LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Tuesday, December 20, 2011

¡ESTE JUEVES 22, EN KOCA KINTO RESTOBAR: SINMUTE, DE JAVIER BELLIDO Y ANA BALCÁZAR, MUSICALIZADO POR PUNA!




AUSPICIADO POR LA ASOCIACION PERUANA DE CINE INDEPENDIENTE Y COMO PARTE DE LAS PRESENTACIONES PREVIAS A LIMA INDEPENDIENTE - FESTIVAL DE CINE 2012, CINECLUB INVISIBLE PRESENTA:



'SINMUTE' DE JAVIER BELLIDO Y ANA BALCÁZAR



http://www.facebook.com/events/128705797245207/

Web de la película
http://www.sinmute.blogspot.com/

CRÍTICA Y ENTREVISTA DE EDUARDO QUISPE
http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2010/10/sinmute-2008-de-javier-bellido-y-ana.html

CRÍTICA DE SEBASTIÁN PIMENTEL
http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2011/05/sinmute-de-javier-bellido-y-ana.html



EnlaceLos directores, Ana y Javier, nos recuerdan que el DVD sigue a la venta, y que no existe ningún fin de lucro, sino tan solo el interés de difundir su obra.

Si deseas adquirir el DVD escribe a
anizabel123@hotmail.com
o a
javierbellidov@hotmail.com




*En esta ocasión el Proyecto Puna (uno de los grupos representativos de Shoegaze en Latinoamérica)nos presenta una composición musical y efectos sonoros para cine especialmente para esta película, con la participacion de Rolando Apolo quien hace poco vino de Mexico despues de presentar proyectos sonoros experimentales en dichas tierras...





Wednesday, December 14, 2011

COLIBRÍ (2011), DE LUIS BASURTO.




En “El Sabor de la Cereza” Abbas Kiarostami presenta un personaje que a lo largo de todo un día recorre el camino en su automóvil (al principio en la ciudad y luego en el campo), buscando a alguien que lo ayude a sepultarse una vez termine su suicidio, o lo rescate si éste falla.

Sin entrar a un análisis completo de la obra maestra de Kiarostami, quisiera destacar el aire ensimismado, falsamente sereno (más bien concentrado) de su personaje. Parece estar más allá de cualquier cuita, como si los conflictos, las frustraciones, e incluso las mayores ilusiones de una vida, no fueran sino pequeñeces irrelevantes que no ameritan distraer su atención. Me impresionó (entre otras cosas, claro) porque lo habitual hubiera sido encontrarse con un personaje flagrantemente desesperado, angustiado, doliente, desgarrado, en lo que se suele llamar una actuación “intensa”, y en vez de eso vemos, precisamente, una actuación muy alejada de lo común que no busca ilustrar la escena sino que, por el contrario, la contradice [i]. Pareciera que el señor Badii ya estuviera muerto y, por consiguiente, nada pudiera afectarlo, y que su búsqueda no fuera sino un trámite administrativo para dar término formal a un hecho que, en realidad, ya ha ocurrido hace mucho tiempo. Desde luego, esa actuación fue una de las más intensas que he podido apreciar.

Hay un parecido sabor de ello en el taxista[ii] que recorre las calles en “Colibrí”, la última película cortometraje de Luís Basurto, recientemente galardonada, junto con otras, en el concurso anual del CONACINE. También él se nos presenta como un desterrado del mundo, aunque en este caso sin la intención de escapar, sino asumiendo su posición en medio del mundo sabiendo que no pertenece a él. Lo vemos, más que agotando kilómetros en su recorrido por las calles, transitando por su día desprovisto de objetivos y sin esperar nada, asumida su marginalidad, como un paradigma de vacuidad.

Pero Basurto no sólo dibuja un personaje, sino además consigue contextualizarlo bien, pues lo vemos, también, llevar a cabo su rutina con el fondo de una Lima diferente a la del discurso oficial que nos presenta como las estrellas de la región en cuanto a desarrollo. Una habitación que tiene más de celda que de dormitorio, un auto que encierra al personaje quien ve desde su cabina el que hacer de la gente (cuántos de ellos con vidas sin sentido ni esperanza como la de él), y los márgenes arenosos de la ciudad. Aquí era fácil acudir al recurso barato de la sensiblería y el patetismo con que nos fastidian muchas realizaciones, pero, lejos de eso, Basurto mantiene con aplomo el sobrio tono narrativo que ha imprimido en su sobresaliente dirección de actores. Lamentablemente en el Perú esto sigue siendo un mérito, pues se juzga el tono narrativo con el mismo criterio con que se aprecian las actuaciones “intensas”.

En esa puesta minimalista hay un pico dramático (no es ningún descubrimiento que las narraciones contenidas no tienen por qué estar desprovistas ni de intensidad ni de dramatismo), la aparición de una mujer joven[iii], que lleva el cadáver de su hijo a sepultar. A mi juicio, con ella asoma en el relato un matiz naif que por un instante pareció colisionar con el desarrollo de la propuesta. No creo, por supuesto, que el tono naif por sí mismo signifique un demérito, pero dado lo anteriormente expuesto sí parecía disonar. Sin embargo, el acierto en la dirección de actores hace que el tono sobrio se imponga y no resbale por el facilismo de la concesión melodramática. Momento importante en cuanto a la actuación: cuando la joven madre llora la muerte de su hijo y en sus pocas lágrimas, junto con el dolor, los espectadores podemos encontrar una mansa ternura, desprovista del lenguaje convulso, afectado y explícito[iv] que normalmente ilustran ese tipo de escenas.

Luis Basurto también corre riesgos en cuanto a la estructura y fotografía, y las actuaciones no son lo único que nos recuerdan “El Sabor de la Cereza” u otras obras de Kiarostami.

Conozco personas que merecen todo mi respeto que se “aburren” con el largo paseo del señor Badii, paseo en donde no pasa nada; que piensan que el recorrido y conversaciones en un auto de “Diez” sólo indican falta de creatividad y de sentido cinematográfico; y que las carreritas de aquí para allá en la camioneta de “El Viento nos Llevará”, únicamente intentan justificar el presupuesto de esa (para mí) hermosa película. Sospecho que a esos queridos amigos el último trabajo de Basurto tampoco los convencerá. Mucho menos los podré convencer yo…

Soy culpable de creer que el cine puede retratar el espacio interior de un personaje (o de varios), que hay películas que ocurren en el ámbito de los afectos y emociones de sus héroes y menos en las locaciones y anécdotas que se narran, que no por ello dejan de ser importantes pues, en estos casos, se convierten en vehículos para asomarse a los abismos del alma. El Director de Fotografía, Marco Antonio Alvarado, traduce en tomas de justa distancia, suaves, de tibia y lánguida temperatura, el mundo de resignación y soledad de nuestro protagonista. Otro acierto.

He oído que la película de Luís Basurto cuenta el día de un taxista que mientras va a comprar un chancho tropieza con una joven que lleva el cadáver de su hijo a enterrar. Debe tratarse de otra película. La que yo vi, “Colibrí”, refiere la desesperanza, la falta de ilusión, no el conformismo sino la conciencia de la imposibilidad y del fraude que sólo nos busca como engranajes de un sistema que sin esclavos que produzcan y consuman no funcionaría. Y de pronto, un remanso de tranquilidad, una empatía dulce, sin pretensiones, un instante en donde es posible sentirse miembro de una comunidad pequeña pero por fin real porque está basada en la solidaridad del dolor y en la conciencia (otra vez) de la hermandad anónima entre los desheredados. Y después, de nuevo a lo mismo, a ser tragados por la calle, la noche, las luces, los autos, la gente autómata, el ruido, los discursos de ofertas y progreso y felicidad… Hasta que nos demos cuenta.

Manuel Siles.



[i] Sobre este tipo de actuación y el uso de esos términos con relación a la actuación, sería interesante revisar lo que dice Eugenio Barba –respecto al teatro- en su obra “El Arte Secreto del Actor”.

[ii] Impecable Julián Vargas, actor Yuyachkani, profundamente conocedor del Odin Teatret, y amigo personal de Eugenio Barba.

[iii] Annie García es otro de los aciertos de Basurto. Me alegra especialmente, pues proviene de la Escuelita de Cine de Walter Canchanya. Proyecto autogestionario (casi heroico) que cuenta ya con una decena de años llevando el lenguaje cinematográfico a la periferia de Lima, cobrando un Sol por alumno.

[iv] Digamos “intenso”.



Monday, December 12, 2011

DEMO (2011), DE MIGUEL VARGAS


*Película peruana en digital estrenada el 2 de Diciembre en el CAFAE.



Una vela encendida en primer plano, íntima y cercana, se abre entre una densa oscuridad, también cercana y familiar. A contraplano, una ciudad, Lima, que amanece iluminada artificialmente, siempre fría y distante, pero inevitablemente envolvente. Una metáfora del individuo cuya naturaleza noble, se torna sombría por el entorno, como si de forma paradójica, estar apartado emocionalmente de todo y de todos, le facilitara abrir su buen corazón, como si la ciudad le hubiese enseñado la frialdad y la manera fáctica de relacionarse, pero que valiéndose de ella, alcanza a mostrar su afecto a quienes de veras importan.

Luego, un par de amigas se encuentran, caminan, conversan de banalidades, tales como si el servicio de fotos internet es una estafa, si el chocolate es peor que el alcohol para la gastritis, entre otros. De pronto, de formatarantinesca, el tema cambia a algo de “mayor importancia” dentro del todo de la película; comienzan a hablar de las relaciones interpersonales. En ese momento, y casi inadvertido, ingresa al plano el protagonista, cruzando la calle, como si todo lo observado hasta ese entonces fuera una excusa y a la vez, preludio.

Así, con esa fuerza cinematográfica, Miguel Vargas hace un intro a “Demo” su ópera prima, dejando que en todo momento la “imagen natural documentada” se imponga a la poesía de la “imagen tiempo” y sobre los efectismos de la “imagen acción”. Para Miguel lo importante es cómo se llega a los momentos que realmente importan en el desarrollo de la historia, y deja a entrever los porqués. Constantemente disocia información entre diálogos nada impostados y de extremo naturalismo, con detalles que deben ser apartados y resaltados por el espectador. Hay momentos digresivos y que sólo adquirirán sentido en la medida que seamos capaces de relacionarlos con sus pares dispersados con un ritmo “semicromático”, es decir, la aparente linealidad de los hechos es revertida por escenas temporalmente descontextualizadas, y que adquieren su lugar conforme la dirección narrativa va siendo retomada, pues Miguel desea que sus planteamientos abanderen nuestro visionado, de tal forma que nos insta a construir no sólo la historia, sino la siquis completa de sus personajes en relación unos con otros, con el entorno y con el espacio tiempo de la Lima actual.

Porque para Miguel Vargas, las relaciones entre familiares, hijos, parejas o ex parejas, amigos, compañeros de trabajo, etc. Están cubiertos de cierto pragmatismo con sus acomodos; si una familia no funciona, nos separamos, no hay porqué llevarnos mal, si un ex no cumple con sus “deberes”, no hay porqué darle “derechos”, si un hijo es hiperactivo, hay que llenarlo de videojuegos, si alguien es molesto, simplemente lo desaparecemos, y si debemos desaparecer a alguien, esta debe ser una tarea tan natural y metódica como archivar documentos en una oficina, dejando poco espacio para la reflexión, sino más bien en el alcance de lo inmediato que nos ayude a “estar tranquilos”.

La película tiene como eje la historia de Micky, un tipo que no ha dejado aún sus hábitos juveniles, escucha la misma música de cuando aún estaba en el colegio, viste como seguramente vestía en sus días de adolescencia, y habla con la frescura de un pícaro púber.

Pero Micky, ha pasado por mucho; ha salido de su casa por problemas con su padre, vive solo con sus 3 perros, se ha separado de su mujer con quién tiene un hijo, recibe constantemente la visita de su hermana que lo busca sólo para pedirle ayuda, y sólo ha aceptado la adultez en el aspecto laboral, convirtiéndose en lo que tal vez nunca imaginó; un oficinista explotado.

Lo interesante en la historia de Micky es que ha sido asesino a sueldo, y que el aparente episodio de madurez que le trajo la paternidad le hizo abandonar dicho oficio. Pero las circunstancias se han hecho duras y le obligan a retomarlo, de ahí, se entrecruzan la historia de un hombre que quiere deshacerse de un familiar (quien tiene un misterioso encuentro con una muchacha, siendo este posiblemente el detonante de su fatal destino) y que contratará sus servicios a través de una service atendida desde un cibercafé barrial, por una mujer, la “gorda” que atiende a sus clientes como si se tratase de un delivery, o a través del “negro”, un ex futbolista de ligas locales que también hace “trabajos” casuales, entre otros personajes, todos extraídos de una realidad cercana, tangible, y conocida de primera mano, con un interés por la verosimilitud que evita la dureza de lo superficialmente construido sobre supuestos.

Lo importante en cualquier película de similares características sería el “trabajo” o al menos los pormenores del mismo; los cuestionamientos del asesino, su planificación y resolución. Pero en este caso, eso es meramente anecdótico, un hecho más que no altera la peculiar escaleta, y que más bien es parte de un fondo del que se justifica todo en la película; La vida humana vale tanto como la paternidad, o la filiación, la relación de pareja, o un empleo aburrido, y todo ello sólo son cálculos cotidianos, nada extraordinario, nada filosófico, ni teológico, sólo la existencia simplificada a lo que se quiera alcanzar, la tranquilidad vista desde la apatía, la paz interior que más significa aislamiento, y la supervivencia que es más una serie de condiciones y exigencias que se enfrentan con una parsimoniosa deportividad. Hay un momento en la película en que esto se ve claro, cuando el solitario Micky almuerza junto a sus perros.

Micky no es malo porque a pesar de sus errores como padre, se preocupa por su hijo y por su ex pareja, ayuda a su hermana y a su pequeña, asume responsabilidades, es “buen pata”, en fin. Micky no es bueno porque asesina a alguien para solucionar sus problemas. Él y su trabajo no son buenos, ni malos, sólo necesarios en la realidad que muestra Miguel Vargas. Esta Lima en la que, según comprobamos en las noticias, puedes por menos de20 soles acabar con algún desdichado indeseado. Y es que ese Micky “buena gente” es natural, el “otro” es sólo producto de la sociedad que lo cobija. Hasta ahí, es la recurrente historia del alter ego que lucha por el control del individuo, pero lo diferente aquí es que no hay un límite ni siquiera levemente marcado, tal es así que al parecer su ex pareja sabiendo de su anterior ocupación, y sin que esto le despierte un pestañeo, le insta a retomarlo debido las necesidades presentadas. Micky no quiere hacer esos trabajos no por cuestiones morales, sino por cierta “flojera” debido a su adolescencia arrastrada.

El valor de la vida se refleja en la escena final de la película, en la actitud de la familia en su visita al cementerio, como si se tratase de un viaje al centro comercial o una salida a algún almuerzo campestre. La asimilación de la vida ha sido y es tan dura que aparentemente la muerte no detiene este proceso, ese que nos toca vivir, y donde nuestro valor está encerrado en qué podamos ofrecer o qué encontramos hacer para estar bien.


E.E.Q.A.







Tuesday, December 06, 2011

SEMANA DE CINE CHECO, EN LA CAYETANO HEREDIA:


Refinamiento y audacia formales, culto sin par por lo grotesco, cerebralismo con la cereza envenenada de agudeza irónica, elementos que se unen en este ciclo de diciembre, dedicado al cine de un país que se llamó una vez Checoslovaquia.


Lunes 5 de Diciembre, 8 de la noche:

Spalovac Mrvol (El cremador, 1968) de Juraj Herz.




Martes 6 de Diciembre, 8 de la noche:

Limonadovy Joe aneb konska opera (Limonada Joe o la ópera del caballo, 1964) de Oldrich Lipský.




Miércoles 7 de Diciembre, 8 de la noche:

Happy end (1966) de Oldirch Lipský.




Viernes 9 de Diciembre, 8 de la noche:

Obrazy stareho sveta (Imágenes del mundo antiguo, 1972) de Dusan Hanák.



Cineclub de la Universidad Cayetano Heredia

Av. Armendáriz 445 Miraflores.


¡Los esperamos!


Monday, December 05, 2011

HOY, A LAS 8, CINE CHECO EN LA CAYETANO HEREDIA. EMPEZAMOS CON:




Cineclub de la Cayetano Heredia
Av. Armendáriz 445 Miraflores.
8 de la noche.
Entrada Libre.