de su día transcurre en una escalera. Es allí donde se despide de su novio antes de volver a casa y es también allí donde se encuentra con su amiga.



Todo un invierno sin fuego de Greg Zglinski (2004, 91 min). Los silenciosos paisajes invernales de las montañas Jura en Suiza, mezclan el fuego con el hielo, los lamentos y la música para interconectar dos historias de amor tan delicadas como la nieve. La tragedia de Jean y Laure, todavía golpeados por la terrible muerte de su pequeña hija en un incendio, los sumerge en un invierno eterno de dolor inefable. Mientras Laure es internada en una clínica, Jean encuentra trabajo en una fundición y allí conoce a Labinota, una refugiada de la guerra de Kosovo. Ella vive su propio drama, esperando a su marido que ha desaparecido hace seis años. Un sutil amor nace entre ellos, basado en la solidaridad y el deseo de vivir. Sin embargo, Laure comienza a recuperarse y se da cuenta que puede perder a la única persona capaz de hacerla querer vivir de nuevo.

Sábado 11 de Octubre

El Sr. Würfel, de Rafael Sommerhalder (2004, 7 min). Una mañana, el Sr. Würfel se encuentra envuelto en un desafortunado incidente. Tiene algo más que un segundo para tomar la decisión de su vida…


Utopía blues, de Stefan Haupt (2001, 97 min). La historia de Rafael, un joven amante de la diversión que se encuentra a las puertas de la adultez e intenta que su sueño de total libertad se vuelva realidad. Está determinado a conquistar el mundo con su banda Utopia Blues a cualquier costo. La filosofía de Rafael es “la vida es un juego”; pero el juego inesperadamente se vuelve amargamente serio. ¿Cuanta libertad está permitida?

Sábado 18 de octubre

Meyers, de Steven Hayes (2002,12 min). Casados desde hace 30 años, Ernst y Edna llevan la vida muy tranquila vida usual de las parejas de su edad: los hombres van a trabajar mientras las mujeres hacen las compras...

Camino al tercer milenio, de Erich Langiahr (2002, 124 min). Una de las formas más antiguas de actvidad de la cultura humana es la de los pastores. Su esencia conserva un interés económico hasta el día de hoy, a la vez que representa un estilo de vida y una visión del mundo distintas. Este filme documental retrata la vida de los pastores de hoy, de cara al tercer milenio, en una época de replanteamiento de los valores que oscilan entre la tradición y el futuro.



Sábado 25 de Octubre


El hombre sin sombra, de Georges Schwizgebel (2004, 10 min). Un hombre negocia su sombra a cambio de riqueza. Defraudado con el resultado, debe contentarse con las botas de siete leguas para encontrar su camino.


Viento del norte, de Bettina Oberli (2004, 93 min). La película se desarrolla en Suiza, en la época en que la “nueva economía” llega a este pequeño país, en otros tiempos seguro y protegido. Erwin Graf, un hombre de 50 años, lleva una vida confortable en un barrio de clase media, donde vive con su esposa y su hija. De la noche a la mañana su puesto de jefe de personal es suprimido, en el curso de una reestructuración de la empresa donde trabaja desde hace 20 años. Para no inquietar a su esposa, sigue levantándose cada mañana y simula ir a su trabajo. Pero las semanas pasan sin que pueda conseguir un nuevo empleo. Su cambio de ánimo no pasa desapercibido en casa y pronto las relaciones familiares comienzan a resentirse. La tensión se vuelve insoportable, hasta que su hija logra que las emociones reprimidas de la pareja afloren.


La Cinefilia No Es Patriota