LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Monday, August 31, 2009

CICLO: CINE LATINOAMERICANO CRÍTICO Y COMPROMETIDO. 4 PELÍCULAS DEL BOLIVIANO JORGE SANJINÉS.



La Nación Clandestina (1989)

CINE-CLUB CAYETANO HEREDIA
Lunes. 7 de la noche. Av. Armendáriz 445, Miraflores. Ingreso Libre.



Lunes 7 de Setiembre:

Yawar Mallku (Sangre de Cóndor. Bolivia. 1969. 75 minutos.) Una pareja, al perder sus hijos, descubre que la mujer está imposibilitada de engendrar. Denuncia de la esterilización de mujeres campesinas por miembros del llamado ‘Cuerpo de Paz’, que fue finalmente expulsado de Bolivia. La imagen final muestra a un grupo de personas empuñando armas símbolo de rebeldía y lucha en contra de la opresión y división de clases: la gente adinerada viviendo en casas de lujo mientras al pueblo solo le queda la miseria en las villas, el robo no consumado para poder comprar medicamentos, y finalmente la muerte por falta de comprensión de los médicos.


Lunes 14 de Setiembre:

El Coraje del Pueblo (Bolivia. 1971. 90 minutos). Filmada en el lugar de los acontecimientos, reconstruye la masacre de 1942 en la que fueron asesinados mineros bolivianos. También se muestran las imágenes de otras seis masacres posteriores a la de 1942, para dar paso a la reconstrucción de la última, en junio de 1967. La masacre tenía como objetivo impedir el apoyo obrero a la guerrilla que en esos días ocurría en la zona de la selva boliviana y que comandaba el Che Guevara.




Lunes 21 de Setiembre:

La Nación Clandestina (Bolivia. 1989. 125 minutos). Sebastián Mamani, carpintero que fabrica ataúdes, retorna a su comunidad en el altiplano. Sabe que su viaje significa el fin de su vida porque había sido expulsado para siempre por corrupción como dirigente comunal. Mientras prepara el viaje se produce en La Paz un golpe y la sangrienta represión en los barrios marginales es inmediata. Durante el trayecto a pie hasta Wilkani, Sebastián recuerda momentos claves de su vida.


Lunes 28 de setiembre:

Para Recibir el Canto de los Pájaros (Bolivia. 1995. 97 minutos). Indígenas elegidos por cada comunidad se reúnen para recibir el canto de los pájaros. Unos cineastas filman una obra crítica sobre la conquista española. Al llegar a la lejana comunidad donde sitúan la historia, se ven confrontados a sus propias limitaciones y van a reproducir, involuntariamente, los mismos defectos, las mismas actitudes y prejuicios que critican en la conducta de los conquistadores de la película que filman.


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Sunday, August 30, 2009

ESTIMADA PRESIDENTA DE CONACINE: ¿QUÉ-DIJO-QUE-DECÍA-CUANDO-DIJO-LO-QUE-DIJO?


Martes 18 de Agosto
Leo que Rosa María Oliart, Presidenta de Conacine y Jurado en la Categoría Ficción del XIII Festival de Lima, opinaba en unas declaraciones a La República, que hubiera sido mejor que La Teta Asustada no compitiera en el festival de su propio país; lo que me sonaba bastante extraño. ¿Revelaba algún oscuro temor? ¿Qué sabía ella que nosotros no? Sigo leyendo, y veo que revela más. Revela nombres, pelos y señales sobre los Jurados que NO eligieron a la pobre teta. ¿Qué dirán los otros miembros del Jurado sobre esto?

http://www.larepublica.pe/archive/all/fama/20090818/5/node/212290/todos/1547


Domingo 30 de Agosto

Javier Fesser, otro de los miembros de dicho Jurado, afirma que las cosas se dieron de una manera bien diferente, que fue Oliart quien no tenía a La Teta Asustada entre sus finalistas. Uno de los dos está parado, moralmente hablando, de cabeza. Hagan sus apuestas.

http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20090830/2/pagina/15

http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20090830/41/node/214944/todos/3711


Ahora, un regalo para los lectores. Con ustedes, la versión completa de la carta de Javier Fesser:




Sr Director
leo en su edición del 18 de Agosto pasado
unas declaraciones de Doña Rosa María Oliart, presidenta del jurado del 13 Festival de cine de Lima al cual yo también tuve el honor de pertenecer. En ellas hace públicas las conversaciones privadas de los miembros del jurado en el transcurso de nuestras deliberaciones. Esto me parece feo y de especial mal gusto. Me ha sorprendido su falta de elegancia. Hasta ahí nada mas que objetar.
Pero cuando lo que en sus palabras afirma es falso, ya no es un problema de elegancia ni de educación, sino de lamentable e intolerable carencia de ética. Afirma la señora Oliart que ni Michel Ciment, ni Manuel Pérez ni yo encontramos cualidades en LA TETA ASUSTADA y que a ninguno de los tres nos parecía una buena película. Añade además que no nos gustó su parte folclórica, retratista y su contexto.
He de recordarle a nuestra presidenta que la magnífica película de Claudia Llosa estaba entre mis tres favoritas para MEJOR PELICULA, MEJOR GUION, MEJOR FOTOGRAFIA y MEJOR ACTRIZ. Le recuerdo también que era a ella, y a nadie mas que a ella, a quien LA TETA ASUSTADA le parecía folclórica, retratista y en ciertos aspectos exagerada.
Es una mentira inaceptable decir que a Michel Ciment, Manuel Pérez y a mí no nos parecía una buena película, cuando dejamos patente en cada uno de nuestros apasionados comentarios la inequívoca idea de que se trataba de una de las propuestas más poderosas de la competición. Es difícil comprender cómo ha podido hacer una declaraciones tan desgraciadas, tan diametralmente alejadas de la realidad, siendo paradójicamente Doña Rosa María Oliart la única miembro del jurado que no tenía LA TETA ASUSTADA entre sus tres films favoritos. ¿Por qué esta bajeza? ¿Es cobardía? ¿A quién teme? Yo he tenido la suerte de viajar por su precioso país y he comprobado que los peruanos, del norte, del sur y del centro, son encantadores, generosos, con un sentido del humor envidiable y capaces de darlo todo. Todo menos miedo.
Javier Fesser
Director de cine español y miembro del jurado de la sección oficial del 13 Festival de Cine de Lima.



¿Algún Jurado más se anima a abrir la boca? Para saber quién es quién aquí, digo. ¿Y ustedes qué dicen? (M.C.)
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Saturday, August 29, 2009

THE WIZ (1978), DE SIDNEY LUMET


ADIÓS CAMINO DE LADRILLOS AMARILLOS......
Hubo un tiempo en que la decadencia brilló como nunca en esta ciudad. Brillaba por todo lo alto y era lo suficientemente promiscua para alcanzar a todos. No era la primera vez que pasaba esto, ya en los 20 la ciudad había probado una pizca de su exuberancia pero a finales de los 70 la ciudad hervía en una fiebre hedonista y su resaca se expandía vía satélite por todo el globo.
Hubo un tiempo en que por obra y gracia del capricho más meloso Brooklyn podía reemplazar a Kansas City, y Diana Ross podía ser Dorothy sin trance traumático. New York sería entonces la tierra de Oz y el World Trade Center Ciudad Esmeralda.
La música disco, los diseños de Halström, Scavullo y sus fotos, el arte de Basquiat, las nuevas drogas, conjuraban a favor de este show lunático, imposible bajo otras circunstancias, seguramente, insufrible en otras manos , probablemente.
Sidney Lumet tomaría las riendas del asunto, Quincy Jones haría magia con el soundtrack y Michael Jackson recién salido de la adolescencia nos regalaría la mejor caracterización de su carrera.
Visto desde la distancia que dan tres décadas, THE WIZ sigue siendo una bizarra extravagancia visual, sólo la nostalgia legitima sus licencias, sólo la nostalgia minimiza sus excesos y sólo la nostalgia importa al momento de verla.
Recuerden, ¿no fue siempre la nostalgia la fuerza motriz de la protagonista?. Un círculo se ha cerrado. Ya no estamos en Oz.
Armando Sakihara
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Friday, August 28, 2009

LA TAREA. O ANOTACIONES EN UN CUADERNO VERDE.



Ya me conocen. Me conocen por eso. Las chicas de la librería. Cada cierto tiempo me aparezco. Compro lapiceros. Y cuadernos. Cuadernos rojos y verdes. Uno rojo, otro verde. Lo que apunto ahí es cosa mía. Solo me entiendo. Algo pasó, o muchas cosas pasaron. Este cuaderno que tengo frente a mí, por ejemplo, es verde, y acabo de reencontrarlo. Ayer. Estaba en una silla, mezclado con otras cosas, lo sentí como un niño oculto dentro de mi ropero. Lo reviso. Lo compré hace poco más de un año. Pensaba llenarlo, pero no. Me gusta algo que apunté. No es mío, pero es un mensaje para mí. No sé el nombre del autor. (No sé tampoco si es verdad o no.) Es que a veces leo libros como ciudades por las que camino, no me hago ilusiones, no las conoceré totalmente, solo pedazos al azar. Lo comparto ahora con los desconocidos que nunca conoceré o que tal vez conoceré y con los conocidos que se vuelven desconocidos tantas veces. (M.C.)

La obra que comenzó siendo refugio y evasión de los terrores de la realidad, devuelve al autor a la vida, pero no lo devuelve 'adaptado' a la realidad circundante sino 'superior' a ella; el artista es entonces un ser capaz de recrear la realidad conforme a sus propias realidades. Comprende que no huía de la vida sino de sí mismo y que la vida que hasta entonces le había resultado insoportable no era más que la proyección de sus propias fantasías... (fin del apunte).
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Friday, August 21, 2009

¿CALIENTE? ¿FRÍO? TIBIO, TIBIO...


Luego de un tibio Festival de Lima, algunos rugidos se escuchan por allí, reclamando un cine que tenga en cuenta al espectador. “Dejémonos de ser culturosos”, señalan voces incomodadas, para luego reclamar la necesidad de un cine de corte popular. Ok. Aquí les dejamos un fragmento, más bien una cita que Eduardo A. Russo incluye en su pequeño libro El cine clásico (Ed. Manantial, 2008). Un texto que viene bien para Lima City y su pequeña comunidad cinematográfica:
Es cierto que uno podría retroceder hasta los comienzos de la historia del cine, desde el punto de vista de la relación entre el realizador y el espectador. La historia del cine es la historia de ambos. Henri Langlois, que era el mayor espectador de todos, expresaba admirablemente esta cuestión, respecto del cine mudo. Una vez que el público había entendido, el realizador podía ensayar una nueva forma. Langlois incluso sostenía que este aprendizaje era necesario, que esos constantes ajustes entre el público y el director eran vitales. “No habría habido nada como el cine, si hubiera nacido sonoro”, dijo, como ejemplo de esta intuición fulgurante. Sin eso, sin esos destinos comunes, el cine se habría dirigido hacia la catástrofe. En el cine mudo, el lazo entre el realizador y el espectador era tan cercano que fue el único periodo –a mediados de los veinte— en el que un público masivo aceptó la experimentación de vanguardia. Murnau, Lang y Lubitsch, en sus films mudos, pudieron integrar momentos de vanguardia, de arte casi abstracto. Este es el momento en que se convirtió en evidente que el público desempeña un rol activo en la creación artística.
Continuemos esta historia del cine desde el punto de vista del espectador. A partir de los años treinta, no solo es el espectador el que es tomado en cuenta por el realizador, sino que todos los espectadores, agrupados bajo la figura del público, son considerados en cuanto a la economía del cine. Ese es el momento en que la gente comienza a usar el término genérico: “el público”. “Mi público quiere, a mi público le gusta, a mi público no le gusta”. Este “mi” se convierte en la propiedad de los productores. Ahora, una vez que uno comienza a hablar de “mi público”, el gusto y la elección de los espectadores independientes comienza a ser denegado. El espectador comienza a ser un ganso para sobrealimentar. De todas maneras, este sistema trabajó admirablemente bien, dando a los productores de los principales estudios norteamericanos un poder impresionante. Pero también permitía un trabajo completamente personal, cuando un director del estudio llegaba a un acuerdo con el productor acerca de quién era ese público.
Jean Douchet: “Constructing the Gaze: An Interview with Jean Douchet”, de Antoine de Baecque y Christian-Marc Bosséno, Framework 42, verano de 2000. (Nuestra traducción disponible en http://www.frameworkonline.com/42jd.htm.)
(Cortesía de Alonso Izaguirre)
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Thursday, August 20, 2009

RABIOSO, SOL, RABIOSO CIELO (2009), DE JULIÁN HERNÁNDEZ


*Película vista en el XIII Festival de Lima*
El amor (se sabe) es un tema intratable, muy tratado –mal-tratado, muy mal-tratado–, en el cine; tal vez –entre otras oscuras razones– lo sea porque parece ir solo, no parece ir acompañado de un verdadero amor al cine. En efecto: ¿cuántos de los que hacen películas saben lo que es el cine; en efecto, cuántos hacen cine? Me pregunto esto necesariamente, al ver tantas películas que no me dicen nada, o muy poco, que fugazmente me emocionarán en cuanto ‘espectador corriente’, pero que son echadas al fuego del olvido, desde su concepción inicial, por la memoria del cine. Imágenes e historias que no dejan una huella… Pero aquí, en cambio, veo a un artista. Veo una ambición, una apetencia de algo que todavía puede llamarse 'cine puro'. Me pregunto si Rabioso Sol, Rabioso Cielo es un tratado sobre el amor; o si tal vez lo es más bien sobre el vía crucis desesperado que lleva (o no) milagrosamente hasta él; sobre cuerpos que se juegan la vida, en rincones y oscuridades; contemplados con una mirada comprensiva y compasiva, si se quiere, divina, no negando pero sí trascendiendo la complacencia voyeurista. Lo que sé por experiencia es que la potencia onírica de sus mejores imágenes y sonidos, el despliegue de recursos, exquisito, que es casi constante, prueba sobradamente que esta película es una declaración inequívoca, consciente y apasionada, de amor al cine. Importa mucho, a la vez que no importa demasiado la orientación sexual de sus personajes; salvo aparentes códigos cifrados (ejemplo: la negación de un beso, la invitación a deslizarse más abajo), y la presencia de la mujer, al principio inesperada, en esa primera media hora (del corte de poco más de dos horas que pude ver) que me hipnotiza, es puro goce sensorial, transporte de los sentidos hacia otro mundo (¿y qué más se puede pedir?), cruce magnífico de relato mítico, registro documental, melodrama desacelerado, cine de atmósferas y de texturas, hecho de sutiles e intensas sensaciones que no requieren de explicaciones, de palabras; película romántica, erótica, y sí, como lo oyen, cine religioso. El bello final a color, aquietante y conmovedor: recuperación del paraíso perdido buscado a través de purgatorios e infiernos, así lo deja en claro.
(M.C.)
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Sunday, August 16, 2009

LA NANA (2009), DE SEBASTIÁN SILVA


*Película vista en el XIII Festival de Lima*
Al principio, la cara más rictus de-bruja-mala (amargada, reprimida, traumada) de la protagonista, es algo tan enfático, tan vulgarmente subrayado, tan irresistiblemente tonto, que pienso que ese solo hecho ya me da una clave -y que no augura nada bueno-. Sé que me quieren llevar, a tontas y a malas, a un extremo; a un cliché, y de los grandes: me pregunto por qué. La respuesta la iré descubriendo a medida que la trama avance: lo que pasa es que me quieren llevar de un extremo hasta el otro, al de la suavecita y bonita, tranquilizadora e increíble redención mentirosa de la figurita en caricatura. Pero poner el cliché de cabeza un rato no es, en modo alguno -ni de broma- la superación del cliché.

Lo que seguirá lo puede adivinar cualquiera: la nana parecerá un misterio y una amenaza, la nana será tolerada por la dueña por causas no del todo claras, la nana luego crecerá en poder y a la vez correrá peligro de ser expectorada de la familia. Y, como, en cierto momento, la nana hace agua, hay que ponerle una ayudante. A estas bajas alturas, uno ya sabe que sus colegas nanas, impajaritablemente, van a sufrir.

La película no está mal llevada, pero la simplificación hace que la gente ría, desinflando al toque aristas más problemáticas y críticas. Es un frívolo divertimento. Hay cierta solvencia en el manejo de los personajes y situaciones, destacándose la irrupción de la tercera colega nana, que es toda espontaneidad y buen corazón. Entonces hay que ser ingenuo para creer en la magia o el milagro cuando nada más se aplicó una fórmula. Así, la cara de bruja mala se reinventa y se redime, la miramos al final haciendo footing y disfrutando de las bondades de un i-pod. La aceitada emocional que deja como saldo este vagamente monstruoso final feliz, me hace pensar en que hay que tratar mejor a las nanas... para que no peligren sus empleadores, sobre todo. La moraleja, como verán, aterra por profunda.

Y si sigues pensando, la conclusión es obvia: la cosa huele más bien a terapia barata, para la muy real y muy soslayada culpa y agujero negro que insinúa la película: la culpa social de esclavizar a una persona (¿es que no lo saben? ¿es que no lo sienten? ¿es que no lo han visto? ¿es que no lo vivieron o lo viven?), lo cual me sugiere que la lucha de clases debe ser tal vez un espantoso e inelegante invento de la prensa de izquierdas. Y La Ceremonia, de Claude Chabrol, una película, por supuesto, tan olvidable y tan inútil como un pedo al aire.
(M.C.)
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HUACHO (2009), DE ALEJANDRO FERNÁNDEZ ALMENDRAS


*Película vista en el XIII Festival de Lima*
Huacho me procura el delicado placer de una ‘ficción’ filmada como el más tranquilo y discreto, y, no abrigo dudas al respecto, el más veraz documento. La clave no está en lo que se mira, sino en saber, en descubrir cómo mirar. (Sí. Desde la humildad. Desde el testimonio y la compenetración.)
Las seguramente útiles y claramente vaporosas distancias entre ficción y documental se vuelven, en la práctica, indistinguibles, de manera triunfal, y sobre todo natural, en Huacho. Lo cual era un deber, no había alternativa, y el resultado de la apacible y aguda contemplación de estas vidas es una delicia. Entiendo que es lícito, necesario, y además, agradabilísimo, alimentarse de lo documental para vivificar de raíz, o ir a la raíz misma de la ficción. Construir la ficción abriendo las puertas a la vida, a la gente real, que es lo que es y no lo que soñamos o quisiéramos. Atreverse a mostrar seres humanos de carne y hueso viviendo, simple, misteriosamente, en su ambiente; esta expresión que se oye gastada, no es una expresión hueca, sino fiel, evidente, y hasta sorprendente, si se trata de Huacho.
Hay otro tiempo de captación para aprehender lo que se ve aquí. La captación de la cotidianidad puede ser, también, una aventura; porque rompe esquemas y hábitos en el espectador; porque lo estimula a atravesar la superficie de lo que ve; entonces, solo hace falta aprender a ser paciente y humilde, y observar con atención. Huacho lo hace. Nos invita a compartir unos cuantos ‘pedazos de vida’, el registro minucioso y tranquilo de incesantes micro acontecimientos. El día a día de una familia, vistos en conjunto y por separado. Me pareció especialmente brillante la secuencia de seguimiento del niño, que me recuerda mucho a lo que hace Gus Van Sant con los adolescentes de sus películas (también, por la acertada elección de sus rasgos). Aunque cada segmento posee sus particulares y secretos encantos (el viejo que habla sin ser necesariamente escuchado, que bebe, que se cansa más rápido trabajando la tierra, que olvida; la vieja mujer preparando quesos y nosotros asistiendo a la totalidad del proceso, y luego cuando los vende lo mejor que puede en la carretera, ya que le subieron el precio de la leche; la madre del niño cambiándose de vestido o pidiendo un adelanto porque el dinero no le alcanza; y al final todos reunidos en su casa, con la anécdota del viejo sobre la vida y desaparición de un compañero y de su fiel perro).
La cámara en mano se hace notar como una escritura, luce flexibilidad y virtuosismo, la foto dulcifica sin empalagar y esos fundidos en negro entre segmento y segmento fascinan por su sugerencia y pertinencia. Pero todo lo que he dicho en este texto tiene un fin: mostrar a los olvidados que luchan sin drama aparente, el drama de su supervivencia, de su anclaje en un mundo que parece de otra época y en el cual por desgracia cada vez es más difícil vivir. Los invisibles son vistos, sin estridencias, pero dejando en claro su situación.
(M.C.)
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Friday, August 14, 2009

PARQUE VÍA (2008), DE ENRIQUE RIVERO


*Película vista en el XIII Festival de Lima*
Las marcas del tiempo y de la velocidad de la vida se confunden entre las arrugas de un rostro añejo. Una devoción irremediable a la rutina de una vida solitaria y no propia deforma las extremidades de quien soporta ese peso. Ojos cansados de un fiel caballero que ya no hablan más que palabras grises y sordas. Una eternidad casado con un rol usurpador de identidad que en principio saciaba necesidades pero que al final traicionó toda fe. Toda posibilidad de escape queda simplificada a aceptar la primera y última oportunidad en presentarse, para así reafirmar y materializar una prisión implícita en 30 años.

Parque Vía es un delicioso desfile de acciones naturalmente narradas en los movimientos de un viejo solitario y huraño. De un momento a otro me encontré comprometida con una rutina ajena y planchando camisas en un frío caserón. El viejo con tres pasos le daba forma a mis sensaciones. La televisión se vuelve un excelente intercomunicador entre la miseria interior y la decadencia exterior: las noticias cotidianas transforman el horror en el compañero de la leche y el pan a la hora del desayuno (pero ya ni se siente). Compañía para un solitario: la soledad en tacones y minifalda, sin pudor y con ganas de ser penetrada con un billete de 20 dólares como profiláctico.

Volteas y ves 30 años que se perdieron en el eco congelado de un caserón mexicano. Sus reproches hincan tus oídos sin dejarte disfrutar la celda que el tiempo se encargó de construir (con monotonía, desesperanza y arañas) y que tú pintaste y vestiste como tu vida. De un momento a otro desaparecen los barrotes, el uniforme y la soledad. El miedo te invade por completo y rellena las grietas que inevitablemente se formaron en tu cuerpo. No hay más que hacer; toma una pala y aplasta la oportunidad una y otra y otra vez hasta que se vuelva a hacer realidad aquello que sin luchar te conquistó.

Ahora, en el abandono absoluto del yo (por miedo, por costumbre… por lo que sea) la prisión que construyeron 30 años de reclusión en la soledad y resignación, por fin se ha materializado en barrotes reales de hierro frío, en paredes reales de cemento gris, y en una puta que sigue usando un billete de 20 dólares como profiláctico.

Karla Ramírez


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EL CUERNO DE LA ABUNDANCIA (2008), DE JUAN CARLOS TABÍO


*Película vista en el XIII Festival de Lima*
¿Pero, no lo notaron? El tema de esta comedia es, plano tras plano, una tragedia. La tragedia que es vivir y (de paso) hacer cine en Cuba. Se diría que al comunismo, perdón, castrismo, le va tan bien que todos sueñan con ser camaradas capitalistas. Aunque, pensándolo mejor, la crítica que propone la película resulta tan escuálida que en cierto modo se aniquila a sí misma. Sentí la censura y la mordaza, tras la payasada, sentí el ¡prohibido estar tristes! ¡es contrarrevolucionario! porque esta no es otra cosa que una comedia que se esfuerza desesperadamente por no ser triste, que se esfuerza por reprimir un grito, por no llorar. El reiterado coito siempre y en todo lugar, imposible (todo un heroico leitmotiv), que pretende retratar la frustración del protagonista y de todos los demás personajes, retrata también la frustración del espectador, porque hace transparente el juego, el denodado esfuerzo cómico como algo obligatorio, y eso es, en sí mismo, de lo más triste. Se percibe un malestar profundo, que no puede ser sino sibilinamente expresado. ¿De qué nos reímos entonces? Pues la gracia de este pueblo y sus actores está ahí, palpable, y la a todas luces ridícula, descerebrada historia de los apellidados igual en pos de una fabulosa fortuna da para jugar un rato, pero no da para tanto rato, así que la comedia se muerde la cola más pronto que tarde. El chiste barato, el trazo grueso, el garabato hecho escena, la resolución facilona, el detalle patético, la vergüenza ajena, se multiplican. En medio de esta coquetería con el más completo desastre, hay en esta película una ética de la resistencia; porque tras la idiota espera del milagro que cambiará la vida de un grupo de personas, no es difícil advertir eso que llaman el deber de la esperanza, o la vida defendiéndose a sí misma en las circunstancias más adversas.
(M.C.)
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GIGANTE (2009), DE ADRIÁN BINIEZ


*Película vista en el XIII Festival de Lima*
Romance versus cine de observación. Pregunta. ¿Un oso de peluche humano, de vigilante desde un cuarto de cámaras en un centro comercial, y nada más? Me olvidaba. El oso de peluche es fuerte, pero pacífico, y parece un niño… y pronto estará enamorado -y dejará los insomnes crucigramas-. Lo que más me gustó fue que parecía que estaba ante el principio de una película de espionaje, en el sentido duro, que la mirada de este hombre (o la mirada a través de él) podía ser más sutil y penetrante, menos ‘localizada’; pensé que podía estar ante una mirada que jugaba a omnipotente, y no a resolver crucigramas, o sea, vivazmente investigadora acerca de lo que sucedía, de las relaciones de los empleados dentro de un centro comercial, cual mini ciudad, cual metáfora social, pero no fue así. Pensé que podía encontrarme ante el personaje-espectador de una película vista desde varios ojos de cámaras. El problema será la salvación del personaje: sucede que la historia de amor se va abriendo paso (la obsesión del vigilante enamorado y sus posibilidades oscuras es solo un falso señuelo), simplificando, limitando, empequeñeciendo cada vez más una película que a juzgar por el irrefutable rigor de su planificación podía y debía alcanzar un vuelo muchísimo mayor. Una película que más allá de su registro cercano a la comedia, presentaba prometedores rasgos y ganas de un estudio clínico de la alienación, que insinuaba el retrato frío sino implacable de una soledad de no fácil salida, acabará siendo una película más bien blanda, suave, romántica, convicta y confesa; feliz de ser lo contrario de lo que parecía que quería y podía ser. Tanto así que el romanticismo, ya desbraguetado y sobremusicalizado del final, resulta incongruente con el rigor con que fue admirablemente filmado todo lo anterior. Una película dura en apariencia que se derrite. Aunque suene paradójico, pienso que ‘la tierna humanidad’ también puede demostrarse a través de la observación feroz. O sea de la conciencia crítica.
(M.C.)
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Wednesday, August 12, 2009

FELIZ NATAL (2008), DE SELTON MELLO



*Película vista en el XIII Festival de Lima*

Con un notorio y a fin de cuentas divertido complejo Tarkovski + Reygadas, que aparece en ciertos momentos (por ejemplo, al inicio) Feliz Natal me hace pensar en las ganas de lucirse de su director; atención, son momentos en los que uno se mantiene expectante, buscando el sentido total del sigiloso movimiento, pero todo queda ahí, huérfano, ‘virtuoso’, abandonado de trascendencia. Como intención global la película es, digamos que operática, pongamos que fantasmalmente cassavetiana y concedamos que puerilmente Dogma pero, su tozuda pseudoépica tortuosa del dolor, del disforzado drama familiar, de la culpa sin tregua, se estrella, se hace pedazos cayendo por los suelos gracias a una incansablemente ridícula exageración, impresionante, que convierte incluso el sentimiento más simple en un chicle-globo actoral que a fuerza de brutales énfasis que se desean ‘intenso melodrama’, me sume en una suerte de escéptica indiferencia (el director es actor y sabe enfocar los rostros de sus actores, pero si me quiere hacer sentir una interioridad la pura técnica ya no lo viene a salvar). Me pregunto si tan borracho y tan drogado como la vieja madre empastillada de la película, o tan llorón y quebradizo como el angustiado protagonista hijo pródigo, podría creerme el cuento. Pero creo que no lo lograría ni siquiera así. El último cine de ficción hecho en el Brasil produce la terrorífica impresión de una cáscara pintarrajeada, tanto más patética cuanto más pretenciosa. Me gustó cómo la cámara se acerca tanto a los personajes en ocasiones, y usa desenfoques y luces para provocar sensaciones que procuran aludir densos mundos interiores (aparte de generar placer sensorial), pero igual, la historia, que se quiere retorcida, de la acomodada familia desmantelada lamentablemente queda ahí. El casi compulsivo alarde estilístico olvida que basta un gesto mínimo en vez de tanta hipérbole para mostrar los progresos o los signos inequívocos de una tragedia.
(M.C.)
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LA BUENA VIDA (2008), DE ANDRÉS WOOD


*Película vista en el XIII Festival de Lima*
Sí, ya sé que el tema es la frustración, pero saben, esta película me frustra, y no me frustra por su tema. Me frustra por su falta de espíritu, me frustra por ser, valga la palabrita: costumbrista; cosa indesligable en este caso de sus rutinarios y adormecedores procedimientos constructivos. La Buena Vida es un nuevo ejemplo de la vieja narrativa, esa, tan cansada, obsoleta, que huele a viejo, que frustra con sus personajes de telenovela desvaída, con sus cajoncitos de historias, con sus dilemas de pacotilla, con sus sobredosis masivas de gris sin matiz, coqueteando con el miserabilismo cual Ripstein anémico, sin atreverse (bueno hubiera sido) a cruzar la línea. La Buena Vida no es un ejemplo de audacia; está en la mitad de todo sin llegar realmente al fondo o al final de nada. Sus ‘originales’ entrecruzamientos -Kieslowski parece ser víctima de un homenaje del director- son tan frívolos como ingenuos e inoperantes. La cosa no da para película coral, siento más que nada una mera acumulación, como si fuera un desván. La película se ennegrece cada vez más (perdón, el gris se vuelve algo más oscuro) y al final las cosas mejoran para sus personajes, y surge, qué alivio -así nadie se saldrá del cine triste-, un rayito de esperanza (el artista como buena persona). No creo que pretender conectar con lo popular implique forzosamente el asesinato de los propios personajes en el altar de los estereotipos (se salvan la madre del peluquero y el padre de la chica embarazada). Se trata de ‘perdedores’ tan banales que sería también banal experimentar algo más que una muy leve simpatía por ellos. Me intrigó la novela que el personaje de la chica embarazada estaba escribiendo. Me pregunto con todo derecho si ahí había una película mejor que la que vi. Porque la cortedad de miras de sus personajes exigía un bisturí en vez de una palmadita.
(M.C.)
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Tuesday, August 11, 2009

ÚLTIMA PARADA 174 (2008), DE BRUNO BARRETO


*Película vista en el XIII Festival de Lima*
Qué hipócrita: como ‘viaje edificante’, ‘sentida tragedia’, ‘historia aleccionadora y desgarradora’ o ‘retrato de una época’. En el Brasil actual, y en concreto, en el campo de la ficción, la demagogia cinematográfica es a todo color y no ahorra presupuesto. Te lo soban por la cara, a ver si olvidas que estás ante otro -descolorido por manido- melodrama más, sazonado de acción y giros de juego mecánico. Aunque la cámara fuera breakdancer y toda la película estuviera ‘rapeada’ tampoco así podría ocultar su dependencia de la exitosa y vergonzante, gastadísima y efectista, La Vomitiva Fórmula: foto colorida que pretende dar cuenta del color local, chicos negros y pobres que son drogos (sin mamá) que se vuelven delincuentes asesinos en las favelas, oh descubrimiento, son víctimas del sistema, y de ahí, nada; ningún interés por meterse en esas vidas, solo suspenso, acción, muerte, lloramos y fin. Y por favor, no me digan que es cine de género. En algún momento de la película la mujer que trabaja en la ONG le dice a uno de los protagonistas que tiene que darle un show a los medios para que le hagan caso. ¿El director hace lo mismo, creyendo que así le harán caso? Pero la docilidad y sumisión (aunque vestida de alguna tensión y nervio) a las formas narrativas y argumentales consabidas, aunque muestre oficio, genera confirmación de clichés, y nada cambia así. Pasa allá lo que pasa (en el mejor de los casos) por aquí: los actores, sus cuerpos, lo que ellos son, le dan la sangre, la impresión de realidad a la película, cuando el resto, el desarrollo, la fábula sin matices, la ‘complejidad con fondo testimonial’ se siente inexistente, falsa, insustancial, previsible y de cartón. El cine no es nada si es solo ‘recursos de lenguaje’, valores de producción, oficio, sobrenadando el vacío. Entonces: los pobres de tu país, empaquetados convenientemente para su consumo prejuicioso, son una excelente apuesta comercial en el mundo de los apetitosos misterios de la exportación de productos no tradicionales de países en desarrollo. ¿Estos tipos supieron o siquiera sospecharon en un rapto perdido de dignidad y lucidez por qué Glauber filmaba en blanco y negro?
(M.C.)
La Cinefilia no es patriota

EXCURSIONES (2009), DE EZEQUIEL ACUÑA


*Película vista en el XIII Festival de Lima*
Casi perfecta en su ejecución, y, consistente, constantemente pequeña en su intención, Excursiones entretiene, e incluso deleita, por la misma razón que puede ser menospreciada: el infantilismo de sus personajes. (¿Son o se hacen?). Tengo, ante ella, la sensación de un mundo muy personal, bien construido, coherente, que se despliega a placer en la trama de los dos amigos reencontrados, y, aunque ese mundo no tenga por qué ser el más interesante, por lo menos, consigo interesarme en él. Qué será. ¿Celebración incondicional (un poco cursi) de la amistad, de la magia de la infancia, del costado con más luz de la vida, o más bien, del infantilismo más superfluo…? El tono y atmósfera de comedia amable, tal vez, demasiado amable, puede gustar e irritar alternativamente. El retrato de esos aspirantes a adolescentes perpetuos con tragedia al fondo, es adorable o patológico según como te agarre, y claro, la celebración de la primera alternativa es la que se impone. Sus personajes se mueven y hacen gracias en el límite de la bobería -aunque eso de la bobería podría también entenderse como tierna autoparodia crítica; la verdad, no estoy seguro-. Pero hay que reconocer que la falta de rigidez y solemnidad le sienta bien y juega a favor. La mucha simpatía -con una foto en blanco y negro tan fresca como nostálgica y convenientemente ‘sucia’- puede parecer y/o ser escapismo puro, puede parecer, a no pocos, algo que se acerca peligrosamente a un tal Daniel Burman. Por último, percibo los códigos de la tele y del sitcom y con ello una normalización narrativa que me arrebata los encantos más introspectivos de los personajes (y atmósferas) de sus dos largos anteriores. Esta película tiene ganas de ser más redonda, se nota, pero, qué curioso, con menos pretensión. Su avión no se estrella, pero me parece que su excursión ya no intenta llevarme a lugares desconocidos.
(M.C.)
La Cinefilia no es patriota

Monday, August 10, 2009

MÁS DEMOCRACIA PARA UN MEJOR CINE



Bueno, parece que ya pasó a la historia una época oscura, donde cineastas podían mover sus fichas para botar a un crítico de cine de su trabajo; donde habían lobbies secretos para sacar adelante leyes que favorecieran a un grupito; donde las Majors revisaran calzones y calzoncillos en sus funciones de prensa para ver si escondíamos camaritas pirateadoras; en fin, donde críticos del stablishment diseccionaran el cine peruano con un cuchillo de punta bellamente redonda, sin voces que los confrontaran en su voluntad de legitimización de obras dudosas, o en su complacencia, o en su cobardía...
Como parte de esta nueva 'atmósfera espiritual' saludamos el nacimiento de la ACP, esperando que contribuya de manera significativa a un clima más democrático, más sano y más abierto, y que eso se sienta cada vez más. Estaremos atentos.
M.C.







La Cinefilia no es patriota

Tuesday, August 04, 2009

THE HURT LOCKER (2008), DE KATHRYN BIGELOW



The Hurt Locker es una película curiosa. Impactante desde el inicio, siempre inquietante, sorprendente en sus detalles. Yo diría que es una película apabullante, y he aquí lo curioso: The Hurt Locker te llena pero sientes que no es suficiente.
Tres integrantes de un escuadrón de desactivación pasan sus últimos días en Irak. Su año de servicio está por terminar y la tensión vivida es solo comparable a la ansiedad que produce la espera del último día de servicio.
A diferencia de otras películas sobre el tema, Kathryn Bigelow ha centrado su atención en la personalidad de los tres soldados y en los conflictos internos que acarrea el vivir en situaciones extremas.
La directora ha hecho una película a medio camino entre el docu-drama y el "reality show" con la pericia necesaria para captar detalles mínimos pero insuficiente para impedirle caer en los vicios del "espectáculo de la realidad".
Sin querer sonar sexista, creo que los aciertos del film están en los detalles de "sensibilidad femenina", detalles mínimos, sombríos en apariencia, luminosos para efectos del relato. Gatos famélicos y mutilados deambulando por las calles, niños jugando despreocupadamente, respiración nerviosa como banda sonora.
Esa "mirada diferente" y "capacidad de observación" que ya habiamos disfrutado en Break Point o ese simbolismo poético esbozado en K-19, hacen de este film una curiosa presentación de la guerra en Irak. Por otro lado, el intento de la directora por mostrar a los soldados como seres de carne y hueso, con debilidades e imperfecciones, los hace ver paradójicamente como estellas de un show.
Exento de discursos moralistas o panfletarios este show de la realidad destaca nítidamente entre muchas otras películas sobre el tema (la confusa Redacted de DePalma se me viene a la mente). Ni los brillos intermitentes del personaje "estrella" el Sargento James consiguen opacar el resultado final.
Saliendo de la sala sentí que había visto una buena puesta en escena, finalmente un show, como el que los medios nos han acostumbrado a presenciar diariamente, menos divertido y más morboso, así es ahora el show de la guerra.
Armando Sakihara
La Cinefilia no es patriota